[Capítulo 28]

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CAPÍTULO 28

Estaba aprendiendo muchas cosas desde que Mew lo había comprado. Entre ellas, la diferencia entre las caricias de su prometido a las de los demás hombres con los que había estado. Y de verdad que no eran nada parecidas. Desde que Mew era bueno con él, sus caricias le gustaban, sentía calor en su cuerpo cuando los dedos del empresario recorrían cada rincón de su anatomía. Jamás había sentido algo tan agradable como aquello, por eso cada vez que tenía la oportunidad de pedirle que hicieran el amor, lo hacía e intentaba replicar lo que el hombre mayor hacía en su cuerpo, porque si él lo disfrutaba mucho, eso quería decir que Mew también debería hacerlo.

- ¡Oh cariño...! – gimió Mew cuando sintió los dedos de Gulf rozar su pezón por encima de la ropa - ¿Qué haces cielo? –

- A mí me gusta cuando me tocas así ¿A ti no? –

- Por supuesto que me gusta –

- Tú me dijiste que hacer el amor era cosa de dos personas, ¿Puedo tocarte como lo haces tú? –

- Mientras no quieras penetrarme todo está permitido – bromeó Mew.

- ¿Yo no puedo penetrarte? –

¿De verdad Gulf le estaba preguntando eso? Detuvo las caricias de su espalda, y lo observó con detenimiento, sabía que su niño no bromeaba, ni siquiera sabía cómo hacerlo, pero jamás pensó que algún día llegará a preguntarle algo así.

Mew sabía perfectamente que existían parejas bastante... versátiles, pero ese no era su caso, él era el activo... siempre. No había manera de que cambiara eso, y si siquiera el ángel Gulf Kanawut iba a hacerlo cambiar de parecer.

- No cielo, no puedes –

- ¿Por qué? – preguntó Gulf con inocencia. Mew, en un rápido movimiento se posicionó encima de él colocando ambas manos al costado de su rostro.

- Porque yo soy tu esposo... y tú mi linda esposa

Sin darle oportunidad de seguir preguntando barbaridades, se adueñó de nuevo de su boca. Cada vez que podía deleitarse con ese exquisito manjar, se volvía loco. No solo se trataba del increíble sabor que tenían aquellos labios, eran todas las sensaciones que transitaban por su cuerpo sin ningún tipo de control pero que se agolpaban de lleno en su pecho, justo a la altura de su corazón.

En respuesta a su demandante beso, Gulf pasó sus brazos por el cuello de Mew e implantó las yemas de sus dedos en la nuca de éste. Otro espasmo de excitación golpeó al empresario y su respiración se empezó a escuchar mucho más agitada.

Sus manos no se quedaron quietas, recorrían el pecho, el abdomen y parte de los muslos del chico con adoración y cariño. El cuerpo de Gulf era tan perfecto y a la vez le parecía tan frágil por todo el dolor y la tortura que había tenido que pasar, así que trataba que con sus suaves y tiernas caricias todo ese maltrato que había sufrido se borrara para siempre.

- Ahh... Mew... -

El empresario se alejó de la boca, solo para degustar su segundo sabor favorito... la piel de Gulf. Su boca y su lengua pasearon libremente por el cuello del menor, chupando y lamiendo con satisfacción. Solo Dios sabía lo jodidamente adicto que era al sabor de su bello ángel, y todas las malditas noches tenía que contenerse para no saltarle encima y, literalmente devorarlo.

La excusa de que no quería ni asustar ni presionar a Gulf, era cierta... en parte. La otra parte de su coartada recaída en él y su pasado. Había crecido en su interior un patético miedo a volver a ser el dominante que había sido antes, ¿Qué pasaría si de pronto sintiera que hacerlo de la forma normal no era suficiente para llegar a su orgasmo? ¿Y si dañaba a Gulf?

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