Capítulo 9

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Y no, no volvió atrás, tampoco hice pie para detenerle. Ustedes dirán, te gusta ¿Por qué haces algo tan tonto? Soy celosa de mi privacidad, odio que me celen sin motivos. La historia se contaría distinta, si tuviéramos algo, pero no era el caso. Los siguientes días fueron normales, mis compañeros de a poco se fueron acostumbrando a mí. El tema de la cancha de fútbol no fue tocado y Santana no habló con sus compañeros al respecto.

Lo amé por eso, supongo que ese tipo de ángeles en mi vida, estaban destinados en aparecer. Oscar seguía de vez en cuando dándome ese tipo de trabajo y ello creo que me servía, lo hacía esperanzada en que, en algún momento viera mis talentos y decidiera dejarme fija.

Hablaba en este instante con Kai, quien me contaba entre otras cosas que fue mi hermano el que le llamó para el trabajo administrar ese hotel. Tambien que insistió en decirle que yo aún lo quería y que no lo llamaba por mi ocupación laboral.

—Sé que no es el caso—me dice y se encoje de hombros —lo tuyo es ese hombre. Por lo menos sé que no le eres indiferente y que te quiere lo suficiente para cuidarte.

No le respondo, porque insiste en que le llame o lo busque y me niego a hacerlo. Yo no hice nada malo, además que mi labor había terminado al acabar ese día. Mientras lo veo llamar a un mesero para que retire los platos, me digo que necesito hablar con Liam.

Kai, puede decir que sabe no es correspondido, pero sus palabras pudieron alentarle y hacerle creer que tenía esperanzas, cuando no era así. Mi mente era una maraña de pensamientos y confusiones, pero de lo que sí estaba segura es que, el hombre que tengo ante mí, hace parte de una época hermosa de mi vida y que lo quiero inmensamente, pero no como él lo merece.

—¿Por qué son tan estúpidos? —ese comentario me hace tirarle el cojín que tengo en las manos y que esquiva con su mano — Es verdad, te mueres por llamarle.

—Será mejor si me voy a trabajar—digo mirando la hora y viendo que son casi las dos de la tarde.

Había pedido una hora para ir a ver a Kai, quien me invito a almorzar en su lugar de trabajo. Creí que lo hacía para verme, pero en realidad me hizo preguntas sobre Pilar, gustos culinarios, flores preferidas, música, etc. Me sentía realmente bien por eso, ambos eran excelentes seres humanos y hacían bonita pareja.

—¿Qué quieres que le diga a Pilar? —le pregunto y su rostro se torna serio en segundos —puedo hablar bien de ti, la invito a mi apartamento y los dejo solos.

—Creo que rechazaré tu oferta, —se pone en pie acomodándose su chaqueta y corbata—solo estaré aquí un año y no quiero dejar corazones rotos.

Ante eso no puedo más y empiezo a reír, al tiempo que soy conducida hacia el sótano por que el me llevará a mi trabajo. Sigo teniendo los mismos endemoniados turnos de 24 horas cada dos días y mañana era uno de ellos. Con la única novedad que, ahora mi jefe me trataba como ser humano.

—Es una lástima, harían buena pareja.

—Pero ella no es la que me gusta.

Me acomodo al lado de suyo, el momento divertido dio paso a la incomodidad porque se a quien se refiere. Hasta el día de hoy, me lamento haberle aceptado ser su novia. Fue realmente difícil, verle con rosas, globos y regalos delante de toda la universidad y no aceptarle.

Creo que fui más perra al darle alas, consciente que lo veía como un amigo. En mi defensa tenía 17 años, inexperta y en un país, con idioma, costumbres y cultura distinta, encontrar en ese ambiente a alguien a fin contigo fue magnifico. Fue bastante lindo, pero llegó un punto en donde su amor se transformada y la certeza que no podía retribuirle me hizo ver mi error.

Eclipse de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora