Capítulo 28

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En que Emilio se queda mirando al sol

 
Ya sé que os preguntaréis si le respondí algo. No lo hice, pero antes de que osenfadéis y me digáis algo así como «Por el amor de Dios, Emilio, pero si era un chico tan dulce, tan majo y vulnerable», debéis saber que tengo mis razones. 

Puede que las nubes se hubieran disipado y el océano hubiera vuelto allí de donde había venido, pero sabía que aún estaban allí, en alguna parte. Tratar de conciliar ese cambio absoluto
que he estado experimentando ha resultado más agotador de lo que había creído. 

Durante días, no he querido otra cosa que dormir en mi cama solo o con él. Aun cuando lo hago con él, generalmente me quedo dormido tan pronto como me recuesto sobre la almohada. Tengo el cuerpo aletargado y los pensamientos confusos, pero no es tan malo. Oírle decir lo que dijo me ha proporcionado un nuevo conocimiento de quién soy y quién quiero ser. Si alguien puede preocuparse por mí hasta ese punto, pese a todos mis defectos, pese a todos mis rechazos, pese a todos mis peros, eso hace que todas las tormentas y todos los océanos merezcan la pena. 

Solo espero que pueda recordarlo. Es un pensamiento con el que me quedo dormido, y con él me despierto. Es mi mantra, y lo repito tantas veces que sé que él es real. 

Pero ¿le quiero? No lo sé. No me interpretéis mal. Siempre he querido a Joaquin, pero no en el sentido del que estamos hablando ahora. Si le quiero de verdad (Dios, qué pobre suena eso), es de un modo en que no lo he hecho nunca. Pienso a menudo en lo que sentía por Airam. Intento comparar los sentimientos, pero no es posible. 

Existen demasiadas diferencias entre ambos (aparte del hecho de que uno tiene pene)
que parece que no puedo sentir nunca por Airam lo que siento por Joaquin. Pero sé que
nunca podría sentir por Joaquin lo que Airam y yo habíamos sentido. 

Me acuerdo de lo que dijo Ty aquel día que fuimos a Portland a buscar a Niko. Solo han transcurrido unas semanas, pero me parecen años. Dijo que creía que era como si te ardiera el
estómago pero de una forma agradable. Dijo que era como si no pudieras pasar otro día sin esa persona. Yo le había dicho que creía que era cuando esas estúpidas canciones de amor de la radio empezaban a tener sentido. La única razón por la que creo que ambos tenemos razón es que lo suyo tiene sentido, pero me sorprendo cantando un tema de Celine Dion que suena en la radio. 

Y ya lo entiendo. 

Así pues, ¿Qué significa todo esto? Ojalá lo supiera. Parece que aún no puedo sacudirme los sombríos celos sin sentido que experimenté cuando Joaquin hablaba devJonah. Sé que está aquí conmigo ahora, y dice que no irá a ninguna parte, pero no puedo evitar pensar que su pasado no está enterrado como yo querría. Lo expresó a la perfección cuando dijo que no puedes borrar tu historia como si nada, y me guste o no Jonah forma parte de Joaquin. Quizá no sea una parte actual, pero ahí está.

Joaquin no me ha dado ningún motivo para dudar de él desde que iniciamos lo que quiera que estemos haciendo. Trato de concentrarme en eso. Pero, a veces, noto las olas lamiéndome los pies y oigo el retumbar de una tormenta a lo lejos. Nunca se acerca, pero siempre está ahí. Me siento extrañamente entusiasmado por todo ello. Parece peligroso, secreto y equivocado, pero sienta muy bien. Es como hacer algo malo pero a sabiendas de que no te pillarán. Es como ganar sin más motivo que el de ganar.

Es como bañarse en el océano mientras relampaguea sobre tu cabeza. 

Ty sobrevivió a su noche fuera de casa con éxito, para mi asombro. Joaquin y yo fuimos a buscarle al día siguiente, y la señora Herrera me dijo que se había portado como todo un caballero y que podía ir a su casa cuando quisiera. Me dijo que ella y su marido llevarían a Alex de acampada tan pronto como se acabara la escuela y que querían invitar a Ty a ir con ellos. Le contesté que lo pensaría. Lo que en realidad estaba pensando era que de ninguna manera iba a permitir que nadie se lo llevara de la ciudad. Tanto el Chico como Joaquin me reprendieron durante todo el trayecto a casa, por cuanto mis pensamientos se reflejaban visiblemente en mi cara, en forma de un ceño fruncido que creía haber ocultado. 

Dos hombres y un niño [Emiliaco] Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora