33. ¿Café?

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Jerome abre la puerta de la sala de juntas para ella y le permite entrar delante de él, de inmediato ella se dirige a prepararse el café que necesita más que nunca y él la sigue.

- Buenos días –saluda Daven, con la frialdad que verlos juntos le provoca y se dirige a tomar su lugar.

- Buenos días –responden ambos, desentonados y Alexa aparenta no mirarlo, se centra en la taza de café que prepara con devoción.

- ¿Café? –Pregunta Jerome amable a Daven.

- Estoy bien, gracias –es su respuesta, luego todo se torna profundamente silencioso.

- Ayer vi a Will –comenta Jerome a Alexa, ambos siguen de pie en la zona del café– parece que le ha ido bien.

- Lo vi la semana pasada, me dijo que Jenn tenía tres meses de embarazo... es su tercer hijo ¿cierto? –Jerome ríe un poco y asiente.

- Que curioso ¿cierto? –Ella lo mira, esperando que explique más– Pensar que se casaron tan solo un mes después de que nosotros canceláramos nuestra boda.

- Sí, curioso, un gran recordatorio de la gran idea que fue que cancelaras –bromea ella y mira de reojo a Daven, como lo ha hecho un par de veces desde que entró a la sala.

Daven mantiene la mirada fija en la pantalla del móvil, pero su mente está justo con Alexa, lo cual detesta, desde que es bastante obvio que tiene algo más que una bella relación laboral con Jerome.

Todos reunidos, los miembros de la junta no pueden dejar de mirar a Alexa, cuestionando su presencia en el lugar.

- La señorita Koch se reincorpora a su puesto –es la bienvenida de Daven a los hombres y ninguno emite opinión alguna.

Los temas de la junta se tratan de manera rápida, ahondando en nimiedades y evitando el tema que realmente preocupa a Daven y Alexa. Ellos evitan mirarse a la cara durante toda la junta y la tensión es al menos agobiante para ambos.

Al finalizar la reunión, Alexa no pierde la costumbre de ser la primera en abandonar la sala, Jerome sale detrás de ella y caminan juntos hasta el elevador.

- ¿En qué piensas? –Se interesa Jerome, cuando las puertas del elevador se cierran y eso les permite algo de privacidad.

- Necesito hablar con Daven –es la respuesta de Alexa, quien mira fijamente la pantalla que indica el piso en el que se encuentran.

- ¿Esa es la razón de que no dijeras demasiado en la junta? –Alexa niega.

- Estamos en zona roja... ninguno de los socios piensa pelear por esto ¿lo sabías? –Jerome asiente y le permite salir delante de ella.

Se mantiene en silencio hasta que entran a la oficina y se sientan uno junto al otro en el sofá– todos dentro de esa sala estaban conscientes de ello...

- ¿Qué piensas? –Lo mira a los ojos– ¿Vale la pena pelear por ello?

- Quisiera decirte que lo vale, Al, pero tal vez es lo mejor, para alejarte de una vez y para siempre de todo esto –Alexa respira y mira en dirección a la foto de su madre.

- Tal vez...

- ¿En realidad lo estás pensando? –Jerome se sorprende, con la sola idea.

- ¿Vendrías conmigo a Italia? –El francés duda, no la mira a los ojos por un par de segundos y una marea de pensamientos llegan a él.

El teléfono interrumpe cualquier respuesta que Jerome estuviera a punto de dar y Alexa no duda en tomar la llamada– dime –pide a Fred.

- El señor Jankovic pide verla en su oficina –avisa el muchacho y ella dirige la mirada a Jerome.

- Gracias, Fred –es su respuesta y mira nuevamente a su amante–. La siguiente vez que te ofrezca compartir tu vida conmigo, no lo dudes tanto ¿de acuerdo? –Dice a Jerome y sin esperar respuesta gira sobre sus talones y sale de la oficina.

Alexa camina tan segura de sí, como cualquier otro día, en cuanto baja del ascensor se encuentra con la mirada de su hermano y no puede evitar sonreírle.

- El señor Jankovic la espera –dice David, en tono completamente formal y ambos ríen en cuanto termina la frase–, es en serio, te espera –agrega David.

- Lo sé... ¿Qué harás esta noche?

- ¿Eso cuenta como acoso laboral? –Alexa rueda los ojos.

- Probablemente... sushi en mi apartamento... ¿de acuerdo? –David asiente.

- Por supuesto, señorita Koch –responde aun riendo y le indica que puede entrar a la oficina de Daven.

El momento es realmente incómodo, es la primera vez que están solos desde que Alexa volvió, se miran por varios segundos y después Alexa termina el recorrido hasta la silla frente a Daven.

- ¿Qué tal la primera semana? –Daven intenta romper el silencio.

- No es necesario –él la mira como si no comprendiera–, la charla amistosa –agrega Alexa y sin poder evitarlo fija la vista en un pequeño retrato con la imagen de un ultrasonido, una sonrisa melancólica se dibuja en sus labios y le toma un par de segundos volver a la realidad.

- Voy a ser padre –comenta Daven, quien no pudo evitar reconocer la dirección de la mirada de Alexa.

- Lo sé –dice ella sin pensarlo–, me refiero a que lo imaginé, después de ver el ultrasonido –aclara– seguramente después lo cambiarás por algo más halagador para el bebé –bromea y Daven sonríe.

- Es complicado...

- No quisiera imaginarlo, tengo un par de conocidos que parecen desquiciados después del primer hijo...

- Me refiero a la situación de la empresa –aclara Daven y las mejillas de Alexa se colorean e intenta volver a la Alexa que salió del elevador unos minutos atrás.

- Sí, sí... mi padre me dio algunos detalles –intenta volver al tema.

- No quiero sonar fatalista, pero es peor de lo que tu padre o cualquiera fuera de esta oficina cree –Alexa lo mira con miles de cuestionamientos que no le es posible formular en palabras.

- ¿Tiene solución?

- Vender...

- No –interrumpe tajante y golpea el escritorio con la palma abierta.

Sin pensar demasiado, Daven intenta consolarla poniendo su mano sobre la de ella, que se encuentra sobre el escritorio, enseguida se arrepiente, cuando un choque de electricidad y emociones recorre desde el tacto hasta sus entrañas. Alexa lo mira, con la misma sensación revoloteándole en el interior.

- Daven... -El presiona su mano y lentamente intenta alejarla, pero ella se aferra de pronto a él, como si nada más le importara– yo...

- Cielo... ¿dónde está tu asistente? –Alexa aleja la mano por acto reflejo, en cuanto escucha la voz de Elizabeth detrás de ella y se pone de pie.

- Hablaremos después –es su despedida y gira para darse de bruces con la imagen de la mujer embarazada– con permiso...

- Ay no, querida... pueden continuar con sus temas de negocios, yo solo traje al pequeño Daven a desearle buen día a su padre –alega Elizabeth, con toda la intención de restregarle su embarazo en la cara a Alexa–, me marcho enseguida –dice y se acerca hasta Daven, quien toca un poco el vientre, sintiendo la incomodidad que le provoca a Alexa.

- Volveré más tarde –dice, después de observar la escena.

- Será lo mejor –es la respuesta de Daven y ella se marcha sin volverlos a mirar.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora