✞Diez✞

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—Maldito hijo de... — refunfuñaba el azabache yendo hacia su habitación, ¿las razones? Fue gracias a su secuestrador, ahora dueño, lo obligó a comer alimentos pocos de su agrado para su paladar como si fuese un pequeñín, ahora está involucrado en un tremendo lío sin si quiera dar su opinión, su familia lo estaba buscando; sólo tocaría esperar a tener una oportunidad de escapar de ese lugar, llegó a su cuarto y cerró la puerta del lugar; quería paz y que nadie lo molestase.

Bastó unos minutos para que el cielo se pusiera oscuro y empezara a llover, decidió acostarse en la cama.
—¿Qué hago Señor? Por favor ayúdame... Y apartarme del mal— pidió antes de cerrar su ojos para descansar.

"No pidas en voz alta, también el mal escucha tus peticiones"

[...]

—¿Y bien, ya lo tienes?.
—Obvio; me ha costado mucho llamar la atención de ese imbecil.
—No te preocupes después de conquistar las tierras robadas podrás hacer lo que quieras con él
—Bien... Pero me costará acostumbrarme tener un mortal en mi espacio y territorio sin devorarlo
—sólo ten paciencia... Por cierto, ¿es un hombre o mujer? Parece una mezcla indefinida algo así como un hermafrodita
—es hombre
—no lo aparenta mucho, parece una chica con pantalones tratando de llamar la atención, ¿te imaginas que lo sea?
—No lo es y punto.

Dijo para retirarse del punto de reuniones; últimamente el amo Gadiel ha estado estresado a su debido compañeros, antes se rumoreaba que las tierras de todo el norte de América pertenecían a los vampiros e indigenas; los indígenas los consideraban seres de las sombras que se manifestaban por las noches; sólo los desterrados de las tribus podían tener algún contacto con ellos a cambio de entregar el corazón de un niño. Pero desde la llegada de nuevos exploradores estos fueron extinguiendose hasta formar una nueva especie, explotaban las montañas robando los minerales y los ríos eran contaminados.

Quitando lo extraordinario de su paraíso; estos se vieron obligados a alejarse de sus tierras y mudarse en zonas libres de humanos, fueron obligados a evolucionar y mezclarse con los humanos dibido a sus escasez de mujeres adaptando una postura humanoide con facciones de sus antepasados; vivieron así por los últimos siglos hasta que se revelaron. Cansados de huir y de morir por el hambre; devoraron todo a su paso, rebaños completos y personas.

Ahora ellos cobrarían venganza, el lider de todo esto era el mayor; Adón Gadiel, amo de la oscuridad, primogénito de una humana y un demonio vampiro, un ser manipulador y obsesivo; ama jugar con los humanos y devorarlos vivos, por ocasiones él tendrá compasión de sus víctimas a cambio de algo valioso, exterminador de pecadores en el mundo.

"¿Soy el ser de amor?  Todos esperan que lo sea"

Cada vez que paraba la tormenta aumentaba su intensidad haciendo que los árboles se muevan de un lado a otro y algunos relámpagos eran algo fuertes, por un momento el lignito abría sus ojos y los cerraba con cansancio hasta que sintió que su garganta estaba seca, lastimosamente no había ninguna jarra de agua en la habitación así que decidido fue por un poco de agua aunque no conociera muy bien el lugar.

El pasillo parecía infinito hasta que llegó a las escaleras que lo llevaban a la primera planta de la mansión, él suponía, fue hacia el comedor y vio unas cuantas jarras y copas que estaban boca abajo, fue a servirse un poco de esa sustancia para saciar su sed; en cuanto la probó, escupió el líquido con repudio, revisó bien de que se trataba; su envase era oscuro y su sabor metálico, su olor era horrendo. Tocó uno de sus labios y sus dedos estaban pintados de rojo, abrió sus ojos, sentía que se desmayaria quería no pensar lo peor pero era la realidad.

Escuchó pasos que se acercaban hacia el salón donde estaba él, rápidamente volvió a poner las cosas en su lugar tal y como estaban, su sed se había ido y tal vez bebería algo después, fue a esconderse bajo la mesa y ver quien era.

—"sólo ten paciencia" mis bolas hijos de puta, por mí ya hubiera devastado todo— expresó con enojo, ordenó sus cabellos hacia atrás con sus manos y sirvió el plasma en la copa y saboreó ese sabor, adoraba ese sabor a gloria, tan espesa, tan deliciosa pero había algo que no le daba el mismo toque de siempre.

Relamio sus labios no sabia que le daba ese sabor, olió la bebida y no, no era ese el problema, el problema era la copa; podía oler esa esencia, desde la base hasta la boca de su copa, dio una pequeña lamida de donde más resaltaba justamente en la boca de la copa, buscaba alguna respuesta a esto, ¿las damas de aseo? No eso no sería, ¿uno de sus invitados? No tampoco, por lo que recuerda todos estaban en la sala de reuniones.

Mientras el albo estaba distraído, a sus espaldas estaba el azabache, trataba de salir de ese salón lo más silencioso posible, pudo salir de allí victorioso tratando de alejarse del albino y gracias a sus nervios se había perdido de nuevo, está vez no parecía que nadie estubiese allí, decidió avanzar un poco más por el recorrido que le restaba; poco a poco iba escuchado una melodía de un piano algo triste pero hermosa; fue al punto de donde provenía y por suerte encontró el cuarto de donde sonaban tales notas.

Entró por completo al cuarto dejando la puerta abierta y se dirigió al intérprete de la melodía.

—amm disculpe per- no pudo terminar de hablar el obscuro al darse cuenta que el autor no tenía mandíbula y sus ojos estaban fuera de sus órbitas; trató de acercase hacia Alfred para tocar su rostro, se levantó de su lugar con problemas al caminar y con una gran joroba; su cuerpo estaba desnutrido junto con su antes traje elegante, Fred daba pasos hacia atrás. No sabía lo que le sucedía a ese señor, en un momento de desesperación intentó huir, era demasiado tarde el antes humano lo tenía acorralado, poco a poco se acerba a él, de los huecos de donde se suponía que dibian estar sus ojos brotaron varios arácnidos, esto hizo que el peli negro tenga naunceas pero no era el momento indicado; cerró sus ojos para no ver y aceptar su fin pero algo lo hizo abrirlos.

—¿Quién te dijo que podías estar aquí?— La voz se escucho del otro lado de la habitación; era el amo.
La criatura se apartó del joven volviendo a su lugar y volviendo a tocar el piano, el blanquecino se acercó al lignito y lo tomó de la mano llevándoselo por muchos pasillos hasta dejarlo en su cuarto.

—Sabía que eras tú, mis disculpas por no dejar una jarra de agua; por favor no vuelvas a salir de aquí, no quiero verte de nuevo dando paseitos por el lugar—

Explicó yéndose del lugar y cerrando la puerta de su apresado dejándolo solo.

—Raro— dijo sacando la lengua.

•//Vampiro//•[goldfed]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora