XXIV

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El enojo emanaba de Moonbyul en fuertes y violentas ondas mientras ella caminaba por los asentamientos reales, sus pies estampándose contra los adoquines.

Ver a su padre una vez más le recordó que ella absolutamente odiaba al hombre, y ciertamente no ayudó que el hombre mencionara a Yongsun.

Intentó respirar profundamente para calmarse, apretando y soltando sus puños en un intento por no golpear a los testigos.

Era fácil escuchar los susurros de las personas a su alrededor, quienes estaban sorprendidas de ver a la distanciada hermana del rey en público, fuera del Reino del Fuego. Las conversaciones y chismes eran la razón por las que había decidido aislarse en una de las esferas más escondidas del Infierno, para evitar el juicio y para torturar humanos en paz.

Desafortunadamente, como consecuencia de haberse reunido con su padre y Lucifer, y sin Yongsun a su lado, su temperamento estaba a punto de volverse incontrolable. Así que cuando escuchó un particularmente fuerte silbido provenir de los grupos que se reunían cercanos al portal que la llevaría al Reino del Fuego, simplemente no pudo evitar agarrar al hombre y romper su cuello con un satisfactorio pop.

El repentino acto de violencia generó un jadeo colectivo en los grupos que apenas habían notado a Moonbyul arrebatando al hombre de la acera y torciendo la cabeza del hombre entre sus manos. Moonbyul estaba lejos de saciarse, pero concluyó que probablemente su hermano no apreciaría que ella asesinara a cantidades masivas de demonios comunes, así que pateó el cadaver del hombre al lado y continuó su estampida hacia el portal, atravesándolo y dejando atrás la escena que había causado.

Cuando estaba de vuelta en su casa se sorprendió por el hecho de que en la ciudad en la Tierra ya casi era medianoche, aunque le había prometido a Yongsun que volvería antes del anochecer.

La culpa arrastró su corazón y metió sus pertenencias en la maleta para volver a la Tierra lo más rápido posible. Aún así, parecía que había un peso haciendo presión sobre su cerebro y en su corazón, palpitando con tristeza, preocupación y algo más. El enojo había hecho un buen trabajo al ocultarlo, pero ahora que su temperamento se había enfriado, otras emociones estaban tomando las riendas de su ser.

Esta vez Moonbyul sabía a la perfección que no eran suyas. Yongsun estaba sufriendo por esos sentimientos, ella solo sentía los efectos residuales, debía ser muchísimo peor para la ángel. Con cada minuto que pasaba, el dolor se hacía cada vez más persistente y difícil de aguantar, y Moonbyul apretó los dientes con fuerza para detener las lágrimas de caer mientras lanzaba su ropa a la maleta.

Empacar se había tardado más de lo esperado, e hizo que Moonbyul se sintiera muchísimo peor porque sabía que llegaría más tarde donde la ángel. Cuando terminó, su casa estaba aún más desordenada que antes, pero no le importó, por lo menos eso no. No obstante, sí le importaba llegar a casa, y pronto.

••

La preocupación controló la mente de la ángel todo el día, y cuando el Sol se escondió tras el horizonte, su corazón también lo hizo. En un intento desesperado de disipar la oscuridad de la casa, encendió todas las luces con la esperanza de que la hiciera sentirse más protegida. No funcionó.

Nada funcionaba, intentó tocar música, encendió la televisión, tomó agua— no importaba qué hacía, sus manos temblaban y su corazón se sentía como si estuviera a punto de escapar de su pecho. La ansiedad nubló su mente, cada movimiento y cada sombra la hacía saltar, y por alguna razón se estaba muriendo del frío.

Moonbyul prometió que estaría de vuelta en casa al anochecer, pero ahí estaba Yongsun, sola, casi tres horas después de que el Sol se ocultara.

Holy (Moonsun)Where stories live. Discover now