Estaban llegando a la dirección indicada cuando el teléfono de Liz comenzó a sonar.
—¿Quién es? —preguntó Pierce curioso.
—Es Sarah, debe estar impaciente porque lleguemos.
—¿No vas a contestarle?
—No, si ya casi llegamos…
Pierce aparcó en el gigantesco garaje del sótano y subieron por el elevador. Los Geller poseían una increíble propiedad en un edificio de lujo. Se trataba de un penthouse triplex con vista de 360 grados y espacios al aire libre en la zona de Midtown en Manhattan.
—Tienen mucho dinero —susurró Pierce mientras subían.
—Así es, pero todo esto es demasiado para mí. Prefiero mi hogar en Cooperstown. Es increíble cómo he cambiado en estos años.
—Dudo que antes hubieses sido frívola.
—Jamás lo he sido; Sarah tampoco lo es, pero digamos que yo estaba habituada a este mundo, y hoy comprendo que no es lo que más me complace. Algún día abriré una tienda en Manhattan, pero jamás perderé lo que hasta ahora me ha dado Cooperstown.
Él le sonrió. Le gustaban aquellas palabras, pues en cierta forma él también quería acercarse más a su hogar. No había mejor lugar para formar una familia que Cooperstown, y se la imaginaba siempre con Liz.
La diseñadora se asustó cuando fue la propia Sarah quien le abrió la puerta, más bien esperaba que tal función la asumiera alguien del servicio. Sarah estaba preciosa con un vestido largo de color azul marino, pero Liz de inmediato comprendió que algo le sucedía a su mejor amiga.
—¡Cielos, Liz! —exclamó—. Estoy muy avergonzada…
La aludida frunció el ceño. Sarah no era así, ni siquiera había saludado.
—Hola, perdón —se excusó la joven ante su comportamiento—. Mi nombre es Sarah.
—Un placer, Pierce. —Le estrechó la mano, confundido, y luego Sarah le dio un beso a Liz.
—Te estaba llamando para advertirte en cuanto lo supe, pero no me contestabas el teléfono.
—Es que estaba llegando, quería sorprenderte. ¿Qué pasa? —Liz estaba incómoda porque no los hubiese hecho pasar.
—Perdonen, por favor, pasen. —Sarah le leyó la mente por segunda ocasión—. Pierce, ¿te importaría que hable un instante con Liz a solas?
Él negó con la cabeza, pero no entendía qué estaba sucediendo. Liz estaba nerviosa, le dirigió una mirada y luego se marchó tras Sarah hacia la terraza.
Pierce se quedó sentado en el salón principal, no había nadie, pues los invitados o no habían llegado todavía o se hallaban en otro sitio de la gigantesca vivienda. Suspiró y permaneció tranquilo observando las pinturas modernas y el estilo minimalista de aquel lugar.
—¡Sarah, me estás asustando!
—¡Por favor perdóname! —La voz se le quebró.
—¿Qué es lo que tengo que perdonarte? Por favor, habla de una vez.
—Yo no lo sabía, Liz, te lo aseguro. Fue hace un instante que mi padre me lo advirtió, justo cuando le comenté que te estaba esperando.
Liz se quedó helada al comprender a qué se estaba refiriendo Sarah.
—¿Estás así por Brad?
Sarah asintió.
—Mi padre invitó a la familia de la prometida de él. Yo no los conozco, pero al parecer papá ha tenido algunas relaciones con ellos durante mi ausencia. Aún no han llegado, pero es probable que los acompañe Brad.
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Vestidos de novia ✔️
RomanceLiz huye a un lugar tranquilo lejos del acoso de los medios de comunicación. La mirada del ojo público regresa con la aparición de Pierce, un guapo productor televisivo. *** Liz Wellington, renombrada diseñadora de vestidos de novia, huyó de Nueva Y...