Promesa [•Extra•]

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"El clima comienza a ponerse un poco más frío. Probablemente, llueva más tarde"

Escucho a su hermana mayor, mientras descendía por los escarpados caminos de aquella montaña. ¿Su objetivo? Habían rumores de espíritus turbando la paz de una pequeña Aldea de artesanos; personas, que duramente trabajaban para alcanzar su sustento diario y no tenían dinero para contactar a una secta grande y poderosa que acudiera a su ayuda. Por lo mismo, aquella amable y carismática mujer, se había tomado el atrevimiento de involucrarse e intentar ayudarlos.

Xingchen, la seguía. Más aún, la admiraba y aunque, en si, no eran hermanos de sangre; era lo más cercano que tenía a una familia. Solo ella, su maestra y él...

-Xiao Xiao, eres fuerte... y muy valiente~ -hablo con voz cantarina, la mayor entre ambos. Provocando así, un pequeño sonrojo y la sonrisa más dulce por parte del menor. -por eso, siempre cuida de los que no pueden hacerlo. Hay muchas personas pidiendo ayuda a gritos... aunque, su voz no resuene ni un poco. -afirmó, con una dulzura tacita y melancólica. Mientras, se detenía frente a una cueva al pie de la montaña y aunque estaba parada frente al pequeño Xingchen, sus ojos no se apartaron de aquella gruta.

-así lo haré, Jie. -dijo Xingchen, deteniendo sus pasos a la par de su mayor. Sin poder evitarlo, sus ojos también buscaron en el interior de esa hendidura entre las rocas, aquello que su hermana miraba con tanta aflicción.

-Xiao Xiao, ¿puedes esperar aquí, a que regrese? -aun, sin obtener una respuesta verbal por parte de niño, comenzó a avanzar hacia su destino; no había nada más que decir, la expresiónen en el rostro del mas joven le brindó todas las respuestas que buscaba. Camino y se alejó del lugar. No sin antes, dedicar unas palabras más a su menor. -No olvides lo que tu Jie, dice.

Aquel niño de blancas vestiduras, el mismo quien no pudo responder a la dama que lo acompañaba (por su evidente estado de shock) se adentró a la cueva con rapidez, encontrándose con un pequeño. incluso, más pequeño que el mismo; inconsciente y desangrándose por una herida en su mano izquierda.
No era difícil deducir que este niño, mal cuidado y herido, no tenía a nadie en el mundo. Es decir, ningún familiar que lo amará, lo dejaría solo, sobre el frío suelo de la cueva, sin ninguna clase de abrigo o tratamiento a su herida.
Xingchen, suspiro. Ahora, entendía la mirada de su hermana.

Sin perder un segundo más de tiempo y con extremo cuidado, acomodo la frágil existencia entre pajas que encontró regadas por el lugar, cubriéndolo con su túnica exterior. para así, intentar darle un poco más de calor.
Preparo medicina y cuido diligentemente hasta que el niño abrió los ojos. Sorprendentemente, lo primero que salió de los labios del menor fueron suplicas y la petición de no ser abandonado.
Esto hizo que el corazón del pequeño Taoísta se apretara en un inesperado malestar.

Xingchen, lo prometió.
"Este Daozhang, no te abandonará"
Lo que no imagino, es que: al volver a aquella cueva; luego de bajar a un río para recolectar agua, asearse y lavar las telas que había usado en la curación, aquel pequeño niño, ya no se encontraría en el mismo lugar y aunque, lo busco por los alrededores y caminos cercanos, ya no había rastro de él. Se había ido.

 Se había ido

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Bueno.
Este no es un capítulo, como tal. Aunque, no estaba segura sobre: si publicarlo o no. Espero que sea de su agrado.

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