3. El mercenario bocazas

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La noche era fría y las ruidosas calles de New York eran un continuo enjambre de actividades y personas deambulando, pese a las bajas temperaturas.

Wade Wilson, enfundado en su usual traje de color rojo con negro y rostro cubierto, observó las construcciones de la ciudad desde la azotea de un viejo edificio.

Apoyó la espalda en la pared y estiró las piernas, aburrido.

Su última misión, que lo había traído de regreso a la bulliciosa ciudad, había sido demasiado fácil, tanto así que la finalizó en pocas horas por lo que se encontró sin saber que hacer para entretenerse.

"¿Tal vez debería comprar unas chimichangas para matar el tiempo?" Se rascó la cabeza, pensando. "¡Podría romper mi récord! ¿Cuántas chimichangas fueron esa vez? ¿60?"

Una risa maniaca escapó de sus labios.

- ¡Me convertiré en el maestro supremo de las chimichangas y dominaré el mundo imponiendo la comida mexicana como único alimento! – sus gritos se perdieron en el aire de la ciudad. Aplaudió complacido ante su propia idea – Oh, ya se... Me autodenominaré el rey Deadpool, amo supremo de las chimichangas. ¿Ustedes que opinan? Alucinante, ¿verdad? – le habló a un punto vacío de la azotea como si alguien estuviera mirándolo.

"El mejor plan para conquistar el mundo... Nuestro estomago nos lo agradecerá".

Repentinamente, el mercenario se quedó como piedra, obligó a las voces de su cabeza a callarse y todo atisbo de risa se esfumó rápidamente. Sus instintos se pusieron completamente alerta, sintiendo que alguien se acercaba.

En menos de un segundo Deadpool ya estaba de pie con una pistola en cada mano. Contempló su entorno con atención y entonces logró captar una sombra que se movía unos metros lejos de él, saltando de azotea en azotea, como si fuera lo más normal del mundo.

"¡Asombroso!"

Deadpool, sorprendido, chilló como un pequeño de seis años y sacó de uno de sus bolsillos unos binoculares rosados de Hello Kitty, se tiró en el frío suelo de la azotea y se colocó los binoculares para observar a la extraña figura.

Tras unos segundos, logró enfocar a una persona delgada, sin embargo la larga capa negra que traía no le permitió observar mucho más de su cuerpo. Aun así, pudo atisbar que la persona tenía puesto una especie de levita.

"¿Quién usa esa ropa tan anticuada hoy en día? ¡Esta totalmente fuera de moda!"

Completamente embriagado por la curiosidad Deadpool continuó estudiando a la extraña figura, la cual se detuvo en una de las azoteas, tres edificios más allá de donde se encontraba, y miró las calles de la ciudad con aparente tranquilidad.

El mercenario enfocó rápidamente la cabeza del personaje, pero gruñó frustrado al ver que la capa contaba con una capucha que le cubría el rostro, sin embargo, justo un segundo después la figura se giró levemente y las luces de la ciudad le permitieron ver su rostro.

"¡Demonios! Que rostro más feo... Oh, bueno, no todos nacen tan hermosos como yo..."

Las voces en la cabeza de Deadpool comenzaron a discutir con vehemencia, pero el mercenario resopló frustrado.

El encapuchado llevaba una máscara blanca de ojos rojos, y en la parte de la boca tenía la silueta de unos labios gruesos con dos colmillos que sobresalían de ella.

- ¡Es una máscara, idiota! – se gritó a sí mismo Deadpool y se llevó la mano a la boca rápidamente, temeroso de que hubiera revelado su presencia.

Cazando a un mercenarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora