A mis diecisiete [Hopemin]

Capítulo 24.

Uno no comprende de veras a una persona hasta que considera las cosas desde su punto de vista.

(Matar a un Ruiseñor)

Transcurrieron al menos dos semanas desde el incidente, Nayeon, Seok Jin y yo nos distanciamos a tal punto que nuestros lugares contemporáneos en el salón se separaron, existió una ocasión en la cual encontré a Im sola, musitando para sí misma con más furia que con locura.

-Es culpa de la maldita metiche de Choi Lia, ella le dijo a su queridísimo padre y es culpa de Yerim por provocarme.

-¿Nayeon?- doy un paso en el interior, ella se gira de golpe, me mira por un momento -¿Qué te ocurre?- no responde, sale por la otra puerta rápidamente y se va. Parecía otra persona del mismo modo en como descubría que estaba perdiendo a la persona que ella fue, ya no se trata de Nayeon, la reservada, cínica y sarcástica chica, ahora había un abismo en su interior, Jin pasaba tiempo con Roseanne el tiempo que le sobraba cuando no le estaba pisando los talones a la rulosa, yo, estaba solo de no ser por Lia quien me seguía constantemente, a pesar de su dulce sonrisa y sus ojos pequeños me cuestionaba si ella había sido la persona que fue a advertirle al director, por supuesto esta vez no hubo ninguna agresión para ella por parte de Kim ¿Era posible? De vez en cuando Hoseok me visitaba por las noches, otras yo lo visitaba a él, no podía evitar la inminente cercanía que estábamos forjando, la confusión se acentuó aunque detrás del viento la verdad resplandecía en letras escarlatas, era sencilla y simple, yacía delante de mí solo quedaba que diese los dos pasos que me alejaban.

Me reía, bromeaba y conocía de manera indirecta a Jung, era cálido, joven, fresco, listo y sobre todo era guapo, fuera del instituto todo estaba bien para mí sin embargo, una vez dentro todo pesaba como si llevaba toneladas y toneladas de piedras. Estudiaba los temas correspondientes, me rompía la cabeza en la clase de matemática y lo soportaba, revisaba el horario incluso me provoqué memorizarlo, despertaba tarde, corría por los pasillos, entregaba los trabajos, lloraba a veces, recordaba comer siempre, cuidaba de Rumau y escuchaba lo que mamá tenía para decirme, los días se extendieron a meses hasta que llegó abril, la primavera pronto nos diría adiós mientras yo escuchaba el casete que Seok me había obsequiado aquella navidad en la que Nayeon cortó mi pierna, observaba la cicatriz cada noche al ir a dormir, también miraba mi desnudez en el espejo y me tocaba a mí mismo algunas veces.

Mi vida seguía, pero sin ellos y la sospecha en Lia seguía en pie, Yoongi me parecía misterioso, Yerim guardaba más silencio del que acostumbraba con la única que se mostraba amistosa era con Park, algo estaba sucediendo entre ellos y no existía manera de poder descifrarlo, en una tarde de mayo a finales del primer semestre me encontré atrapado en la biblioteca del instituto con Hoseok, nos habíamos saltado la clase de música en la cual ese día Yeon calentaría por última vez para poder asistir al concurso escolar de piano en la cual asistirían los mejores pianista de cada institución de Busan, si ella lograba ganar entraría a las estatales, luego finalmente serían las internacionales, la chica había ascendido a grandes pasos desde la primera ocasión en que el piano se apoderó de ella. Me reía mientras corría esforzándome por hacer silencio mientras me dirigía hacia la sección de ciencia ficción ¡Venía siendo hora que anexaran esa sección! Podíamos pedir prestado los libros que deseáramos sin embargo, jamás estaban los libros que a mí me gustaban.

Enrollé mis dedos entorno a la muñeca de Hoseok, tiré de él a medida que posaba mi dedo índice entre mis labios haciéndole una señal de que guardara silencio, pero quien reía a más no poder no era Jung, sino yo, proseguí andando hacia atrás hasta que finalmente mi espalda se encontró con una estantería, un libro cayó con estruendo, mi risa se detuvo a secas, yo me paralicé en cambio el chico se esforzó para no reírse.