VI

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-Naruto, basta.

Respirando agitadamente, Sasuke sujetó con más fuerza las muñecas del rubio, forzándolo a permanecer boca arriba en el suelo de linóleo del comedor. Naruto pataleaba, gruñía y se removía con muchisimo enfado, tratando en vano de soltarse.

Shizune era la única fémina de la servidumbre que permanecía junto a la nevera, esperando ser de ayuda, pues sabía de antemano lo compleja que era la situación.

Había utensilios rezagados por doquier, vasos rotos, bandejas volcadas, mantenles rasgados. Toda esa sección en concreto era un rotundo caos, no se diga por consiguiente la conducta del amante preñado de Sasuke Uchiha.

-Quizá debería...- retorciéndose las manos con nerviosismo, Shizune atinó a mirar en dirección del botiquín de primeros auxilios que pendía a un costado del calendario.

Inmediatamente, Sasuke rechazó la ayuda y la instó a abandonar el comedor. No pensaba suministrarle ningún tipo de calmante a Naruto porque no estaba seguro de cómo podía repercutir ello en su avanzado estado de embarazo.

-¡Sueltame!- exclamó Naruto en un gruñido gutural que taladró los oídos del desvelado Uchiha.

-Te soltaré- murmuró, sintiendo sus energías agotarse. Naruto poseía una fuerza antinatural y le había tomado varios minutos someterlo en medio de aquel desastre. -Si prometes tranquilizarte- susurró con suavidad en un intento de infundirle confianza. Naruto dejó de forcejear al cabo de unos minutos. -Eso es...- suspiró el Uchiha mientras comenzaba a retirar lentamente sus manos.

De manera inconsciente, Sasuke tocó la gruesa gasa entre su cuello y la corvatura de su hombro. La herida seguía ardiendole un poco, a pesar de haberla desinfectado.

Y pensar que solo había transcurrido una semana desde la última vez que intimaron.

-Tranquilo- musitó en voz queda, atrayendo a Naruto hacia su cuerpo para abrazarlo. Era impropio en él mostrarse afectuoso con alguien, pero era menester calmar al rubio o terminaría lastimandose en serio. Además, el riesgo se duplicaba con su hijo aguardando en su vientre.

El pecho de Naruto subía y bajaba a un ritmo desigual, todavía se encontraba agitado e inquieto, sin embargo el episodio de cólera ya había dismunuido lo suficiente para que recobrara el raciocinio.

-Sasuke- llamó con timidez, sintiendo las suaves y reconfortantes caricias en su abultado estomago. -¿Qué haras con Yusuke?

Sasuke detuvo sus movimientos y exhaló en un bufido de frustración contenida. Le había pedido a Shizune que sacara al niño de la casa para llevárselo a Orochimaru, no tenía caso conservarlo, ya que su padre no había respetado la cláusula de la herencia en la que estípulaba claramente que no sería acreedor de un solo centavo a menos que tuviera descendencia.

El desequilibrio emocional de Naruto tendía a desencadenar en fuertes accesos de ira o tristeza, y ello ocurría cuando se veía expuesto constantemente al estrés o, en última instancia, una situación que alterara su estado de ánimo. Ya había sucedido cuando Sasuke regresó a la mansión acompañado de una de las tantas mujerzuelas que había seleccionado su padre para que contrajera nupcias.

Lógicamente, Sasuke no pretendía intimar con nadie que no fuera Naruto, pero era imposible deslindarse de las órdenes de su padre en pos de verse acompañado por alguna "dama"

Esta vez, sin embargo, Naruto se alteraba por qué pretendían quitarle a su hijo adoptivo, uno que Sasuke no estaba dispuesto a cuidar, no a sabiendas de a quien había pertenecido.

-Lo llevaré a un hospital para que le realicen un examen médico. Despues lo daremos en adopción- concluyó tajante.

Naruto cerró los ojos. Nuevamente sentía que su entorno daba vueltas en una espiral sin fín. Por momentos perdía la noción de todo y se olvidaba incluso de quién era. Ya había lastimado a Sasuke una vez, y no quería que se repitiera.

Mascota.Where stories live. Discover now