28. Capítulo Final

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Al día siguiente me desperté a su lado y me encantaba verlo dormir. Estaba de lado y el pelo  le caía hasta su cuello. Con la poca luz que entraba de la ventana se podían ver sus reflejos y sus hermosas pestañas. Su cara se veía relajada y más amigable. Casi nunca dormía en remera y hoy tampoco era uno de esos días.

Me le quedé mirando porque cuando estaba despierto nunca me dejaba. Se veía tan pacífico. Parecía un angelito…

Agarré y llevé mi dedo despacio a su boca para ver si estaba despierto y cuando lo toqué me mordió un poquito.

—¿Nunca aprendés? —Preguntó abriendo los ojos, con una sonrisa y con voz de todavía estar un poco dormido.

—Aprendí que así puedo saber si mi señor está despierto. —Le respondí con una sonrisa.

—¿A sí? ¿Si estaba dormido que ibas a hacer?

—Le iba a dar un besito de buenos días. Para que se despierte. —Le contesté y se rió.

Me di cuenta que a la mañana siempre está de mejor humor.

—Me lo podes dar ahora. —Me acerqué, le di un besito cortito en la boca, me volví a mi lugar y se rió. —Te voy a tener que enseñar como es un besito.

Se subió arriba mío y me beso fuerte. Introdujo su lengua y ya no podía seguirle el ritmo. Siguió varios segundos y mis manos estaban en su pecho. Él tenía un codo con el antebrazo apoyado en la cama y con la otra mano me agarraba la cabeza. Sacó su lengua y terminó con un beso común, para después darme una mordida en el labio. Y me dejó en una nube. Descolocada.

Cuando me soltó del todo quedé sin aire y se rió.

—Pero que cara de recién cogi*da que me pones… —Me dijo y me puse toda colorada. Lo vi reír de vuelta y se levantó. —Vamos a desayunar. Antes de que me den ganas de que te tomes la leche.

Oh mier*da... Mi cuerpo me estaba pidiendo tomar esa leche...

¡Dios ¿En qué cosas estoy pensando?!

¡No, Laila! No te podés tomar esa leche, eso no es leche. Aunque realmente esperaba otra cosa más después de eso… Pero no podía andar pidiendo.

Bajamos y nos hizo el desayuno.

Después solo disfrutamos de nuestro día. Él fue a hacer ejercicio arriba y yo me quedé leyendo un libro de fantasía en la alfombra del living. No sé por qué me gustaba tanto estar ahí, pero a veces este lugar se me hacía tan grande, que encontraba más comodidad en sus rincones.

Los espacios entre los sillones o el piso al lado de mi cama me daban más tranquilidad que cualquier cosa. Por eso también me gustaba mucho mi departamento anterior. Era acogedor. No sé cómo las personas pueden vivir en mansiones… Me parece que algo tan grande deja de ser un hogar.

Unas horas más tarde David bajó a bañarse y cuando salió, entré yo y ya que estaba aproveché para afeitarme las piernas y la amiga de abajo. Cuando estaba en proceso la puerta del baño se abre y David me mira.

¿Por qué nunca toca las puertas?

—… ¿Vos te estás afeitando la con*cha con la afeitadora que uso para mi cara? —Me preguntó serio y me reí.

—Lo dice como si fuera algo malo.

—… No es malo, pero comprate otra para la próxima vez. —Me reí.

—Es un chiste, esta es mía, la suya está en donde la pone siempre.

Se fijo y la vió. Que desconfianza… Después agarró y se puso a hacer pis. No sé cómo es posible conseguir este tipo de confianza en tan poco tiempo… Cada vez que lo pienso parece que estamos juntos hace años, cuando son solo meses.

La Respuesta (Mi Decisión I) +21✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora