V

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Un furtivo rayo de luna se filtró por el parabrisas en el momento justo que Sasuke estacionó el vehículo al lado de la cochera. No se tomó la molestia de meterlo directamente, sino que se encaminó tambaleante hacia la puerta corrediza de cristal que fungía como la entrada principal de su ostentosa estancia.

El licor le venía nublando la mirada desde que saliera de aquel bar de mala muerte, del lugar que había frecuentado las últimas semanas como medio...

"Patetico"

De desahogo...

Entró arrastrando los pies. Se desanudó torpemente la corbata y la arrojó lejos de si. Agua, de pronto le apetecía una maldita jarra de agua fresca. No, con hielos...

Fue al comedor, omitiendo la opción de la servidumbre para evitar armar bullicio innecesario. Hurgó entre la nevera hasta dar con la última botella de agua importada y la bebió apresuradamente, a intervalos de dos tragos por segundo. Cuando la resequedad de sus labios se esfumó, Sasuke pudo pensar con más claridad. No obstante, ahora le dolía la cabeza. Era un patrón, el condenado péndulo de la causa y el efecto que martilleaba con insistencia sus sienes, enviándole ligeros pinchazos de dolor y unas repentinas ganas de golpear algo...

Si. Ese había sido el principal motivo por el que decidió regresar un poco más temprano de lo previsto. Había estado muy cerca de enfrascarse en una pelea con el cantinero, a saber por qué rayos.

-Naruto- pronunció el nombre casi arrastrando las palabras. Tenía la lengua trabada y aun sentía el sabor dulzón impregnado en el paladar.

Pensó, con cierta irritación al llegar a la recámara de Naruto, que haría una nueva visita a Orochimaru. Esperaría al amanecer, a que el alcohol abandonara por completo su sistema y le permitiera armar una mejor hipótesis en lo concerniente al estado "salvaje" de su sumiso.

Esa víbora le había mentido. Joder que lo había hecho. Burlado, en sus narices. Y él como todo idiota se había dejado engañar. Ahora estaba tan claro como el tono cristalino del licor que ingiriera horas antes. Había sido él quien dirigió aquel extraño experimento. No, prototipo. Kabuto pudo haber contribuido en gran medida, pero Orochimaru tenía que estar al tanto de todo lo conferido a sus enfermizas pruebas. Y Naruto había presentado el eslabon perfecto que le hacía falta, su conejillo de indias que le permitiría saber con precisión cuan bien se había desarrollado su bizarra teoría de mezclar ADN mitocondrial humano, y neuronas de animales.

Que ingenuo y estúpido había sido al no advertirlo desde aquella vez. Tantos indicios, y no notó nada. En primera instancia Orochimaru estaba enterado de que acudiría con Naruto, se había convencido de que buscaría su ayuda como último recurso y mientras él se encargaba de distraerle con su ufana perorata, Kabuto haría lo que se le viniera en gana con su sumiso.

La pregunta que lo aquejaba ahora era el por qué precisamente a Naruto, ¿qué tenía de especial?

Sasuke lo supo al instante. Sus indecisos ojos noche se abrieron en su totalidad. Y deseó no haberse enterado todavía. Maldijo que el alcohol se disipara tan repentinamente de su cuerpo, dejándolo a merced de la angustia. Misma que se intensificó al abrir la puerta de la recamara de Naruto.

Estaba vacía...

Sasuke retrocedió velozmente sobre sus pasos, encendiendo todas las luces en el trayecto. La alerta se impulsó con más y más fuerza, provocandole nauseas tardías. El ¿Y si...? se apropió de su raciocinio, suplantandolo por las angustiantes probabilidades.

¿Y si Orochimaru había vuelto en su ausencia?

¿Y si le pasaba algo a Naruto y a su primogenito?

Mascota.Where stories live. Discover now