III

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Capítulo tercero:

"¿Un enemigo entre nosotros?"

Como dormí poco desperté de los primeros, me levanté y me fui a sentar al sofá. Seguía pensando en lo que había pasado el día anterior. Mi corazón se aceleró. Tenía deseos de pegarle a alguien, de marcarle el puño en la cara al primero que se me pusiera en frente, pero, de pronto nos empezamos a mover. Fue un movimiento tan brutal que di un salto del sofá y caí de espaldas al suelo.

Todos despertaron- como era de esperar- y se miraban entre sí todos muy confundidos. Alex me miró cómo queriendo decir que eso podía indicar peligro, eso me asustó.

-¿Qué fue esa cosa? - preguntó Andrés.

-Mills sabe -Alex me apuntó -¿no?.

-Yo...bueno...- tartamudeé- se llama sonar sub-terra, es cómo un sonar marino, pero este es terrestre y solo produce movimiento, no detecta posiciones.

-¿Cómo sabes?- preguntó Ellen.

-Bueno...yo lo creé, quiere decir que los pacíficos están contraatacando o- me interrumpí-...que el bando de...

-Qué el bando armado llegó a ayudar- Alex me dio una mirada mortal.

Supongo que él no quería que dijera que había una gran posibilidad de que mi arma fuese ocupada por el bando de la muerte. Él nos había dicho que había gente del bando pacífico trabajando para los del bando de la muerte, por lo que realmente había grandes posibilidades de que el arma hubiese caído en manos del bando de la muerte. Creo que Alex tenía razón, Carmen había reaccionado de una forma desastrosa el día anterior por algo mucho más pequeño.

-Vamos a comer- repuso Alex- tengo hambre.

María, Ellen y yo fuimos a buscar el desayuno, cómo el día anterior. Esta vez tomamos latas con sabor a sopa de pollo. Fui en último en salir y esperaba encontrarlos a todos separados como el día anterior, pero no fue así, al parecer el movimiento matutino hizo que la unión volviera, pero por poco tiempo.

Muy poco.

-Alex, ¿Quién es el líder del bando de la muerte?- pregunté.

Alex me miró como si hubiese dicho algo malo.

Lo era.

-Tu ex jefe y el ex gobernador de los armados.

-¿Tú cómo sabes eso?- saltó Ignacio.

-Me ofrecieron trabajo en el bando de la muerte- lo miró con furia- ¡¿Por qué creías que era?!.

-Nunca sabes quién es el enemigo- mustió Ignacio.

-¡¿Insinúas que soy parte del bando enemigo?!- enfureció Alex-, ¡mira niño tonto!, yo fui a la guerra a luchar por este territorio y, ¡¿Te atreves a decir eso?!...lo siento- dio una mirada general-, se me ah quitado el apetito- se levantó y se fue.

Todos quedamos confundidos, había una mezcla de tensión y confusión entre los que quedábamos en el círculo.

Cuando todos terminaron me levante a recoger las latas y le hice un gesto a María para que me acompañara. Dejamos las latas en el depósito- ayudando a Ana con su trabajo- y comenzamos a conversar al final del refugio.

-Creo que esto no da para más- dije intranquilo.

-¿Lo dices por lo que ha pasado con madre e hijo?- me pregunto para asegurarse de que hablábamos de lo mismo.

Asentí con la cabeza.

En ese momento ambos callamos y yo me puse a examinar el cuadro que tenía en frente. Madre e hijo con una expresión de enojo tremenda y Alex...en ese instante perdí de vista a Alex, pero, ¿cómo?. Aunque sea difícil de creer, Alex no estaba en ninguna parte.

-¿Y Alex?- le pregunté a María.

-Ahí en la escalera de...- se sorprendió- yo juro haberlo visto en la escalera de la entrada.

En ese momento tuve miedo, llegue a pensar que Ignacio tenía razón. Alex era parte del bando de la muerte.

Me preparaba para alertar a todos del hecho cuando me interrumpió mi compañera.

-¡he, mira!- María me apuntaba a los muros de la escalera.

Una puerta se abría y Alex entraba al refugio. Era raro ese tipo de puertas en refugios bajo tierra.

-¡Alex ven!- lo llamó María.

-¿Qué has hecho?- le murmuré a María mientras Alex entraba.

Alex se acercaba y con cada paso que daba más nervioso me sentía.

-¿Qué hay detrás de esa puerta?- preguntó María apenas llegó Alex.

-¿Qué puerta?- se hizo el desentendido.

-Por la que acabas de entrar- le increpé. No sé de dónde saqué valor.

-¡Ah!, eso. Es la puerta de entrada al pasillo de vigilancia.

Con María nos miramos incrédulos. En ese momento me di cuenta de que no mentía, el grupo de vigilancia miraba por una venta, pero ahí no había ninguna ventana. Lo más lógico no se había pasado por nuestras cabezas.

-¿No habrán creído que realmente era parte del bando de la muerte?.

Miré a María que estaba completamente roja, su cara estaba del color de su pelo y yo deseaba que eso no estuviera pasando. Me inundaba la vergüenza.

-Está bien- dijo Alex- después de todo lo que pasó no dudo que sean los únicos que piensen así.

-yo...lo siento- dije avergonzado.

-No importa, en serio, pero- titubeó-, creo que Ignacio y Carmen realmente creen que soy parte del bando de la muerte y no me extrañaría si convencen a uno de los que están allá- dijo señalando a Ellen, Andrés y Ana.

En ese momento me imagine a todos en contra de Alex- teniendo en cuenta que la situación era tensa-, si llegaban a convencer de su idea a alguien más, la situación se nos iría de las manos.

Para la hora del almuerzo nos sentamos separados otra vez. Los mismos grupos de la noche anterior: Alex con Andrés y Ana; Carmen e Ignacio; por último Ellen, María y yo.

Realmente no sé que habrá pasado en los otros grupos, pero nosotros no nos dirigimos la palabra. María tenía una expresión de confusión aún y Ellen parecía pensativa, como si aún le diera vueltas por la cabeza lo que había dicho Ignacio.

Todo el día estuvimos separados, cada uno ocupado con diferentes labores. Alex y Andrés entraban y salían por la puerta del puerta de observación- en ese momento me convencí de que era cierto lo que nos había dicho Alex. Todo el grupo de limpieza estaba ordenando- si todo. María y Ellen jugaban cartas en el sofá- no tengo ni la más mínima idea de donde las sacaron- y yo estaba acostado entre el sofá y el televisor.

La hora de la cena fue exactamente igual a la del almuerzo, pero el grupo en el que estaba Alex parecía más animado. Nosotros no nos dirigimos la palabra pero las chicas parecían más tranquilas.

Podría decir que la noche fue normal, pero si no hubiese despertado a media noche.

Desperté y me acomodé para volver a dormir, pero cuando ya casi conseguía quedarme dormido, oí que se habría una puerta. Mire para saber que puerta era y al ver la puerta que se había abierto me congelé. La puerta de la entrada se había abierto, creí que nos habían encontrado, pero- fuese quien fuese el o la que entró-, desapareció en la oscuridad.

Sabía que Alex no era el enemigo, pero ahora sabía que uno de los que comía, dormía y vivía con nosotros, era el enemigo.

Esa fue la tercera noche. Tampoco dormí bien después de saber que uno de los que se decía mi "aliado", era realmente un enemigo.


18 Días De Guerra [#AstraAwards2016]Where stories live. Discover now