Capítulo 12

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Siguió a Deulso a través de pasillos y patios mientras se preguntaba que le haría. ¿Lo golpearía? En caso de ser así, lo mejor sería atacar primero, pero no era capaz de lanzarse contra una persona por la espalda de manera que tendría que esperar a llegar al sitio y una vez allí adelantarse. Pero ¿dónde golpearlo? ¿En la entrepierna? No es que le agradarse hacer aquello, pero debía ser realista y aquella era la mejor opción. Golpearle con todas su fuerza y aprovechar para huir. Claro que ¿huir a dónde? No podía salir de la ciudad celestial, eso sin contar con el escándalo de que dos familiares se peleasen sin permiso. Aunque si pensaba que la opción era que Deulso le diese una paliza a él... No, prefería lo primero. El problema era que una vez que lo derrotase, si lo conseguía, no serían uno o dos los que querrían a retarle para comprobar cómo alguien como él pudo vencer al ganador de aquella reunión. Algo muy doloroso.

Se detuvo al darse cuenta de que llegaban a un patio, donde Deulso se detuvo entrando en la habitación y él respiró hondo. Primero saldría ileso en la medida de sus posibilidades de allí, después ya se encargaría de lo demás y se iba a preparar, cuando vio que Deulso regresaba con un cuchillo haciendo que se detuviese sorprendido ya que nunca creyó que fuese de aquel tipo, entre otras cosas porque él nunca había hecho nada que mereciese tanto odio. ¿Y ahora cómo iba a salir vivo de allí?

—Necesito tu ayuda —le explicó Deulso tendiéndole el cuchillo.

—Ayuda —repitió sin dejar de mirar el cuchillo cuando por fin su cerebro entendió lo que le decía—. ¿Ayuda? —preguntó mirándolo.

—Enséñame a cortar la fruta —contestó y en ese momentose dio cuenta de que, en la otra mano, Deulso tenía una manzana.



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—Felicidades... por tu victoria de esta tarde —comenzó. No es que tuviese interés en especial por hablar, pero debía admitir que después de media hora en completo silencio junto a Deulso con un cuchillo en la mano, necesitaba distraerse.

—¿Acaso no piensas que hay algo extraño? —le preguntó Deulso sin mirarlo y él iba a contestar cuando al ver su expresión se detuvo.

—No. Es cierto que corren muchos rumores —admitió mientras afilaba el palo que cogió para matar el tiempo—. Siempre existen, pero nadie que haya estado presente puede decir que tu victoria fue injusta. Que cualquiera de ellas lo fue.

—Pero ayer estaba distraído.

— Y aun así ganaste. Además, el señor Haeng nunca ha usado su poder en sus propios familiares. Nunca— repitió.

—Parece que lo conoces bien.

—Desde que el señor Jeon me creo, ha insistido para que sea cedido y pase a ser su familiar —admitió suspirando cuando al ver como lo miraba Deulso se centró en el palo—. Pero no creo que de verdad me quiera como su familiar —añadió con rapidez—. Creo que más bien me ve como... una mascota que en realidad no desea.

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