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Joel deja que Erick se apoye en él mientras continúa masajeando su cuero cabelludo, esparciendo adecuadamente el shampoo con aroma a frutilla, aunque más parece el de un bebé. Pensándolo bien, Erick sigue actuando como un bebé para ser consentido por cualquier miembro de la familia Colón y Pimentel. Pequeño diablillo. Retomemos el tema. Luego de aquella súplica quedaron inmersos en el silencio, un poco abrumados, sin embargo, no tenían ganas de siquiera respirar o decir algo estúpido como en otras ocasiones. Su pene continuaba en el interior del menor, pero hasta comprendía la situación porque toda excitación que hubo antes abandonó su cuerpo y su mente. Fue muy extraño. No recuerda la última vez que vio a Erick tan frágil y vulnerable por una bestia como esa. Incluso era Erick quien siempre lo calmaba a él.

Tal parece que fue un abrazo reconfortante, porque los sollozos no tardaron en hacerse notar, seguido de los temblores. Con ello sí tuvo que apartarse —a duras penas y en contra de su voluntad—, digamos que ya no percibía que Joel 2, esté de su lado. Era un sucio traicionero. Un gran y vil traicionero.

—Hace mucho que no compartimos una ducha tan... no sé cómo llamarla.

—¿Rara?

—Agradable —contesta en un dulce susurro, dejándose mimar igual a un gatito que aprueba las lamidas de su madre.

Vuelven a quedar en silencio.

—Joel, yo... —se aleja de aquel cálido lugar—. Yo... Uhm. ¿Puedo hacerlo?

—¿Quieres lavar mi cabello? —Erick asiente, hasta que abre la boca indignado por la siguiente pregunta estúpida que escucha y acaba dando un golpe en el abdomen a Joel—. ¿Alcanzas?

—¡Oh, vamos! No soy un enano. Además, si me paro de puntitas lo consigo.

—De acuerdo, pero no me dejes calvo. Que estos —acaricia su cabello y enrolla un rizo en el índice mientras hace un mohín que provoca una sonrisita ladina en Erick, achinando sus ojitos y creando arruguitas a cada costado; para luego soltarlo y bajar la mano a su miembro viril, presionando leve— y esto, consiguen buena noche de goce si están en óptimas condiciones.

Erick ríe mientras Joel se coloca a su altura. Vierte de manera directa un poco de shampoo y comienza a mover los dedos suavemente, como si estuviese amasando la masa —"pues qué otra cosa sería"— de sus galletas favoritas. Trocitos de chocolate con avena.

—No te recordaba tan puerco, asquerosa rata.

—Sí, claro, como no —manifiesta sarcásticamente.

—Odio el sarcasmo.

Erick frunce la nariz cuando siente que va a estornudar, resulta ser una falsa alarma. Vuelve a su labor, tirando en ocasiones de los perfectos rizos solo para joder la paciencia de Joel y escuchar sus quejas. Son bonitos. Muy bonitos. Nunca se enredan en sus dedos a menos que haya estado jugando por mucho tiempo con ellos o los haya envuelto demasiado mientras Joel penetraba su estrecha entrada y mordía su hombro hasta hacerlo sangrar. Ahora que lo piensa, si un día termina sin un pedazo de piel será culpa de Joel y sus complejos de animal en celo. Otra atribución muy tonta desde que se junta con el rarito de Christopher.

—Porque no lo sabes utilizar.

—¡Claro que sé! Pero mi lenguaje está muy avanzado para los estúpidos que estudian conmigo y hacen llamarse compañeros, pues lo único que son, en sencillas y resumidas palabras... ¿Cómo decirlo? ¿Inútiles que derrochan el dinero de sus padres en borracheras y no en cosas provechosas?

—Uhm, no. Es imposible acomodar a todos en un solo saco por actitudes de otros.

—Tienes razón, tampoco es tan así. Pero lo de estúpidos, no se los quita nadie —acota sinceramente.

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⏰ Last updated: Jul 06, 2021 ⏰

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Vírgenes hasta el matrimonio || JoerickWhere stories live. Discover now