70. El perdón

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- ¡Mamá! –Grita Joyce desde el patio trasero de la enorme finca italiana en la que pasó sus primeros meses de vida. Alexa, revisa algunos documentos relacionados a la exportación de los vinos que produce su naciente empresa– ¡Mamá! –Repite el niño, un par de veces.

- Joyce, –lo regaña el muchacho que suele llevarlo a pasear por los interminables campos verdes– debe estar ocupada –aclara, después.

- Voy a ver a mi papá –dice alegre el pequeño, mientras corre en zigzag.

- Ya sé –es la respuesta del joven, quien ha escuchado lo mismo desde una semana atrás.

- Me subiré al avión yo solo –continúa Joyce.

- Creí que tu papá vendría...

- No, –miente Joyce– me iré solo, aunque podría pedirle a mi amigo que venga conmigo –el acompañante no comprende.

- ¿A mí? –Pregunta confundido.

- No, al sujeto del sombrero, el que cuenta historias –continúa Joyce y el muchacho gira la cabeza en la dirección que señala Joyce.

- Siempre inventas cosas –se queja el joven y Joyce niega.

- Es verdad...

- ¿Qué es verdad? –Aparece Alexa y el joven se sonroja, negando como respuesta.

- Debo revisar los caballos –se escapa dejando al imaginativo Joyce con su madre.

- ¿Qué es verdad? –Insiste Alexa.

- Él siempre se distrae con Gina, la de las galletas deliciosas y no cree que tengo un amigo que tiene un sombrero –alega Joyce, totalmente indignado.

- ¡Ah! El amigo del sombrero, –Alexa ríe interiormente.

- Sí, tiene un acento gracioso –la madre asiente– y vivió en América... me gusta más aquí, contigo... pero Louis no me cree.

- Está bien, no es necesario que todos te crean, cariño –la mujer le tiende la mano y el niño la toma con delicadeza. Ella tampoco cree que el amigo del sombrero exista más allá de la imaginación de Joyce, pero evita comentarlo.

- ¿Papá vendrá por mí? –Alexa niega.

- Irás con una nueva amiga –aclara.

- ¿Vendrás con nosotros? –Ella niega– Quiero que veas mi habitación en la casa de papá, la última vez, pintó la pared con esa pintura que brilla en la oscuridad, hay un cohete y muchos planetas, también estrellas–dice Joyce animado.

- Prometo que iré pronto, ¿de acuerdo? –El asiente– No olvides evitar que las amigas bonitas de papá estén muy cerca de él –dice ella, entre risas y Joyce lo toma muy en serio.

- Papá dijo que tomará unas vacaciones, luego que terminen las clases de piano –Alexa asiente.

- Nos iremos los tres juntos a donde tú quieras –promete Alexa y Joyce sonríe.

Siguen caminando tomados de la mano, rodeando la casa, ella ríe de las ocurrencias de su pequeño y él la mira con la admiración y el anhelo que solo un hijo tiene hacia su madre.

Dos días después, Alexa despide a Joyce y una asistente de vuelo en el aeropuerto, cada vez que se separa de él, siente un enorme vacío en el pecho, pero al mismo tiempo, sabe que Jerome lo extraña tanto como ella y esperar a que pueda pasar un tiempo en Italia, sería eterno para ambos.

- Está en el avión –dice Alexa al teléfono, con la mirada fija en un avión que despega.

- Ojalá vinieras también –comenta Jerome, concentrándose en la conversación con ella y olvidando el trabajo.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora