Luna Eterna y Efímera.

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El mundo, es un lugar demasiado grande y buscar a una persona así, podría resultar en una absurda pérdida de tiempo.

Xingchen, usualmente se movía entre lugares remotos; lugares, a los que, no cualquiera se atrevería a ir. pero, pese a su apariencia de inmortal; él, seguía siendo humano. Y, había momentos en los que necesitaba detenerse, tomar en calma una taza de té, disfrutar del paisaje y sentir la cálida brisa acariciar sus  mejillas.

Frecuentemente, utilizaba estas oportunidades para acercarse a alguno de los lugares más concurridos de los poblados que visitará. posadas y restaurantes;  preguntando si conocían o habían visto a, cierto, reacio joven.
Las descripciones de Xingchen siempre fueron muy ambiguas; pues estaba consciente del paso del tiempo. Por ende, no sabía cómo aquel niño habría cambiado en su apariencia. La única especificación en la que siempre hacía énfasis, era: "le falta el dedo meñique, de su mano izquierda."
Aunque, en la mayoría de sus intentos, obtenía una negativa; esta vez, alguien, le dio la pista que buscaba.

Un comerciante que se encontraba sentado, a un par de mesas de él, escuchó las preguntas que el joven Taoísta realizaba, con gran interés, a su mesero. Para el mercader, fue inevitable chaquear su lengua. Estaba irritado. Ya que, de hecho, Xue Yang, un par de dias atrás, había intentado asaltar, la caravana en la que él, viajaba.
Aquel hombre narraba con gran desprecio lo ocurrido, esa funesta noche, sin escatimar en insultos y ofensas hacia el joven delincuente.

—Ese bastardo... Afortunadamente, lograron herirlo. Espero, ya esté muerto, en alguna zanja y que los cuervos ya le hayan sacado los ojos. —Culminó su charla, sin ningun tipo de recelo.

Xingchen no podía creerlo. Estaba sorprendido y de cierta forma, frustrado.
Antes de marcharse, pidió un poco más de información al comerciante sobre la ubicación de los sucedido. Por supuesto, no se le negó.
Suponía que por su herida; el joven, debía estar cerca al punto, donde el asalto había tenido lugar.

No perdió tiempo y se encaminó lo más rápido que pudo. Peinando la zona, busco por todos lados y justamente, cuando comenzaba a pensar en otra posibilidad, con el sol a punto de ponerse, logro reconocer una figura, que débil caminaba, apoyándose en las estructuras de las casa cercanas. de vez en cuando, se recargaba en una de estas paredes, para recobrar el aliento y poder continuar. Para Xingchen, no había duda. Por supuesto, se acerco para brindarle ayuda, apresuradamente.

—¿Que haces? Estas herido —Hablo Xingchen, intentando revisar las heridas del muchacho. Pero, como era de esperar, la otra parte se lo impidió.

—¿¡Tú, de nuevo!? ¡Que mierda? ¡No me toques! ¡Aléjate!

Hubo un pequeño forcejeo, entre ambos. Dado que, el más joven, trataba de alejar al Taoísta; aún, con la poca fuerza que le quedaba en su maltrecho cuerpo. Mientras, por otro lado, Xingchen, esperaba calmarlo. Pese a que él mismo, estaba alarmado al ver la cantidad de sangre, saliendo de uno de los costados.
Al final, Xue Yang al estar física y mentalmente agotado, terminó inconsciente. Esto, de alguna forma, hizo que el Daoshi de blancas vestiduras, sintiera alivio.
Suspiro.
Procurando ser cuidadoso, se hizo cargo de el chico que ahora permanecia dormido, en sus manos; lo levantó en su espalda y dirigiéndose a una posada cercana, camino a paso lento. Pero, firme.

Con la promesa de no causar problemas y de pagar por cualquier eventualidad, la propietaria accedió a dejarlos entrar.
Ya en la habitación. Xingchen, aún sí, abrió las ropas de Xue Yang; comenzando la curación, limpiando la herida y cambiando los vendajes, aun, seguia sintiéndose conflictuado por lo que el joven había hecho. Irrelevantemente, si falló o no... La intención es lo que cuenta... ¿verdad?
Con este pensamiento en mente, cubrió, entre las mantas, a esta persona y aguardo para escuchar lo que tendría que decir, al despertar.

•SAUDADE• •[XueXiao]•Where stories live. Discover now