00. Preludio

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12 de abril de 2025.

La molesta alarmar sonó como cualquier otro día, solo que a diferente hora de lo habitual, la pesadez en mi pecho no había desaparecido ni con el sueño, las pastillas para dormir habían hecho bien su trabajo, pero tan pronto desperté, la ansiedad me consumió nuevamente.

Mi cuerpo se sentía pesado, me dolía la cabeza y no estaba muy seguro si era por las pastillas, por haber bebido tanto la noche anterior o por haber llorado casi un día entero. Mi celular volvió a sonar, pero está vez era una llamada, sentí mi pecho oprimirse al leer el nombre en la pantalla, me aclare la garganta antes de responder.

—¿Diga?

—¿Bright? Más te vale haberte despertado ya, mueve tu culo hacia acá, el padrino no puede llegar tarde a la boda.

—Faltan como ocho horas para que la boda comience.

—Y también falta tomar las fotos, arreglar los últimos detalles y asegurarme de que no te veas más guapo que alguno de los novios.

—Sabes tan bien como yo que eso es imposible.

—Maldito narcisista ¡MUEVE TU CULO PARA ACÁ, AHORA!

La llamada finalizo y sin muchas ganas, me deslice fuera de la cama, sentía como si alguien más estuviera manejando mi cuerpo, mi mente estaba en un lugar muy lejos de ahí, en una época muy diferente, preguntándome cómo hubiera sido todo ahora, si no hubiera tomado decisiones tan estúpidas en el pasado.

Deje que el agua se llevara el aroma al alcohol, permanecí al menos media hora dentro de la ducha, llorando en silencio, dejando que mis lágrimas se confundieran con el agua, intentando recuperar la compostura, intentando fingir felicidad cuando lo único que quería era desaparecer.

La imagen que me regreso el espejo fue deplorable, la barba sin afeitar me hacía parecer un vagabundo y los ojos rojos de tanto llorar solo me daban un peor aspecto. Me afeite y me puse gotas para los ojos, recuperando el aspecto al que todos estaban acostumbrados a ver.

Pero el pesar en mi pecho solo se hacía más y más grande, me costaba respirar y me arrepentía de haber aceptado aquello, quería huir, no podía con eso, tomé las llaves de mi auto pero cuando abrí la puerta, Guy ya me esperaba fuera de esta, recargado en el pasillo con una media sonrisa en el rostro.

—¡Hey!

—Maldito seas, Guy...

—No puedes hacerle esto, Bright... se lo debes.

—Guy... no puedo, te juro que lo intenté pero no puedo.

—Él lo haría por ti.

Y aquello fue un golpe bajo, las lágrimas vinieron nuevamente y aquel chico alto, vino a abrazarme y palmearme la espalda.

—Lo siento, Bright, Khaotung me pidió que te llevara, así fuera a rastras, tenemos que estar ahí con él, es su día, él te necesita, siempre has sido alguien importante en su vida, él siempre ha estado para ti.

—Lo sé, descuida, no escaparé... no lo haré.— Fue lo único que pude decir, el nudo en mi garganta cada minuto se sentía más apretado, impidiéndome hablar correctamente.

—Nosotros estaremos ahí para ti cuando todo termine, ¿tienes tu discurso listo?

—En realidad... quiero estar solo después de que todo termine y si ya está listo, lo terminé hace varios días.

—Perfecto... vayamos.

Dicen que las coincidencias no existen, que cada persona que conoces en tu vida tiene un objetivo, jamás creí en nada de eso, el destino, las coincidencias, casualidades o aquella leyenda del hilo rojo, todo eran tonterías para mí, pero aprendí que siempre llega alguien a tu vida que quieres creer que no fue casualidad conocerlo, que de verdad están destinados a estar juntos y buscas cualquier medio para mantenerlo a tu lado y es ahí cuando comienzas a creer, cuando te niegas a perderlo aunque sabes que todo ha terminado.

Así fue cuando lo conocí, en aquel momento él no significo nada para mí, pero la vida, el destino, karma o como le quieran llamar, me hizo darme cuenta de que aquel chico, iba a cambiar mi mundo por completo.

Para poder contar nuestra historia, necesito remontarme a nuestra época de preparatoria, a nuestro segundo año, cuando mi vida estaba llena de monotonía y tranquilidad, cuando aún no conocía el verdadero dolor.

GravityWhere stories live. Discover now