III

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N I N A

Adrik sale del despacho, dejándome sola con Vladimir, y este me guía hasta el sofá para que me siente. Él toma asiento a mi lado y me agarra las manos.

-Sé lo que estás pensando -me dice sin dejar de mirarme directamente a los ojos-. Que somos unos criminales y que nos encontramos en igualdad de condiciones con Julián. Que no hay cabida para nosotros en la sociedad -Vladimir habla con ese tono autoritario tan suyo-. Pero, Nina, esto -se señala a sí mismo y luego señala nuestro alrededor-, es lo que somos. Somos mafia y siempre lo seremos.

Se me encoge el pecho al escuchar dicha palabra. Nunca imaginé que cinco letras juntas pudieran provocarme tanta congoja.

-Sabes, Vladimir, mantengo la esperanza de que todo lo que estoy viviendo hoy forma parte de una horrible pesadilla de la que me voy a despertar -susurro-. Soy una estúpida, ¿verdad?

El padre de Adrik y Darko sonríe de manera paternal, aunque su mirada solo me evoca tristeza. Está roto de dolor. Su mejor amigo, su otro yo, lo ha traicionado de la peor manera posible. Le ha destrozado la vida a Tassia y a toda su familia. Los ha hundido. Y lo que es peor, ni siquiera le ha temblado la mano para hacerlo. Julián, mi padre, es un maldito desgraciado.

-Siento decirte que esta conversación es la más real que vas a tener nunca, Nina -dice-. No me gusta andarme con rodeos, y mucho menos omitir información. Los que me conocen saben lo franco y directo que puedo llegar a ser, así que, si te hago daño con mis palabras, espero que sepas disculparme. No sé hacerlo de otro modo.

Asiento levemente. No sé si estoy preparada para esto, pero no gano nada negándome a escucharle.

-Somos de la mafia, sí, pero tú, aunque creas lo contrario y ahora no lo entiendas, también lo eres. Siempre lo has sido. Llevas siéndolo desde que llegaste a este mundo hace casi dieciocho años -habla mirándome directamente a los ojos-. Y, lamento informarte que esto no es como las películas. Aquí no hay alternativas o segundas opciones. Desde que naciste, has estado destinada a ser lo que eres: una mujer de la mafia. -Su declaración me hiela la sangre-. Si tu padre no te lo ha contado antes, como a Javier, que lleva formando parte activa de todo esto desde los catorce años, es porque tenía otros planes para ti. ¿O, acaso crees que ese repentino cambio de universidad que te hizo fue algo momentáneo y producto de un enfado? No, Nina. No lo fue.

A cada palabra que dice, una punzada me sacude el corazón.

-¿Qué quieres decir? -Trago saliva.

-Quiero decir que tu padre lo tenía todo perfectamente planeado. Te matriculó en Columbia para, cuando cumplieras los dieciocho, contártelo todo e imponerte, mientras cursas la carrera, a desempeñar una función en una de las nuevas empresas que ha adquirido en Estados Unidos. Lo sé porque él me lo contó.

Aprieto los labios. Tengo la garganta seca.

-¿Por qué mandarme tan lejos?

Vladimir se masajea las sienes y se recuesta en el sofá. Resopla.

-Desde sus inicios, el mundo de la mafia ha sido diseñado por y para hombres, Nina. Esa es una realidad. Por desgracia, el papel de la mujer dentro de la organización y formando parte activa de este siempre ha estado cuestionado. Tu padre es de los que creen firmemente que una mujer jamás podría liderar. -Hace una mueca de desagrado-. Por eso te envía lejos. No te quiere dentro, pero tampoco te quiere fuera. Igual que a tu madre.

Comienzo a llorar. Él se toma la libertad de agarrarme por los hombros y me obliga a mirarle. Su mirada, profunda e intensa, me recuerda a la de Adrik.

P O D E R #CiudadDelPecado2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora