3. ¿Quiénes son estos tipos?

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Ya dos meses viviendo en Corea y siendo independientes. Se decía fácil, pero para las muchachas era algo increíble.

Isabella despertó tarde esa mañana. Bajó a la cocina y se preparó un vaso de leche con polvo de chocolate. Ella llamaba a la elaboración "fanguito". En Cuba era lo más cercano a la Nutella.

Ahora tenía la Nutella, pero a Isa le gustaba prepararse un fanguito de vez en cuando para recordar los viejos tiempos.

Lana había dado la indicación de tratar de hablar la mayor parte del tiempo en coreano, para mejorar en el idioma. Ese día Isa se levantó con muchos ánimos a cumplir la tarea dada.

—¡Omo! Se me olvidaron los lentes —refunfuñó por su mala memoria antes de volver a su cuarto a buscarlos.

Poco después una figura masculina entró en la cocina. La inspeccionó con la mirada y asintió con la cabeza. La casa era bonita y acogedora. Jung Hoseok estaba feliz de comenzar a vivir allí.

Su mirada deparó en el vaso servido de leche y chocolate. Lo agarró, olfateó y probó una cucharada. No supo que era pero estaba bueno.

—Hyung me debió preparar esto por lo que dije hace un rato de que tenía hambre. Kim SeokJin es siempre tan considerado —se limpió un falsa lágrimita de felicidad.

Luego salió de la cocina con el desayuno de Isabella. Minutos después, la chica de cabello oscuro volvió a la cocina. Se extrañó mucho al no encontrar su desayuno.

—¿Eh? ¿Yo no lo había hecho ya...? —se rascó la cabeza confundida—. Lo habré imaginado por el sueño que tengo.

Lanzó un bozteso largo y cansado. Sin darle mucha importancia, volvió a servirse el desayuno. Entonces, se dirigió a la sala, para ver la tele mientras desayunaba. Hábito suyo, muy particular.

—Con permiso, con permiso. Gracias —entonó en su recién aprendido coreano.

Pasó entre las personas presentes en la sala y los empujó para sentarse en el sofá. Tomó el control remoto y prendió la tele de plasma para mirar lo que emitían. Aún se encontraba más dormida que despierta.

Poco después terminó su desayuno y puso el vaso en la mesita bajo varias miradas atónitas. Al notarse expuesta decidió hablar

—Ay, chicas. ¿Por qué me miran tanto? —rió un poco y los miró por fin—. ¿Chicas? Ustedes no son chicas.

Entonó un grito que escucharon hasta sus familiares en la isla con forma de caimán. Saltó en su sitio y tomó lo primero que vió como arma. Nada más y nada menos que una de sus chancletas.

—¿Quiénes son ustedes y qué hacen en nuestra casa? —dijo en un coreano más rápido que tú mamá cuando empieza a llover.

Los siete jóvenes la miraron sin entender la situación.

—Se supone que esa pregunta deberíamos hacerla nosotros. Estás en nuestra propiedad —la señaló el más pálido del grupo.

—¿Cómo? —inquirió Isabella.

No sabía si había entendido bien. Tal vez ese chico le hubiera dicho algo distinto y ella lo estaba interpretando mal. Comenzaba a enredarse con el idioma.

—Puede que sea una fan sasaeng —aportó Jungkook—. ¿La sacamos de aquí?

Mientras su líder y mayor por algunos años realizaba la difícil tarea de pensar que hacer. Un estruendo vino de la cocina. Jimin se asomó a ver y fue prácticamente atropellado por una estampida.

¿Rinocerontes? ¿Cebras, tal vez? No, para nada. Estaban en medio de la ciudad, no en la sabana africana.

Quienes habían mandado al joven Park a hacerle una agradable compañía al suelo, eran Lana e Ilenia que habían conseguido entrar por la puerta trasera que daba al patio.

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