CAPITULO 14. Ohio State

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No podía dormir y apenas quedaban cinco horas para poder levantarme. Nuestro vuelo salía a las 7 de la mañana, lo que significaba que el taxi llegaría al as cinco de la mañana para llevarnos al aeropuerto, y sin embargo no logro conciliar el sueño. Mientras más pasaban los minutos más me angustiaba no poder dormir, por lo que estaba en un círculo vicioso de insomnio.

Pero la verdad era que no lograba dejar de llorar.

Rámses me abrazaba mientras dormía, las distintas respiraciones de mi familia es lo único que se escuchaba en la habitación y eso era porque yo intentaba con todas mis fuerzas que no se escuchara mi llanto.

Hasta que se abrió la puerta de la habitación y la figura de mi abuela apareció en la puerta.

—¿Te desperté o ya estabas despierta?—susurró.

—Ya estaba despierta—respondió por mi Rámses y me animó a salir de la cama para acompañar a mi abuela.

Me conocía tanto, que sabía que a pesar de estar llorando solo quería sentirme en sus brazos; y tanto me conocía mi novio que sin yo decirle nada, estaba seguro de que quería pasar las últimas horas con mi abuela.

Mi abuela sonrió, me quedó claro que ella también aspiraba a pasar las ultimas horas conmigo. Tomé mi almohada y la acompañé hasta su habitación donde me acosté a su lado en la cama. Ella estaba acostada del lado que era de mi abuelo, un lugar que había invadido desde el momento en que llegamos.

—Yo tampoco podía dormir. Siempre es difícil cuando me despido de ti, pero esta vez es más dolorosa.

—Me da miedo no volver a verte—confesé limpiando mis lágrimas.

—No me voy a morir, mi niña, pero entiendo el miedo que sientes, a nuestra edad cada día es una bendición y cada día nos sentimos más cerca de marcharnos. Es el mismo miedo que me da cuando me despido de ti, porque no sé cuántos días me quedan, espero que muchos y que aún no esté viviendo la propina de la vida, el extra tiempo. ¿Mantendrás la promesa de seguir viniendo?

—Por supuesto que si, abuela. Vendré 2 veces al mes y todas las demás veces que pueda. No quiero que te estés estropeando por los viajes, pero también me gustaría que fueses a visitarme y pases conmigo algunos días.

—Oh mi niña, eso ya está arreglado porque tienes unos papás formidables. Ameth puso a disposición sus recursos para que yo pueda viajar cómodamente. Y Hayden vendrá a buscarme para que yo no viaje sola, además es doctor, se que busca cuidarme. Francamente, puedo acostumbrarme fácilmente a que me consientan de esta manera.

—Ellos son fabulosos, abuela, pero ninguno es mi abuelo—y ese era el vacío que más me pesaba y que nunca podría llegar, la pieza que me faltaría siempre—, y a él lo dejaré acá.

—No, a él también lo llevarás contigo...

—Yo lo sé—repetí un poco frustrada de que mi corazón no entendiese de que mi abuelo siempre estaría a mi lado, su recuerdo siempre me acompañaría—, aunque no termino de acostumbrarme a la idea.

—En realidad, una parte física de él, siempre estará contigo.

Mi abuela se reincorporó en la cama y encendió la luz de su mesa de noche, abrió la gaveta y sacó una caja. Cuando la abrí adentro había un collar plateado, con un dije rosado en forma de lágrima, con pequeños puntos grises que brillaban con el reflejo de la luz que me hipnotizaron.

—Las cenizas de tu abuelo nos las dieron el mismo día de la cremación pero ya habíamos hablado de lo qué quería hacer con ellas, esto era una de esas cosas. En esta gema están parte de sus cenizas, para que siempre lo lleves contigo. Tu abuelo era un gemólogo amateur, no sé si lo sabías.

No Juzgues La Portada 3Where stories live. Discover now