Antes Del Alba.

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Desde aquel último encuentro con el Daoshi de blancas vestimentas, un sentimiento de aflicción se ha instalado permanentemente, en el pecho de este aciago delincuente. El temor de no ser suficiente, de no ser digno, de perder; estaba en constante conflicto con la rabia y el odio, que lo aflige y del que no se puede deshacer.
Querer destruir el mundo. Pero, salvarlo a él.
La voz, que en algún momento, sintió tan clara y el  suave tacto, calido y reconfortante, inaguraban ahora, un sentimiento de soledad; que cada vez, calaba más y más profundo.

Con las noches más largas, y los días más cortos; el último trimestre del año, siempre había sido especialmente frío.
Aun así,  esta ocacion, se sentía meramente diferente. El ambiente nocturno, invitaba a la tristeza.
Era adecuado. Casi, poético.
Sin luna, ni estrellas; en completo silencio, cómplice de la oscuridad, Xue Yang aguardaba por la señal, que le daría pie para iniciar la intención, que por años había forjado.
Entre tanto, como un predador acechando a su presa; esa noche, el joven delincuente observó, con gran regocijo, como Chang Cian luchaba con desesperación, por mantenerse con vida; mientras era accediado por un centenar de cadáveres vivientes. Atacando con fervor, uno tras otro, sin proporcionarle ninguna herida mortal. De eso, se encargaría el mismo Xue Yang.

Totalmente sucio de sangre y polvo, con sus ropas en desorden y sus cabellos mal colocados, daba una apariencia tan lamentable. Totalmente patético.
Xue Yang se sintió muy complacido, al verlo así: Jadeando, con sus rodillas en tierra, debil y con múltiples pequeñas heridas sangrantes.
el hombre al mando del clan YueYangChang, ya no podía, ni siquiera, sostener su espada. Había sido derrotado. Aunque claro, la noche apenas estaba comenzando y las cosas no terminarían tan fácilmente para él. Y, antes de que llegue el alba, Xue Yang, iba a desquitar, con creces, lo que le fue arrebatado.
Antes de morir, este hombre mal herido, tendría que verse cara a cara con el niño, que unos cuantos ayeres atrás, había humillado y maltratado.

¿Se lo merece? Claro que si. Chang Cian, nunca fue un hombre recto o admirable.
Todo lo contrario; carecia de calidez y sus facultades humanas, dejaban mucho que desear. Aún siendo líder de clan, era alguien apático, soberbio, deshonesto, cruel, déspota, arrogante y engreído.
Alguien, quien se merece todo lo malo que le pueda traer la vida. Y ahora, el pasado estaba aquí, para cobrar su factura.

—Te acuerdas de mi, ¿verdad? —Una voz, sobre cargada de odio, se hizo escuchar. y la figura de un joven muchacho, de no más de 15 años, se mostró ante el agonizante Chang.

Aun si la interrogante había sido lanzada; Por parte del moribundo, no hubo respuesta.

Xue Yang, se inclinó en cuclillas, mirando el rostro de aquella peste.
El que su enemigo esté al borde de la muerte, sin su permiso, solo lo enfurecia más.

—Vamos.~ viejo Chang, no te atrevas a morir, aun. Vamos. Vamos a jugar juntos, un poco más.~  —Mientras daba sus "palabras de aliento" hacia el mayor, golpeó un par de veces, el rostro del hombre, con su mano desnuda.

Pero, nuevamente, no hubo respuesta.

No era esto, lo que quería.

—¡RESPONDE! —Grito, invadido por la cólera.
Entonces, empuñando su daga y haciendo uso de toda su fuerza, apuñaló el muslo derecho de Chang; hundiendo el arma hasta el mango; moviendo bruscamente, hurgando entre la carne y el hueso.
Los gritos desgarradores, llenaron la noche como una hermosa sinfonía para Xue Yang. Y este, no se preocupó por acallarlo. Después de todo, esto, era lo que estaba buscando: Los aullidos de dolor, de una bestia.

En esta oportunidad; entre las tinieblas del manto nocturno, el joven delincuente, se dio la libertad de saciar su crueldad, a gustó, en el cuerpo de Chang Cian.
Como había jurado, en un principio; removió los ojos y rompió cada uno de sus dedos, lacero centimetro a centimetro la piel, hasta no dejar nada intacto, perforó órganos no vitales. Y, cada cuanto, tambien se tomaba el tiempo de curar las heridas más graves. con el único fin, de seguir con saña, torturandolo. Contrario a esto, Chang estaba totalmente agotado, el dolor era demasiado. Aún si así lo quisiera, su vida no podía ser alargada un minuto más.
Xue Yang, estaba consciente de esto. Después de descargar su rencor y aborrecimiento, sobre el mayor; justo cuando se disponía a dar el golpe final y atravesar el corazón de este hombre con Jiangzai, algo que se salía totalmente de sus planes, interrumpió.
La espada de Xingchen, se levantó hacia él y el cuerpo del Daoshi, escudo al moribundo Chang.

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