Capítulo 18

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Finalmente, había conocido su habitación. La había echado de menos todo el día, así que cuando recibió su llamada para invitarlo a cenar, no dudó en aceptar y se dirigió al hogar de las Parker. La comida había estado estupenda como siempre, pero luego su corazón comenzó a latir aprisa cuando Liz lo invitó a subir.

Las paredes estaban pintadas de un rosa muy pálido, semejante al de su oficina, donde la había conocido por primera vez. Los muebles eran blancos, y una preciosa cama matrimonial con dosel, se hallaba justo en medio.

—Sin duda aquí dormiríamos mucho más cómodos que en mi habitación —le comentó con una sonrisa, sentándose en el borde de la cama.

—Este es la recámara de una mujer adulta, en cambio, tú sigues durmiendo como un adolescente.

Pierce se rio.

—Espera a conocer mi departamento en la ciudad. Allí tendrías qué ver cuán maduro es este adolescente…

Liz se acercó para besarle, pero el contacto con sus labios fue tan intenso, que por un momento temió perder el control.

—Lo siento —dijo ella apartándose después—, me temo que debemos ser precavidos. No quiero que mi madre o abuela se escandalicen…

Pierce la tomó de ambas manos y la miró a los ojos.

—Te quiero, Liz. Estoy feliz de estar aquí contigo. Te eché mucho de menos durante el día. ¿Qué hiciste hoy?

Después de decirle que también lo quería, se dispuso a contarle la visita de Sarah y lo hermosa que se veía con su vestido.

—Lamento no haberla conocido —comentó él con pesar.

—Tenía prisa, pero nos invitó el sábado a su casa. Su padre dará una cena para algunos amigos.

—¿Piensas ir? —preguntó él, pues sabía que a Liz no le gustaba viajar a la ciudad.

—Lo estoy pensando. Creo que sería bueno. Echo de menos a Sarah y hoy nos vimos pero por poco tiempo. No tengo motivos de peso para no ir, y también me gustaría que se conocieran. ¿Quieres ir?

Tenía dudas de que él deseara asistir. Apenas comenzaban una relación y no estaba segura de que Pierce estuviera dispuesto a aceptar esos compromisos sociales.

—Me encantaría —añadió él con una sonrisa—, pienso que será una ocasión perfecta para mostrarte mi departamento.

Ella se ruborizó al escucharle. No había pensado en esa posibilidad. Si la cena terminaba tarde no era conveniente retornar a esa hora para Cooperstown, lo mejor sería dormir esa noche en Nueva York y regresarse al día siguiente.

—¿En tu departamento hay una habitación para huéspedes? —preguntó ella alzando las cejas.

Pierce no sabía si aquello era en serio, por lo que soltó una carcajada, pero le aseguró que en el remoto caso de que no quisiera dormir con él, había dos habitaciones en su casa.

—¿Y tú? ¿Cómo pasaste el día? —le preguntó ella, acariciando su cabello.

Pierce estuvo tentado a hablarle de Kate, pero desechó la idea. ¿Cómo confesarle que había tomado aquellas vacaciones con el propósito de hacer un reportaje sobre ella? No quería hacerle daño, menos ahora que había logrado convencer a Mackenzie de posponer la noticia.

—Te he echado mucho de menos —le confesó él—, pero me complace que hayas visto a tu amiga y que su vestido haya sido justo como lo soñó.

Liz recordó a Sarah y lo que le había dicho, luego negó con la cabeza para alejar el pensamiento.

Vestidos de novia ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora