Capítulo 41.

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Aunque, pensándolo bien, después de toda una vida sintiendo en exceso, tal vez lo de que sea rápido y repentino presente algún punto a su favor.

Violet y Finch.

El año finalizó, pero antes Seok Jin cumplió diecisiete, nada había cambiado demasiado no es como si un día despiertas con diecisiete y comprendes que algo en tu interior cambió, parafraseando a Theodoro Finch; conozco lo suficientemente bien la vida como para saber que no se puede contar con que las cosas permanezcan intactas e inmóviles, las circunstancias no dejan de moverse en cada etapa de la vida, es solo que a los diecisiete todo es más confuso, difícil, estás al borde de la juventud y a un resbalón de la adolescencia, comprendes que todo cambia, llega el último año donde crees que eres invencible, que te estás yendo y a la vez que estás comenzando una nueva etapa de la vida, cruel, nítida, resplandecemos desde el dolor y desde la felicidad porque a esa edad a partir de siempre vale la pena sentirse de la forma en que sea, vale la pena ser quienes somos, no hay nada de malo con nosotros mismos, está bien sentirse mal a los diecisiete, está bien sentir que el mundo se parte en trozos interminables al punto de parecer que moriremos, está bien sentir esa alegría infinita y recordar esos momentos con los amigos que nos obsequian la sensación de que serán para toda la vida porque merecemos amigos para toda la vida, esos amigos que nos hacen sentir especiales, importantes, brillantes y ese amor que nos hace sentir en las nubes, ese amor con el cual coincides, a los diecisiete es la edad indicada para equivocarse y comprender que somos un instante el cual parece eterno.

No tenemos que tomarnos la vida personal, a la postre todo lo terrible que vino pasa y en el mañana es un recuerdo lejano del cual ríes o, es una vergüenza, aprendes algo siempre, la vida es una enseñanza, está bien, todo eso está bien. Lo que está saliendo mal ahora, las malas noticias, los malos sentimientos, los malos comentarios, todo está bien, debemos aprender a canalizar, sacar provecho, volverlo un escudo. Es por ello que hoy a tus diecisiete o en tu plena adolescencia, no importa si ya eres un adulto, estás haciendo un buen trabajo, un día lo escuché claro en voz alta y con sinceridad, no iba dirigido para mi ser, sin embargo, había algo en ello en esa pequeña palabra que me conmovió, es por ello espero que recuerdes que estás haciendo un buen trabajo. La oscuridad la tomamos y la convertimos en excélsior, para impulsarnos cuesta arriba incluso si nos caemos.

Febrero llegó y con ello el invierno así como el cumpleaños de Hoseok y Roseanne, todos cumplimos diecisiete, todos tomamos valor del pasado para impulsarnos, luego vino marzo e inminentemente el último año de escuela superior, la universidad estaba solo un paso de llegar, el invierno terminó dando inicio a la primavera y Jung al fin después de tanto tiempo decidió pedir de manera forma que saliéramos, ya no habían enojos, ni malas bromas de los demás al querer emparejarnos, ahora era real, fuerte, a pesar de los diecisiete casi podría jurar que sería eterno, pero a esa edad el para siempre no es certero.

A Nayeon volvió a crecerle el cabello, le rozaba los omoplatos de la manera más elegante posible, Seok Jin continuaba creciendo, a veces parecía que nunca se detendría, era listo, sus brazos fuertes, hombros anchos como si podría soportar le mundo sobre estos, Roseanne decidió cortar unos cuantos centímetros su cabello por lo cual cada vez que lo llevaba suelto los mechones le cubrían el pecho, nunca cambió el color rubio, a partir de ese año inició a usar el mismo peinado por el resto del ciclo el cual se basaba en una media cola con algunas hebras de cabello le cubriéndole los extremos de los pómulos, Choi Lia no cambió un ápice, los rulos de Yerim continuaron creciendo sin desorden, todo en ella parecía en orden después del último enfrentamiento, las cosas se derrumbaron volviendo a su sitio tiempo después, Hoseok también crecía, cada vez más hermoso, cautivador, su mente se expandía, era el tipo de persona que enamora desde su pensar, Yoongi era Yoongi y yo, me sucedía lo mismo que al mejor amigo de Quentin en ciudades de papel, la pubertad si me había llegado, pero nunca la alcancé con fuerza, tenía el cabello castaño, siempre delgado con piel aceituna, los mismos ojos, los mismos labios. Im inició las prácticas fuera de la escuela, ya no le incumbía a esta, se trataba de un logro más alto, estábamos hablando de nivel internacional por lo cual su familia se dispuso a contratar a uno de los mejores mentores a pesar de que la chica era casi tan buena como cualquier profesor.

A mis diecisiete [Hopemin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora