34: Pastel

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Sábado 3 de junio del 2017.
Querido diario:

Hoy fue un desastre. Resulta que Gerardo me acusó con mi madre que me había fugado con Saúl a quién sabe ellos dónde, lo cual causó que la señora Erika se enterase que su hijo no estaba en casa y se había robado la escalera... Y el auto de su hermano, lo cual culminó con un sermón para ambos cuando volvimos a casa, cosa que no le importó a Saúl porque nuestra relación de noviazgo lo hacía más feliz que nada en el mundo, así que nos regañaron más porque él no dejaba de sonreír.
En conclusión, ambos terminamos castigados y pese que ya tenía todo un picnic planeado para festejar el cumpleaños de Saúl, tuvo que ser reemplazado por una pequeña cena familiar entre todos... Menos, obviamente Gerardo y su mamá, aunque la señora Andrea se llevó muy bien con la señora Erika, a lo mejor las tres se hacen amigas, lo cual sería genial. Las tres son mujeres un tanto solitarias... ¡Pero eso no es lo importante!
Lo que importa es el desastre que se desató cuando inició la cena.

—Amor, ¿me pasas las papas? —me pregunta Saúl y yo le alcanzo el bol lleno de papas para que él se sirva más.

Casi de forma inmediata, Ana empieza a ahogarse con su comida, llamando mi atención. Mi madre le da un par de palmadas en la espalda y mi hermana toma un trago de agua para verme sorprendida.

—¿La llamaste "amor"? —pregunta y ambos tragamos en seco.

—No —miente Saúl tratando de mantener la calma mientras yo trato de pensar en la mentira perfecta que nos saque de la situación en la que mi novio nos acaba de meter.

Ya sé que el hecho de que nos gustamos es de conocimiento público pero... Nuestras familias pueden ser muy entusiastas con la idea de que nosotros estemos juntos... Demasiado entusiastas, si me preguntas. Es por eso que acordamos no decir nada a nuestras familias por un tiempo, en lo que nosotros nos acostumbramos a esto.
Y Saúl nos echó de cabeza EN EL PRIMER DÍA.

—Ahora que lo dices —dice Raúl señalandonos con su dedo—. Estoy casi seguro que oí "amor", pero creí que alucinaba.

—Yo recuerdo que dije "Alexa" —dice Saúl tratando de fingir demencia.

—Sus pronunciaciones ni siquiera se parecen —replica Ana arqueando una ceja.

—¡Y es por eso que me preocupa que me hayan oído decir amor! —exclama él, poniéndose cada vez más nervioso.

—Estás muy nervioso, hermano —dice Raúl riéndose malicioso.

—Y Alexa está muy callada —añade Ana.

—¿Sabían que la lengua de una ballena puede pesar lo mismo que un elefante? —pregunto viendo mi plato mientras muevo de forma tímida mi tenedor.

Pero yo estaba lista para salvar el día.

—No cambies el tema —me regaña Ana mientras muevo los hombros de forma tímida, para distraer a todos.

—Las ballenas azules miden hasta 30 metros de largo y pesan alrededor de 180 toneladas  —dice Susy desde su silla y todos volteamos a verla mientras ella nos sonríe.

—¿Cómo sabes eso de memoria? —pregunta Raúl y su hermana se encoge de hombros.

—Me gustan las ballenas —responde ella sonriendo inocente.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Where stories live. Discover now