Capítulo 7

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La semana comenzaba y yo debía alistarme para mi nuevo empleo. Pese a que había investigado sobre esa supuesta compañía en la que trabajaría, y había encontrado un historial bastante extenso como para creer que era una empresa real, seguía teniendo mis dudas, no dejaba de rondar por mi cabeza la idea de que en realidad todo pudiese ser una fachada de esa organización o fundación y que en realidad dentro habría cualquier otra cosa excepto una empresa, y lo peor era que ni siquiera sabía que pudiese ser, cosa que solo me hacía ver como un paranoico.

Al igual que dentro del apartamento, cuando me subí a mi auto comencé a revisar por todas partes en busca de alguna cámara o cualquier cosa que ellos usen para vigilarme. Bajo los asientos, la guantera incluso los posavasos y las perillas. Ahora Yin era la que me miraba como si hubiera enloquecido por el retrovisor. A todo esto, no ha vuelto a hablar conmigo, o mensajearme, lo que sea que haga para comunicarse a través de mi teléfono. He tratado de iniciar conversaciones con ella para lograr que respondiese de la misma forma que lo hiso antes, pero no logré nada.

Camino al trabajo seguí intentándolo, pero de nuevo no hubo respuesta alguna, solo se quedaba viéndome en el asiento trasero por el retrovisor. De igual forma cada cierto tiempo miraba por el espejo para ver si ella hacia algo, un movimiento o lo que fuese. Sin embargo mi curiosidad casi saldría caro. Mientras yo miraba por el retrovisor a Yin entró en mi campo visual un vehículo saliendo de una intercepción. De inmediato pisé el freno y ambos autos quedaron a solo milímetros de estamparse uno contra otro.

Había olvidado algo tan básico al conducir como mantener la vista en el camino, y eso casi me mata. Pocos segundos después del casi incidente mi teléfono sonó. De nuevo un mensaje de la aplicación de Yin: Cuidado. Si, gracias.

Parece ser que solo se comunica en situaciones o momentos puntuales, de ser así la comunicación directa sería muy limitada, pero aun es demasiado temprano para asumirlo, aún estoy teorizando, pese a que ya han pasado varios meses siento que todavía estoy en una etapa muy temprana para asumir ciertas cosas, aún estoy descubriendo cosas sobre ella.

Entre un mar de bocinas me puse de nuevo en marcha para no llegar tarde a mi nuevo empleo, causar mala impresión en tu primer día es lo que menos uno quiere en el trabajo, lo sé por experiencia. Finalmente llegué a la dirección indicada en la carta. Era un edificio no muy grande de tres pisos, los dos primeros estaban ocupados por otras compañías, yo debía ir al tercero. Mientras subía por las escaleras iba leyendo los letreros en las puertas de las compañías que había debajo, distribuidora de productos cosméticos, afiliación de abogados, y finalmente mi puerta. ¿Qué pasará cuando toque ese timbre? ¿Realmente habrá una compañía detrás? ¿O me secuestraran de nuevo y seré usado en experimentos secretos? De nuevo estaba delirando.

Presioné el botón y escuché como el timbre sonaba del otro lado. Al cabo de unos segundos alguien abrió la puerta. Un hombre a simple ojo de mi estatura, con cabello castaño y barba tupida. De inmediato el me hizo pasar y nos dirigimos hacia su oficina. Dentro había cuatro hileras de mesas llenas de computadoras y al menos 30 personas trabajando.

Por lo que me dijo ese hombre, que ahora es mi jefe, les habían informado de que mi reasignación y ya me estaban esperando. En ningún momento menciono a esa organización, como si no existiese. Luego de unos minutos de charla me llevó a mi nuevo puesto, en una de las tantas computadoras que ahí había. Mi labor consistía en revisar los códigos fuentes de aplicaciones almacenadas en tiendas en línea y buscar cualquier fallo o falencia que pudiese permitir el alojamiento de virus en el código o el robo de datos. La verdad, si se oía como algo interesante.

Luego de una breve introducción al demás personal de la oficina y del funcionamiento y horarios del lugar se me dejó en mi puesto para comenzar, tenía una buena cantidad de datos esperándome y sería mejor empezar. Estuve todo el día atento a cualquier cosa que pudiese pasar a mi alrededor, atento a cualquier movimiento que alguien pudiese hacer. A veces alguien se giraba para hablar con el que tenía al lado, alguien se levantaba para buscar un vaso de agua o un grupo pequeño se formaba para resolver un problema juntos.

De vez en cuando revisaba mi teléfono para ver si había algún mensaje de Yin, pero la pantalla estuvo vacía en todas las ocasiones que encendía la pantalla. Parece ser que ella estaba más ocupada observando a su alrededor mi nuevo lugar de trabajo. Cosa que llamó mi atención, ya que ella no suele despegar la vista de mí. Sin embargo en ningún momento se fijaba en alguna de las otras personas que había ahí, o al menos eso me pareció ver. En lo que si pude ver que ella pareció mostrar un cierto nivel de interés fue en una pecera que había junto a uno de los muros. De todas las superficies reflectantes en las que podía verla el cristal de la pecera era el que más usaba. ¿Le gustarán los peces?

A excepción de mi vigilancia psicótica en toda la oficina la verdad no ocurrió nada en todo el día. De hecho fue todo bastante normal y tranquilo, supongo que si estaba exagerando después de todo.

Los días siguientes transcurrieron de forma normal, me levantaba, iba al trabajo y luego volvía. Poco a poco fui integrándome al resto de las personas que trabajan ahí, aunque no lo suficiente como para llamarlos amigos, si lo bastante como para considerarlos buenos compañeros de trabajo.

Un día tuve una idea, tratar de revisar el código fuente de la aplicación Malo, ¿Quién sabe que pueda encontrar? No sabía que podría sacar de eso, fue algo que se ocurrió por pura curiosidad. Al tratarse de una aplicación para dispositivos móviles necesitaría el archivo de instalación de la aplicación. A través de mi computadora ingresé a la tienda en línea de donde se había descargado en mi celular, pero al buscar no encontré nada, todas las búsquedas que realizaba no mostraban ningún resultado. Pensé que si buscaba la aplicación directamente en el buscador de internet podría dar con ella, pero aun así, nada. Ni siquiera Google arrojó resultados, como si Malo simplemente no existiera. ¿Cómo era posible que el buscador más grande del mundo no fuese capaz de encontrar algo tan abundante en internet como una aplicación? ¿Será cosa de esa gente?

Finalmente había llegado el fin de mes, y además de recibir facturas también recibí mi primera paga en mi nuevo empleo. Estaba contento, primero porque la paga era mejor que en mi anterior trabajo, y además porque esa fundación también me da algo extra como incentivo para dejar que me observe. En total era casi el doble de lo que ganaba antes, nunca pensé que sería tanto.

Pese a todo hay una duda que no deja rondar por mi mente, no puedo dejar de preguntarme que será exactamente lo que esos hombres están buscando. Dijeron que la observación seria en todo momento, ¿eso incluye en el trabajo? Si ellos movieron mi auto quizás que le habrán echo, y quizá que habrán echo también en mi casa.

Estaba sentado en el sofá viendo televisión, cuando recordé a los peces que había en la oficina, ¿Y si instalo una pecera? Eso podría agradarle a Yin, quizá. Además recuerdo haber leído en alguna parte que los peces ayudan a relajarse. Esa clase de consejos de escaza fidelidad pero que uno siempre sigue por puro efecto placebo. Pero aun así relajarme era algo que me urgía, lo suficiente como para seguir esa clase de consejos. Tal vez un día saliendo del trabajo pase a una tienda y compre un par de peces.

De echo eso fue exactamente lo que hice. La semana siguiente, mientras salía del trabajo recordé lo que había dicho de los peces. La verdad lo había olvidado con bastante facilidad. Pero ahora que estaba de salida aproveché el viaje. Después de unas horas finalmente estaba en casa intentando ensamblar todo lo mejor que podía, no era muy bueno siguiendo instructivos, y menos manejando herramientas que no sean computacionales. Un par de dedos lastimados y unos agujeros en la pared más tarde y ya tenía cinco peces pequeños flotando en un estanque de cristal sobre el mesón que separaba la cocina de la sala.

Honestamente, no me sentía más relajado, pero debo decir que si añadía algo de vida a este lugar. Estaba de pie admirando mi nueva adquisición cuando un nuevo mensaje llegó a mi teléfono, al revisarlo en la pantalla estaba escrita la palabra: Gracias.

AnomalíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora