Él siempre la había amado, cuerpo y alma, pero ninguno de los dos sabía que ella también se había enamorado ciegamente... hasta ese verano.
Soul Surfer: término inventado en 1960 para denominar a aquellos que surfean por el simple placer de hacerlo...
❝El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos.❞ ━ William Shakespeare, Romeo y Julieta.
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𝟏𝟑. 𝐄𝐒 𝐌𝐄𝐉𝐎𝐑 𝐏𝐄𝐃𝐈𝐑 𝐏𝐄𝐑𝐃𝐎́𝐍 𝐐𝐔𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐌𝐈𝐒𝐎
El señor Heyward era toda una leyenda en Outer Banks. Ningún empresario respetable distinguía entre clases cuando se trataba de vender al mejor postor, y por ello el negocio de la familia de Pope llevaba décadas repartiendo tanto en El Arrabal como en Figure Eight. A esas alturas no entendía cómo los Heyward no estaban tan forrados como los Carrera, quienes eran dueños de una gran institución llamada El Naufragio, donde los turistas se dejaban gran parte de sus sueldos cada verano.
Los pedidos en Heyward's rebosaban aquella mañana de sábado. Pope había reclamado nuestra ayuda, prometiendo una cierta recompensa al final del día, y aunque nos habíamos negado a ella, el muchacho había insistido. Decidimos que la mejor opción sería separarnos por zonas; así pues, nos embarcamos en el HMS Pogue cargando decenas de bolsas y surcamos las marismas para situarnos en un punto céntrico de la isla.
—Hay que pasar por el hogar de los Baxter, los Gardner, los Romero... —enumeró Pope mientras leía el libreto que sostenía entre las manos —. Habrá que dividirse. Así iremos más rápido.
—Me pido ir a casa de los Romero —asentó JJ rápidamente. Todos le miramos con una confusión palpitante en nuestros semblantes —. La hija mayor está muy buena. Es hora de confesarle mi amor a mi querida —canturreó con un terrible acento de Venezuela.
—¿Eso ha sido una referencia a Chayanne? —preguntó Kiara, atónita, mientras Pope soltaba una risita burlona a la par que anclaba el bote.
—Y una muy mala. Chayanne ni siquiera es venezolano como los Romero. —Rodé los ojos —. Es puertorriqueño. —Las miradas se dirigieron a mí ahora. Me encogí de hombros en una postura desenfadada —. ¿Qué? De niña solía cantar sus canciones a pleno pulmón cuando me gustaba un chico. Era muy satisfactorio escuchar letras que representaban cómo me sentía, ¿sabéis?
—Tranquila. No es tan vergonzoso como que JJ soliera escuchar a Taylor Swift a escondidas. Creo que todavía lo hace —se burló Pope, y yo solté una risita.
—Oh, lo sé. Cantaba Love Story cada vez que una chica le rompía el corazón. Luego llegaba al Chateau con los ojos rojos de llorar a cántaros.
—No era de llorar; era de fumar —desmintió, molesto.
Pope y yo nos miramos de forma cómplice, estallando a carcajadas segundos después. Pude escuchar, incluso, una risita de Kiara, aunque esta no fue demasiado explícita.
