63. Ser abuelo

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- Alexa –le llama su padre, la observa perdida, jugueteando con la comida.

- ¿Sí? –Vuelve a la realidad.

- Me dijeron que vieron a Jerome en la empresa –repite y Alexa asiente.

- ¿Qué intentas ahora? –Se interesa el hombre.

- ¿De qué? –La distraída Alexa no puede mantener la cabeza en la conversación, está sumamente emocionada porque está a punto de vivir su último día en la empresa y finalmente podrá visitar a su pequeño.

- Con Jerome, con la empresa... con todo, –la mujer intenta mantenerse en la conversación– justo cuando Daven se va, llamas a Jerome.

- Papá, yo no provoco todo lo que sucede en el mundo –es su respuesta.

- Te conozco...

- Conocías a la Alexa que hubiera buscado hacer otra mala jugada a Daven, pero mis prioridades han cambiado ¿sabes? –El hombre no puede creerlo.

- El hombre está casado, tú misma me mostraste su familia ¿tu prioridad es tenerlo de vuelta? –Ella niega de inmediato.

- Mi prioridad es mi hijo, –el padre la mira completamente confundido– el niño al que sostenía Jerome en aquella foto, es hijo mío.

- ¿Qué estás diciendo? –David sigue sin poder creer lo que escucha de Alexa.

- Pasaron muchas cosas que mantuve lejos de la empresa...

- Pero yo soy tu padre, maldición, no la jodida empresa –regaña, bastante molesto.

- Sé honesto contigo mismo, papá, casi toda mi vida fuiste muchas cosas, mi jefe, el hombre al que debía impresionar, mi verdugo, mi juez, pero no mi padre, no alguien en quien pudiera confiar ciegamente –se sincera Alexa y los ojos de David se llenan de lágrimas ante esas palabras.

- ¿Así es como me ves? –Se interesa.

- Las cosas han cambiado un poco, desde hace un par de meses, cuando notaste mi soledad –confiesa Alexa, intentando hacer sentir mejor a su padre.

- Alex, mi pequeño mirlo, –le dice su padre– perdóname, siempre bromeé acerca de ser la persona que no esperaba nada de ti, pero fue eso, una estúpida broma, yo me veía en ti y fui muy duro porque deseaba, por sobre todas las cosas que no cometieras los mismos errores que yo –Alexa limpia una lágrima que corre por la mejilla de su padre–. Maldición, Alex –susurra– nunca creí que... soy el peor.

- No, no –dice Alexa–, lo hiciste bien con David.

- ¿Y tú, querida? –Se cuestiona él– A ti tan solo te hice daño ¿no es así? –Alexa niega.

- Al menos, indirectamente, me hiciste aprender lo que realmente importa –David toma la mano de su hija entre las suyas.

- Perdón –pide.

- Papá, siempre estaremos bien –es la respuesta de Alexa.

- Eres tan valiosa, Alex, y jamás te lo dije, jamás te deje saber que te admiraba, que a pesar de ver en David a mi heredero o lo que fuera, siempre admiré que lucharas por lo que deseabas, que las barreras que te pusiéramos eran insuficientes, porque siempre lograbas esquivarlas –Alexa suspira.

- Ahora sé que lo soy, sé que soy suficiente y que merecía ser la CEO, pero he hecho las cosas mal y eso es algo que no puedo cambiar y que arruinó lo bueno que pude tener –se confiesa Alexa, sin mirar a su padre.

- ¿Y ahora, me dejarás intentar ser el padre que nunca fui contigo? ¿Me dejarás estar cerca de mi nieto? –Cuestiona sin soltar su mano y con la súplica reflejada en la mirada.

- Me encantaría –es la respuesta de Alexa.

- Ahora cuéntame, ¿cómo sucedió todo esto? ¿tú y Jerome estarán juntos? –se interesa su padre.

Alexa pasa la tarde en casa de su padre, contándole todo desde el inicio y sintiendo su apoyo más que nunca, finalmente el hombre siente que puede actuar como un padre amoroso con ella.

- ¿Segura que no deseas quedarte? –Pregunta su padre, mientras ella se encamina a la salida.

- No, papá, tengo varias cosas que arreglar antes de mañana –comenta, sonriéndole.

- De acuerdo, te veré pronto –agrega David, mientras dice adiós con la mano.

Alexa se dirige directamente a su apartamento, en cuanto abre la puerta sus ojos encuentran un ramo de crisantemos y una sonrisa se dibuja en su rostro, sólo hay una persona en su mundo que conoce su flor favorita.

Se acerca sin borrar la sonrisa de su rostro y encuentra una nota a un lado del florero, la toma con calma y sigue sonriendo mientras deshace el pequeño moño que envuelve la tarjeta.

"Por siempre y para siempre."

Lee en la nota y su sonrisa se hace aún más brillante, le parece increíble la manera en que Jerome puede mejorar su día, con solo algunas palabras.

- Hola –susurra al teléfono, como una quinceañera enamorada.

- Hola –es la respuesta de Jerome.

- Pasado mañana estaré ahí –dice, tan feliz que le es imposible ocultarlo.

- Lo sé, todo está listo para ti –comenta Jerome, también sonriente.

- Gracias por las flores –agrega ella, sonrojada, sin darse cuenta.

- Joyce eligió los colores –bromea Jerome.

- Me encantan...

- Al... ¿se lo dijiste a Daven? –Alexa toma aire, antes de responder.

- No... tal vez deberíamos mantenerlo así ¿no crees? –Jerome duda, en el fondo no quiere perderse seguir siendo el único padre de Joyce, pero también reconoce que lo correcto es que lo sepa.

- Sabes que te poyaría en cualquier decisión, pero por más que me preocupe perder mi lugar, me es imposible no reconocer que lo correcto es que se lo digas –confiesa Jerome y Alexa duda.

- ¿Y si me odia aún más? –Cuestiona la mujer.

- Al, es probable que necesite tiempo para asimilarlo –Jerome intenta tranquilizarla–, simplemente déjale la posibilidad abierta, que sepa que Joyce existe y que es su hijo biológico, lo que él decida hacer después, no es tu responsabilidad.

- Lo haré, mañana en cuanto lo vea, será lo primero que diga –asegura ella.

- ¿Y después? –Se interesa Jerome.

- Después, tomaré mis maletas y mi vuelo a Francia –enlista Alexa, formándose de nuevo una enorme sonrisa en su rostro.

- Tu apartamento está listo, sé que lo que más desearías es estar en Italia y comenzar a hacer funcionar tus viñedos...

- Está bien, tú sabes que el negocio puede esperar, lo que deseo es que Joyce se adapte y que tú seas capaz de confiar en mí para su cuidado –Jerome sonríe.

- Estoy seguro de que así será, ahora debo irme, Joyce suele tener pesadillas.

- Ya deseo estar ahí para él –confiesa Alexa.

- Pronto, Al, pronto –dice Jerome y después se despide de ella.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora