Reminiscencia

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Habían pasado un par de semanas desde que abandonó el poblado. Semanas que, de alguna u otra forma, habían sido realmente difíciles. Había aprendido a lidiar con cada pequeño problema por su cuenta. Cazaba para comer; de vez en cuando, solo si, se encontraba a un despistado transeúnte, buscaba sacar ventaja de este. se había organizado en pequeña cueva en medio de un no tan vasto bosque. pero ahora, tenía un problema incluso mayor que agravaba a cada minuto. llevaba algunos días con fiebre intermitente y el dedo meñique de su mano izquierda se había vuelto grisáceo, las pequeñas heridas en este, segregaban un líquido amarillento, espeso y mal oliente. Había comenzando a pudrirse y si no quería que empeore tenía que si o si deshacerse de él. Sabia que nadie estaría dispuesto a ayudarlo, y tampoco estaba dispuesto a confiar en alguien. Y no era para menos. El mundo le había advertido y recalcado en más de una ocacion que no debia bajar la guardia con nadie. Que al más mínimos descuido la pagaría, incluso con su vida.

Así que, con la experiencia que había ganado en su vida pasada, preparo todo lo necesario para el procedimiento. Junto algunas plantas medicinales e hirbio agua para desinfectar un improvisada cuchillo. También, preparó toallas limpias con las que cubriria la herida. Todo estaba listo y debía proceder. Primeramente, enrollo tela en una ramita que había cortado de algún árbol de madera suave y se la llevó a la boca, mordiendola. Tomo el cuchillo y coloco la mano afectada en el suelo, sobre una de las toallas. El pecho del niño se ensancha y contraía a un ritmo descontrolado, sudaba y sus manos temblaban. No estaba listo para esto. Pero, debía hacerlo. Mordió con fuerza el trozo de madera entre sus dientes. Tratando de mantener sus ojos abiertos y ver como su propio cuerpo era mutilado por el mismo.

Cuando todo terminó. Como pudo, enrollo las toallas con las plantas medicinales en su mano. jadeando adolorido, recargo su cuerpo sobre uno de las paredes de la cueva, dejando la pequeña extremidad incompleta, reposar en su regazo.
Ahora mismo, Nada había cambiado. Nuevamente sus dedos y su mano en si, habían sido deformados, por culpa de Chang. Si las cosas eran así, Entonces, ¿que probabilidades tenía de sobrevivir en el futuro, luego de conocer a Xiao XingChen?. Incluso, puede que el mismo Daozhang muera. Algo en su pecho se sacudió. ¿Podría soportarlo de nuevo? Habían sido 8 largos y tortuosos años, los que había pasado en esa casa de ataúd; solo, junto al cuerpo sin vida de aquel Daoshi de blancas vestimentas. Y a decir verdad, tenía muchas razones para no querer volver a vivir y pasar por eso de nuevo. no era tan fuerte.

—Tal vez... solo tengo que... olvidarme de eso. Jamás volveré a ver a Daozhang... No habra.... más dulces de su parte... no volverá a darme... la bienvenida... si.... asi esta bien... estoy solo... siempre lo estado... no... no es la gran cosa....

Balbuceaba, hablando con mucha dificultad, usando un tono bajo y melancólico en su voz, mientras trataba de auto convencerse de que no necesitaba y no necesitaría nunca, a cierto Taoista, de voz cálida y sonrisa amable.
Que ya no había razones para estar juntos, ni siquiera, para aguardar por él, o para intentar permanecer a su lado... no lo valía. si sea cual sea su decisión, arrastraría a Xingchen al abismo, junto a él. Xue Yang, suspiró. Ahora tenía la opción de salvarlo y lo único que tenía que hacer era evitar que el tonto Daoshi, interfiera en su vida.

Si, era lo correcto.

Debido a la fiebre en aumento y al poco cuidado de su herida, nuevamente había caído inconsciente en el suelo de la cueva.
Y como si fuese una jugarreta del destino o una muy mala broma; con la poca fuerza de su débil y maltratada existencia, abrió los ojos. Fue inesperado no encontrarse solo, incluso, su posición era diferente; estaba recostado sobre paja, es más, sobre él, una fina tela simulando una manta, para cubrir su cuerpo. Miro hacia un costado y a alguien figuarar a su lado. una silueta sentada, elegante y delicada; sus delgados cabellos color noche caían gráciles sobre su tierna espalda cubierta por telas blancas y grises con patrones que ya reconocía... y ese sutil pero encantador aroma a incienso y magnolias.

—D-Daozhang...—Murmuró débilmente.

Ni siquiera, estaba consciente de si lo que miraba era real o era un absurdo reflejo de su subconsciente, burlándose de él tan descarada y cruelmente.

—Tranquilo, no te muevas... tus heridas son graves y es necesario guardar reposo. —Respondió aquel joven de blancas vestiduras.

Su voz... esa voz tranquila y amable retumbó en sus oídos.
No le importaba si se trataba solo de un sueño. Estaba junto a él, ahora y habia tanto que ansiaba decir: que existía el remordimiento, además de tantas cosas que deseaba enmendar, que lo extrañaba, que quería volver a los días en los que podía estar, hablar y comer junto a él, como si esa realidad fuera lo más natural... que se arrepentía... pero, nada de eso pudo salir de su boca, salvo

—Daozhang... Daozhang. Perdón.... lo siento... Daozhang... no me abandones... no quiero que me dejes..... perdóname... por favor... Dao... Daozhang...

No estaba en total conocimiento de sus actos. Sentirse vulnerable nunca fue de su agrado. Más aún, cuando era consciente de su desventaja, de su realidad, de su fragilidad. Así que, esa tarde se aferró a la ropa del jovencito sentado a su lado. Que aunque desorientado, sin entender el porqué de las súplicas y llanto del menor, coloco suavemente su mano sobre la cabeza del niño acariciando con gentileza, buscando darle un poco de Consuelo.

—Esta bien, deja  de preocuparte y no llores mas. Es momento de descansar. Este Daozhang no te abandonará.

Sus palabras habían sido simples y pocas. pero fueron suficientes para tranquilizar el corazón afligido del pequeño Xue Yang. Quien poco después de caer dormido en el regazo del chico, fue acomodado de regreso, en lo que ahora, podría considerar, su cama.
La noche avanzó sin ser notada. El menor de ambos había tenido una corta y agitada estadía en su nueva vida, estaba cansado, de muchas formas y lo único que esperaba era poder dormir sin interrupciónes por muchas, muchas horas. Y así fue.
De vez en cuando podía sentir el tacto de manos gentiles sobre su cabeza o el amargo de la medicina en su boca. ¿Alguien lo estaba cuidando?

Al abrir los ojos se encontró con la cueva iluminada por la luz de la mañana, en completa soledad.
¿había sido todo parte de un sueño?
Ni siquiera sé molesto en mirar al rededor. No descartaba el hecho de que alguien había estado encargandose de él. Sin embargo, sabía que no se trataba Dao XingChen. Era imposible. Por las fechas, el Taoísta no podría estar en ese lugar y aquel bochornoso espectáculo, fue solo un reflejo de sus propios deseos. Después de todo, no era la primera vez que lo veía entre sueños y al final, Xiao XingChen siempre se iba.

En efecto, estaba avergonzado y sus síntomas habían disminuido considerablemente. Por lo que, sintiendose mucho mejor, decidió que ya era hora de seguir. De todas formas, no le apetecía ver la cara a quien le rogó, "no me abandones" creyendo en sus delirios con Dao Xingchen.
"Además, esto seguramente no será gratuito." Pensó, mientras tomaba de la cueva lo que creia realmente importante y así abandonó el lugar. Sin detenerse, sin mirar hacia atrás.

......

No tenía razones para permanecer ahí. ¿Verdad?
Esa persona a quien se aferró tan desesperadamente. Quien lucía y olía como él, no era Daozhang, ¿verdad?...

Su recuerdo, su voz, los suaves toques en su cabeza y mejillas, la sensación que dejaba entre sus dedo el sentir los negros cabellos deslizarse entre estos, el aroma a incienso y flores...
Todo... era algo que jamás olvidaría...
Estaba consciente de eso...
Si, era estupido negarlo...

Hasta aquí la tercera parte

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Hasta aquí la tercera parte.
He estado teniendo problemas con la redacción.aun asi, espero que sea de su agrado.

Gracias por leer, votar y comentar ♡

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