✞cinco✞

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UU.EE Pensilvania oct.5, 1810

El dulce roce del viento se sentía por doquier los árboles sacudían sus hojas dejando caer algunas gotas de agua lluvia, recién había caído una pequeña tormenta en el pueblo cosa que era normal ya eran las 12:45 P.M. En el local de los Fazbear's transcurría todo con normalidad como siempre personas que necesitaban ayuda de ellos.

—Señorita Megglodí, ¿Puede decirle a su hermano Aidan que venga a mi oficina por favor?.
—Si señor enseguida.
—Gracias.

Meg solo se retiró del mostrador para dirigirse al sótano del lugar, de lo común allí es donde se fabrican todo tipo de armas para torturar y matar, la albina sólo se dirigía hacía el lugar donde supuestamente está su hermano los pasillos del lugar eran los mismos de siempre tenían el mismo color rojo ocre con toques dorados o algún azul oscuro y algunas pinturas extrañas, muchos de los trabajadores se quejaban por la decoracion y es que es verdad si parece de una película de terror más con el aura te sientes espiado "pobres ingenuos" pensó Meg de hecho ese era el punto que los empleados se sientan espiados por los cuadros y no estén procrastinando ese es un truco el cual El joven Frederick o Freddy le contó.

Cuando llegó a su destino sólo abrió la puerta y bajo las escaleras para toparse con un filo de un hacha que casi cae en ella, por suerte pudo esquivarlo pero rompió una pequeña parte de su vestido.

—Ahg ¡Ya ves lo que haces animal!.
—Ammm.... Sí, hago armas-
El peli rojo no entendió el sarcasmo de su hermana, tanto que hizo que se enojara más y tratara de pegarle fracasando repetidas veces ya que él era más alto.

—Jaja enana.
—Imbecil... Como sea el Señor Alfred te llama, quiere que vayas a su oficina.
—Esta bien si pide tu mano como esposa ten en cuenta que aceptaré esa propuesta—.

Megglodí al escuchar eso hizo que se sonrojara y tratara de pegarle de nuevo a su hermano por desgracia también fallo para Aidan era fácil de esquivarla tanto que pudieron subir las escaleras sin dificultad y sin parar de que la menor trata de darle un golpe a su hermano mayor, para él era como que si le estuvieran haciendo cosquillas y es que la verdad habían rumores entre los empleados que ella y el joven Alfred tenían un romance pero la verdad no es así, sólo es igual de siempre la típica amistad de un jefe y empleado.

Ambos hermanos tuvieron que separarse e ir a su lugar indicado uno a la oficina y otro a la recepción del lugar.

—¿Puedo pasar?.
—Si ya entraste, no importa pasa Aidan.
—¿Para que me llamabas?.
—Bueno veras ...quiero decirte algo...-suspira-
—aja sabes bien de que puedes contar con mi ayuda sigue.
—Es...que...yo quiero...
—¿¡¿Casarte con mi hermana?!? Claro acepto...
...
—¿Disculpa?.
—¿Qué?
—No, no es eso tú sabes yo no le haría nada a tu hermana ella solo me ayuda con lo típico de siempre listas, papeleo, mi agenda y bueno yo la respeto...
—O sea que...¿No te quieres casar con ella?...
—...No...—

Respondió el azabache aclarando su situación un silencio invadió el lugar ambos se veían a los ojos y con las expresiones de sus caras se podía aclarar lo que decían uno era que tenía pena y enojo a la vez y otro culpa y dudas.

—¿Entonces para que me llamastes?.
Respondió serio y frío el más alto la verdad es que si le daba ganas de pegarle un puñetazo a su jefe o bueno algo así.
1- Por menospreciar su propuesta.
2- Por no aclarar las cosas.
3- Por que sí, por que quería.

—Queria que tú me hicieras una arma para matar a un Vampiro.
—No puede ser ¿Sólo para eso?.
—Tienez razón y también estacas, cuchillas,veneno y trampas para osos por favor.
—... Está bien...—
Fox estaba enfadado sus expectativas habían superado sus esperanzas de poder ser algo entre la familia Fazbear's no muchos como ellos pueden, aun que tenía que admitirlo, si fuese él una mujer buscaría un miembro de esa familia para casarse pero él no era mujer tenía esperanza en que su hermana se casara con algún Fazbear's pero ella no quería eso principalmente es que lo llevaba a comportarse así con ella. No tenía otra opción él sólo volvio al sótano a su trabajo como siempre trataba de convencer a su hermana menor que se casara con alguno de ellos, Meg sólo sentía que no encajaba entre todos ellos sólo quería una amistad y nada más.
No todos somos títeres de los demás

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