IX : Secreto.

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Habían tenido una charla con anterioridad para coordinar la actitud de William en medio del trabajo de Hannibal y pueda ayudarle y no haya sospecha de su "relación", había que dudar mucho de la sexualidad de un psiquiatra que nunca había tenido secretaria y por casualidad del mundo ahora tiene un secretario. Cosa normal de todos los días, había dicho Hannibal.

–Pasa, Bella.

El doctor abrió la puerta, una mujer alta y tez oscura ingresaba al consultorio del doctor mientras que William al oir el clic de puerta volteó fingiendo arreglar cosas y que su nerviosismo no sea delatado.

–Oh, Jack, no te esperaba por aquí, seas bienvenido como un amigo.

–Será un paciente más a mi lado, Hannibal. Al fin me anime a recibir terapia de pareja con él.

Aquella mujer fina y delgada, tan bella como una diosa egipcia, aquellos cabellos ensortijados capaz de marear de la locura a quien se atreviera a cortejarla, tal vez como Medusa, pero sus serpiente se habían rendido ante Jack.

–Dudo que Jack se haya resistido.

–Pues hazle caso a tu duda, si cabello él tuviera, hubiera venido entre mis dedos hasta aquí.

William escuchó reír a Hannibal naturalmente y una sonrisita se dibujo en su rostro, quería besar su sonrisa para tener siempre el recuerdo de la curva de sus labios sobre los suyos, llevarse un poco de felicidad con él por cada beso que le diera, William deseaba que los besos fueran eternos, su corazón se estrujaba de amor cada que sus labios se rozaban lo de su amante.

–Oh, pero quién tenemos aquí.

William se congeló en su sitio dejando de hacer cualquier cosa que estaba haciendo y un pequeño suspiro de desprendió de su boca. Tenía miedo, no quería sorprender con malos modales a personas que hace un momento conocía.

–Es mi nuevo asistente, Will Graham. Disculpen el no haberse presentado, está complicado con su autismo. Los malos modales no son propios de él, después del miedo hay una persona muy hermosa.

Will volteó, Hannibal le había dado un poco de confianza, tal vez quería abrazarlo tanto ahora pero ya habían hablado de eso.

–Acércate, Will.

No mantuvo contacto visual más que unos segundos y sus pies caminaron hacía los tres que los esperaban ansiosamente.

–Buenos días, lo siento m-

–Oh cariño, no te disculpes, está bien, no hay necesidad de saludar a una pareja que no conoces.

Bella lo miró con dulzura sonriéndole con bellos dientes blancos acompañados de la tinta de su labial, delineando con mucho fervor los mismos, lucía hermosa. Una de sus manos se levantó para arreglar los rizos suaves y claros del mismo para luego sujetarlos en sus orejas despejando un poco su rostro, un chico muy hermoso sin duda.

–Realmente es una persona muy hermosa ¿No Jack?

–Bella, Bella. ¿Dices lo mismo cuando te ves al espejo?

Su esposa volteó asfixiandolo con los ojos y sonriendo falsamente, conocía ese rostro.

–Lo siento Bella. Si, realmente muy hermoso, no hay duda que estás enamorado de la belleza, Hannibal.

–Ciertamente Jack. Pasemos a la terapia, la belleza de Will no va a solucionar tus problemas de pareja.

Bella rió y volvió su atención al joven de ojos azules que le seguía mirando ahora más tranquilo, lo miró un poco más y acarició la tersa mejilla del mismo. Su nombre había sido equivocado o el autor le había otorgado el suyo propio. Nadie más que William Adolphe Bouguereau, aquellos angeles que parecían estar vivos, con la delicadeza de sus pieles hechas de óleo, aquellos rizos en los que había invertido demasiado tiempo y demasiados pinceles, la creación nunca revelada de Bouguereau, había cobrado vida porque no podía vivir solo como una pintura, debía cautivar y ser cautivado, aquellos conocedores de la belleza negarían su mortalidad.

Tra le dita.© -HannigramDonde viven las historias. Descúbrelo ahora