CAPÍTULO 5

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¡Italia, quiero volver!


Simone.

Hoy el universo parece estar a mi favor. Me he despertado más feliz de lo habitual y ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que desperté así.

Salgo de la cama estirándome y me meto al baño para darme una ducha y después vestirme, listo para comenzar el día. Pero no sin bajar a desayunar antes.

Buongiorno!— saludo en cuanto pongo un pie en la cocina, con una enorme sonrisa dibujada en mi rostro.

Buongiorno!= ¡Buenos días!

Dejo la mochila a un lado tirada en el suelo para ir a comer algo.

Mis padres alzan la vista, dejando lo que estaban haciendo y observándome con el ceño fruncido pero con un brillo de diversión en los ojos.

—Cariño, ¿estás enfermo?— pregunta mamá con tono divertido, sin apartar sus ojos color miel de mí mientras se aparta el cabello rizado y como el oro de los hombros.

—Yo creo que sí— habla ahora papá mientras vuelve su mirada a unos papeles que reposan a su lado, dándole un sorbo al café y sin dejar de sonreír.

Me dirijo al frigorífico para sacar la jarra de zumo de naranja y me echo en un vaso, para luego agarrar una tostada y untar en ella mantequilla de cacahuete.

—¿Qué hay de raro?— me quejo, llevándome la comida a la boca— ¿No puedo estar de buen humor?— hablo con la boca llena, ganándome un golpe de mamá en la nuca por hablar comiendo mientras me voy a uno de los taburetes altos frotándome la zona— ¿Trabajo, papà?— este asiente soltando un suspiro de cansancio.

—Claro que puedes estar de buen humor, y ojalá siempre estés así— comenta mamá. Hace una pausa y me observa—. Lo que pasa es que desde que supiste que vendríamos has estado de mal humor porque no querías, y de repente este cambio tan brusco...

Es verdad, no quería, y sigo sin querer, pero no puedo pasarme toda la vida cabreado y amargado. Y mucho menos quiero que mis padres se sientan mal o se culpen porque yo esté de esa manera. No me gusta que se preocupen por mí. Ni me gustaría joder la estadía aquí con mis malas caras.

Muchas veces hay que esforzarse y sacar una sonrisa aunque no se sienta por dentro.

—Ay, madre— suspiro, acercándome a ella y abrazándola por la espalda—. La vida da muchas vueltas y yo le doy vueltas a la vida— le dejo un beso en la mejilla.

—¿Habéis hecho ya amigos?— pregunta papá, apartando la vista de los papeles para prestarme atención.

—Bueno, en la escuela son solamente compañeros que no me caen muy bien, por cierto; Ales tiene aquí una amiga y pues no me cae mal la chica, también he conocido a la amiga de la amiga de Ales y bueno... no tenemos muy buena relación que digamos— me encojo de hombros—. Simplemente intentamos soportarnos por ellos.

Mi padre baja los papeles lentamente hasta dejarlos en la mesa. Va entornando sus ojos poco a poco y elevando la comisura izquierda de la boca.

—¿Tú no estarás tan feliz por esa chica con la que "simplemente intentáis soportaros"?

Mi madre, a su lado, sonríe también, agarrándose a su brazo y poniéndo cara pícara como él.

Oh, no, no por favor.

—No, no empecéis— me levanto de la silla, me bebo el zumo de tirón, cojo la tostada y me dirijo al frigorífico para coger una botella de agua pequeña—. Nos llevamos a matar y no lo digo de broma— me asomo por la puerta antes de cerrarla—. Estoy hablando muy demasiado en serio.

Un beso robado (en edición)Where stories live. Discover now