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Contemplo con un gesto de desaprobación la montaña de ropa sobre mi cama, frunciendo ligeramente el ceño. ¿Qué se supone que debería ponerme en mi primer día en una nueva escuela?
—¡Caperucita! Papá dice que tienes que darte prisa, el desayuno está listo—, anuncia Rory al entrar a mi habitación mientras Fred, su gato, se desliza de sus brazos y ella sacude los pelos que ha dejado sobre su overol mostaza.
—Dile que voy enseguida, bella durmiente—, respondo acercándome a ella para darle un beso suave en la cabeza.
Mi hermana asiente y sale de la habitación mientras me apresuro a vestirme. Me coloco la mochila sobre el hombro y salgo de la habitación hacia el comedor, donde veo que Rory ya está sentada disfrutando de un bol de su cereal favorito, Froot Loops.
—Tu desayuno está servido, cariño—, indica mi padre con la espátula, señalando un plato de vidrio con hotcakes. —¿Quieres que te lleve a tu primer día de escuela o prefieres ir sola?
—En realidad...— comienzo a decir, mirando a mi padre con atención. —Robby se ofreció a acompañarme—, digo mientras añado miel a mis hotcakes.
—Está bien—, responde mi padre simplemente. —Solo tengan cuidado y avísame cuando lleguen.
Asiento con una sonrisa y me dispongo a desayunar mis hotcakes mientras observo las caricaturas que Rory ha puesto en la televisión. Después de terminar mi desayuno y lavar mi plato, me levanto y beso la coronilla de Rory y la mejilla de mi padre.
—Ya tengo que irme—, digo mientras me levanto y tomo mi mochila. —No debería llegar tarde en mi primer día.
—Que tengas un buen día y trata de no meterte en problemas—, alcanzo a escuchar la voz de mi padre mientras salgo del departamento, mientras murmuro un "no lo prometo".
Camino hacia el apartamento de Robby, sintiendo cómo mi corazón empieza a latir con fuerza antes de que me dé cuenta de que ya estoy tocando su puerta. En pocos minutos, la puerta se abre y veo a la mamá de Robby, Shannon, que me recibe con una sonrisa con labial rojo perfectamente aplicado.
—Hola, querida—, dice abrazándome rápidamente con cariño, y yo le devuelvo el abrazo. —Robby está terminando de arreglarse, solo tardará unos segundos—, añade antes de salir del apartamento, dejándome sola.
Camino un poco por el apartamento y me dedico a observar las fotos en los marcos. Tomo una donde un pequeño Robby se encuentra vistiendo un uniforme de fútbol y sosteniendo un balón en sus manos.
A los pocos segundos, Robby aparece con una sonrisa frente a mí, su cabello rubio aún ligeramente húmedo. —¿Estás lista para tu nueva escuela?—, pregunta, a lo que niego con la cabeza, provocando una sonrisa amable en su rostro.
En el trayecto hacia la escuela, hablamos de todo un poco y nada a la vez. Incluso noto cómo entrelaza nuestras manos, lo que me hace sonreír ligeramente. Hablamos de muchas cosas sin sentido hasta que me doy cuenta de que ya estamos cerca de mi nueva escuela.
