· · 𝐷𝑖𝑒𝑐𝑖𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒 𝑎𝑛̃𝑜𝑠 ❞

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· · Diecinueve años

Un par de chasquidos se lograrían escuchar en el recinto si tuvieran apagada o en silencio el televisor. Pues ninguno tiene un atisbo de interés en la película que pusieron. Una de caricaturas porque es de noche y ambos son muy miedosos.

—¿Todavía quieres mis gérmenes, mocoso? —se mofa Joel, llevando su pulgar a la comisura de Erick para así quitar los rastros de saliva por el reciente beso.

—Cállate, idiota —murmura, acomodando su cabeza en el hombro del mayor.

Se encuentran en la alcoba de Erick, ajenos a la reunión que sus padres realizaron por ser cumpleaños de Noah. Erick mintió diciendo que su cabeza dolía y necesitaba dormir porque así se iría la molestia. Arrastró en el camino a Joel, luego de patear su pierna para que siguiera el juego y quitara la mueca de confusión.

Después de aquella vez que recibió su primer beso —y los "gérmenes" de su amigo—, evitó a toda costa la presencia de Joel. Meses más tarde hicieron como si nada y ninguno volvió a tocar el tema porque fue un accidente. A cualquiera le puede suceder. Sin embargo, en su cumpleaños número quince, Joel nuevamente lo besó —ahora no fue una simple presión— argumentando que era lo único que tenía para regalarle.

Quedó como una costumbre que solamente ellos saben. Besos compartidos en la soledad de sus habitaciones.

—¿Qué ocurre, bebé?

Joel ha notado que Erick está más callado de lo normal y no anda pegándole o quejándose a cada rato. Un comportamiento extraño, poco inusual. Su pequeño amigo es una bomba de explosiones, cada ocurrencia es más rara que la anterior. Y ahora... es como si la dinamita hubiese desaparecido de su cuerpo.

—Jessica me dejó porque no accedí a tener sexo con ella, igual como lo hizo Flavia, Beatriz y Paolo.

—¿Paolo? ¿Quién mierda es ese? Nunca me contaste.

—Ups. Fue cosa de tres días.

—No duras más de un mes con ninguna —le recuerda el mayor.

—Tú tampoco.

Erick gira y queda sentando en los muslos de Joel, mira con tristeza al rizado mientras forma un adorable puchero.

La ternura brota por cada uno de sus poros.

—¿Soy el problema?

—No, mocoso —sujeta su rostro con ambas manos brindando una simple caricia a la mejilla del menor y lo besa despacio. Lento. Tomándose todo el tiempo del mundo—. En todo caso podemos ir a arrojar huevos a sus casas, recuerda que Noah me apoya igual que Astrid.

—Ustedes son estúpidos.

—Nosotros te cuidamos.

Joel se acomoda mejor en la cama, abrazando a Erick sin despegar sus labios. Comienza a tocar un poco de su piel por debajo de la remera blanca, escuchando un débil gemido que hace palpitar una parte en específico de su cuerpo.

—Erick —susurra.

—Hay que intentarlo, por favor. Quiero descubrir si yo soy el problema —susurra mordisqueando muy suave la mejilla de Joel—. Por favor.

—No deberíamos, sabes que jamás he sido infiel a nadie. Y ahora estoy con Lía.

—Dos semanas, Joel. Nunca duras más.

Pimentel toma una gran bocanada de aire antes de quedar sobre el cuerpo menudo, sus dedos levantan la remera hasta terminar lanzándola lejos de ellos. Repite lo mismo con su camisa.

—Dios, Erick. Un día me vas a matar si continúo cumpliendo tus caprichos.

—Ven aquí, idiota. Hazme feliz, ellas destruyen mi corazón —rodea el cuello de Joel, mordiendo su labio inferior—. Yo voy a entrar.

Joel se aleja, queda apoyado sobre sus codos y comienza a reír.

—Don comedia apareció.

—¿Y ahora qué?

—Entraré yo —responde decidido, dando unas cuantas lamidas a los labios hinchados de Erick—. Siempre es así.

—Siempre se puede cambiar —contradice.

—Erick.

—Joel.

Mantuvieron una discusión por diez minutos, tirándose las almohadas y olvidando lo que estaban por hacer. Poco después acordaron en realizar una pijamada, Joel no tenía ganas de ir a su habitación o salir de fiesta con sus amigos, pero sí había quedado con un problema dentro de los pantalones cuando Erick inocentemente —claro que no fue así—, empezó a restregar su trasero mientras el beso subía de temperatura. Al poco rato Erick se quedó dormido en su pecho.

Una de la mañana y Joel seguía con ambos ojos abiertos, el sueño no llegaba a su cuerpo.

—Mocoso atrevido —murmura, quitando los mechones que caían sobre la frente de Erick—. ¿Cómo te atreves a quedarte dormido encima de mí cuando tengo el pene más duro que una roca?

Erick golpea su pecho.

—Quiero dormir. Cállate.

—Tengo ganas de hablar.

—Mmh... déjame en paz —balbucea. Un bajo gemido se escapa de sus labios al sentir presión en su cintura—. Joey.

Iniciaron otra discusión por la falta de lubricante y condones. Hasta fingieron dormir cuando Noah ingresó a la habitación porque se escuchaba mucho ruido. Bueno. La risa de Erick no era muy delicada, más aún cuando el mayor le hacía cosquillas.

Al final Erick descubrió dos —maravillosas— cosas: los dedos y la lengua de Joel podían llevarlo al cielo.

¡Oh! Y también que iba a necesitar más que sus manos para callar sus gemidos.

╭─────────►N O T A*ૢ✧ᝂ


𖦹 Lamento la demora.
│ No pensé que fuesen tan rápidas.


𖦹 Último capítulo de los
 recuerdos.

𖦹Los siguientes no tendrán
saltos en el tiempo.


𖦹 Espero que les guste.


𖦹 Besos🖇️

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Vírgenes hasta el matrimonio || JoerickWhere stories live. Discover now