Capítulo 1: Rojo

171 25 26
                                    

Dedicado a Riga-Lu
Gracias por la palabra que da nombre a este capítulo.

Espero que os guste el nuevo proyecto. Es posible gracias a vosotros, lectores. ❤️
...

La ducha caliente y el café oscuro era lo único que conseguía que Sousuke dejara su cama por la mañana. No le daba reparo afirmarlo, le gustaba dormir. Sin embargo, darle vueltas a las sábanas era un lujo para sus días de descanso. Entre semana tenía que salir a correr temprano, trabajar y entrenar. Y al día siguiente, vuelta a empezar.

Tal vez no era la persona más divertida del mundo, pero le gustaba su vida. El deporte era esencial para él. No sólo era su trabajo, ya que era entrenador en un buen gimnasio, también le hacía querer superarse día a día. Por eso mismo, su ruta era casi sagrada. Corría entre las calles hasta llegar a la orilla del río y seguía la línea de la desembocadura hasta llegar a la playa. El aire húmedo le refrescaba la piel, abría sus fosas nasales hasta sentirse un elemento más con el agua y el viento. Como si siempre hubiera pertenecido al mar. Una vez el agua salada se volvía abundante y escuchaba las olas golpear la arena, podía deshacerse de todo. Podía sentirse completo.

La vuelta era más difícil. Apartarse del mar y correr entre edificios no era lo mismo. El cielo parecía perder el azul puro y volverse gris. Los semáforos aparecían como flores artificiales. La arena era reemplazada por el asfalto. Sus pies se acomodaban a la pisada en el camino ennegrecido. El canto marino era suplantado por la voz de  la muchedumbre y los motores que rugían demostrando quienes eran los soberanos de la urbe. Las ruedas eran las más fuertes en la selva industrial. Más que sus pisadas que amaban la playa. Nadie podía luchar contra ellas en su territorio. Jamás.

Un motor chilló fuertemente sobresaliendo en la multitud de metal y cemento. El roce de la goma friccionando el suelo arrancó un grave y profundo silencio. El tiempo se detuvo junto a todo lo demás. La muchedumbre dejó de caminar. Vacío. Un pitido agudo sonó sólo en sus oídos.

Toda la ciudad gris se tiñó de rojo.

Y el rojo no le dejaba distinguir las luces extrañas que aparecieron de repente.

Sabía qué eran. Su abuela le había contado aquella leyenda sobre fuegos de colores en innumerables ocasiones. ¿Cómo era? Hablaba de quien vaga entre los vivos y los muertos. Esos poseían el don de observar en el interior de las almas terrenales. Las escucha, las ve. Sufrir, amar, sentir. Los sentimientos se hacen palpables. Como si pudiera recabar en los pensamientos, y más allá, como si pudiera leer el corazón de los vivos.

Dolor. Lo veía. Veía el dolor. Procedía de un aura como el puro azul del más oscuro océano. Ese alma sufre aunque en ella quedan pequeñas llamas que la mantienen en pie. Es una mujer, sufriendo. Siempre está cerca, cerca de él, está esperando. Esa espera es la que la mantiene sumida en la agonía. Le invade la tristeza. Es extrañamente familiar. Le gustaría calmarla, pero no puede. Su alma parecía estar cerca y lejos a la vez. Es así, están a una dimensión de distancia. Al lado. Infinitamente lejos.

Esa luz azul intensa y melancólica no está sola. Hay muchas auras alrededor. Todas sufren de algún u otro modo, algunas sin remedio, pero hay esperanza para otras de ellas. Las ve pasar como peces nadando en el océano. Algunos solitarios, otros en grandes bancos, algunas se cruzaban en el camino, y otras que no se topaban nunca.

Otra aura se acerca. La siento, aún no puede verla. Es un fuego extraño sin embargo. Se acerca cada vez más. Agita su corazón... No, no es el corazón el cuerpo, el material, sigue normal. Sus pulsaciones están estables. Es su alma la que se agita, pero lo siento como una caricia en el pecho. Se hace presente hasta el punto de quemar. De pronto aparece a mi lado, se hace realmente visible.

Su color es agradable y extraño. Es un prado en primavera de trigo creciendo y amapolas. Es radiante, llena de esperanza. Es hermosa, es tranquila, le atrae hacia ella pero no puede moverse. El alma azul y dolorosa que lo acompaña se serena cuando llega. Él también quiere interactuar con ese aura como lo hace la oceánica alma de preocupación. Quiere llenarse de esa luz. La siente acercarse pero está a millas. Quiere tocarla. Quiere abrazarla. Quiere sentirla. No puede y tiembla. Pero aunque intermitente, el fuego verde se vuelve familiar y constante en aquel estado atemporal. Su presencia genera siempre un calor agradable. Pero ese aura no tiene una luz brillante como las demás. Es oscura. Como luz de luna. Un prado oscuro, y aún así cálido. Como noche de verano.

Entonces, recuerda. Lo último que vio era un cielo ensangrentado. Un sol lo suficientemente oscuro para saber que algo estaba mal. Rojo como la sangre fresca.

¿Estoy... muerto?

Bip. Bip. Biiiiiiiiip.

Enamorando al Doctor [Free!] [MakoSou / SouMako] Where stories live. Discover now