Epílogo

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El punto de vista de Joaquin:

Seis meses después

El Chico me grita cuando se apea del autobús escolar. Se da la vuelta para saludar con la mano a una niña asomada a la ventanilla que le está chillando. Pone los ojos en blanco cuando se vuelve hacia mí.

-¿Quién es esa? -pregunto, sonriéndole.
Frunce el ceño.
-Una alumna de sexto a quien se le ha metido en la cabeza que es adorable que un chico de nueve años esté en quinto. Ha dicho que soy valioso.
Me echo a reír.
-Mujeres mayores, ¿eh? No dejes que papá Emilio se entere de esto. Aún está histérico por haberte dejado saltar un curso. Me da la mano y me estira hacia dentro.
-No me lo recuerdes -gruñe por encima del hombro-. Ha escrito otra nota y ha vuelto a meterla en mi desayuno.
Gimo mientras le quito la mochila de la espalda.
-¿Qué decía esta vez?

El Chico contrae el rostro, y cuando sale su voz, es una imitación espeluznante de Emilio:
-Por favor, Chico, no vuelvas a corregir a tu profesor en clase. No quiero que me llamen a otra entrevista hermano-profesor para que me digan que tendrás que saltarte el primer año de universidad. Mi corazón no lo resistiría.

-Bueno, tiene parte de razón.
El Chico niega con la cabeza.
-¿Cómo es posible que un maestro cualificado no sepa escribir constitución? No me extraña que Anderson Cooper diga que nuestro sistema escolar está fallando a los alumnos.
-Y todos sabemos que si Anderson Cooper dice que es cierto, debe de serlo.

Entrecierra los ojos.

-Estaría de acuerdo contigo, pero es evidente que te estás burlando de mí.
Le revuelvo el pelo.
-Es evidente. Hablando del sistema, no olvides que la trabajadora social vendrá mañana a las tres.
-¿Cómo podría olvidarme de Olga Ehrlichman? -dice con el ceño fruncido-. Juro que intensifica su acento alemán solo para desconcertarme.
-No creo que sea alemana, Chico.
Agita las manos en el aire.
-Eso es lo que tú crees. Sé que está intentando hacerme formar parte del Schutzstaf el. ¿No podemos asustarla y conseguir una nueva? Podríamos decirle que somos judíos.

Sacudo la cabeza, tratando de ocultar mi sonrisa.

-No creo que fuera muy buena idea. El mes que viene tenemos otra cita en el juzgado, y no debemos correr el riesgo de que sea el momento de que aparezca tu
madre.
-No sé por qué tenemos que ir tantas veces al juzgado -murmura-. Si tuviera pelotas para intentar algo, creo que ya habría ocurrido.

Pienso que tiene razón, pero no se lo digo.

No hasta que Emilio y yo podamos estar seguros. Y no estaremos seguros hasta que el Chico pertenezca legalmente a Emilio. No debería llevar mucho más tiempo, por lo menos según la abogada. El juez había
intentado ponerse un poco histérico con respecto a todo el asunto del poder legal («Este poder legal conseguido ilegalmente, ¿se adquirió mediante un intercambio de
cigarrillos?»), pero Erica Sharp, del ilustre bufete Weiss, Goldstein y Eddington, había exhibido su sonrisa de tiburón y regañado al juez severamente.

Fue algo brutal de ver, sobre todo cuando echó mano del Chico como si fuera un perro de concurso y este actuó de forma melodramática recurriendo a su mejor mirada de Oliver Twist («Por favor, señor, ¿puedo comer un poco más?») que tan bien se le da. Tenía los ojos como platos y el labio inferior le temblaba ligeramente, y juro por Dios que pude oír cómo se derretía el corazón del juez desde mi posición en la tribuna a seis metros de distancia. Diablos, estuve a punto de ponerme en pie y pedir la custodia del Chico personalmente, de tan buena como fue su actuación.

Las visitas de la trabajadora social han ido bien, pese a las observaciones del Chico acerca de su herencia. No es tonto ysiempre se comporta impecablemente en su
presencia. Antes de su primera visita me había preguntado si diría algo sobre Emilio y yo.

Pero, por supuesto, ni siquiera pestañeó cuando sorprendió a Emilio besándome con dulzura, aun cuando Emilio empezó a sonrojarse y a mascullar para sí que nos habían pillado. Seguramente esa mujer ha visto cosas mucho peores en otras casas como para preocuparse de dos tíos que se besan.

-Ya veremos -digo al Chico-. No seas duro con Frau Ehrichmann.
El Chico se dirige a la nevera y saca los guisantes dulces de su merienda.
-¿Todos listos para esta noche? -pregunta, cambiando discretamente de tema.

Suspiro.

-Más listos que nunca. -Bajo el brazo y palpo los dos pequeños objetos que hay dentro de mi bolsillo delantero. Por enésima vez durante la última hora-. ¿Estás seguro de ello?

Mastica los guisantes y me mira.

-¿Y tú?
Asiento una vez.

Él se encoge de hombros.

-Bueno, entonces, claro que estoy seguro. -Se detiene y se ríe tontamente-. Papá Emilio va a flipar. Ojalá pudiera estar aquí para verlo -añade pensativo.
-Gracias, Chico. Como si no estuviera ya lo bastante nervioso -le gruño. Se echa a reír.
-Lo harás bien. ¿Tienes todo lo que te dije?
Asiento de nuevo.
-¿Y tienes lo que hemos escrito?
Pongo los ojos en blanco.
-¿En serio? ¿De verdad crees que debería decir eso?
El Chico sonríe.
-En serio. ¿Crees que captará el mensaje oculto?
-Chico, puede que seas la persona más lista que vive sobre la faz de la tierra, pero no eres un maestro de la sutileza.

Se encamina hacia su habitación.

-Con Emilio-dice por encima del hombro- hay que ser directo. De lo contrario, no entenderá nada.
-¿Y ese es el objetivo de lo que voy a hacer? -le grito a su espalda.
-¡No te oigo! -responde. Pequeño embustero-. Tengo que prepararme antes de que llegue la señora Paquinn. Y tú tienes que vestirte. Te he preparado el traje esta
mañana.

Gimo y me siento a la mesa, notando las dos pequeñas piezas metálicas presionándome el muslo. Saco mi cartera y encuentro el trozo de papel que el Chico ha introducido allí hace un par de días. Hemos pasado horas esforzándonos en ello, pero al final ha salido bien, por lo menos según el Chico. Sonrío mientras vuelvo a leer las palabras, que ya me he aprendido de memoria. El Chico tiene razón. Emilio flipará.



¡Emilio! ¡Emilio! ¡Emilio!
¡Tengo que decir algo! Te va a sorprender.
¡El beicon es malo! ¡La hamburguesa, fatal!
¡La enfermedad de las vacas locas es criminal!
Quiero que seas mío, ¿no lo pillas?
¡Por eso estoy así, de rodillas!
Puede que aún no sea legal,
pero es mejor que comer carne animal.
Así pues, ¿quieres casarte conmigo?


🏳️‍🌈




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Hemos llegado al final, gracias por acompañarnos 💘🌿

Dos hombres y un niño [Emiliaco] Libro 1Where stories live. Discover now