𝟏𝟖 | La casa Crain

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❝El amor es ciego, y los amantes son incapaces de ver los bonitos disparates que cometen.❞
━ William Shakespeare, El mercader de Venecia.

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𝟏𝟖

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𝟏𝟖. 𝐋𝐀 𝐂𝐀𝐒𝐀 𝐂𝐑𝐀𝐈𝐍


     El amor es impredecible. De lo contrario, los seres humanos seríamos simplemente cuerpos parlantes. En un mundo emponzoñado por la tecnología, los sentimientos era lo único que a los transeúntes de la Tierra se nos escapaba de las manos, y eso, dependiendo de tu perspectiva, era: (1) Lo peor que podría pasarte, pues algo tan crítico y decisivo en la vida se mantenía ajeno a tu control, o (2) Aquello que te impulsaba a vivir al máximo esperando, sin esperarlo, que el destino pusiera a la persona correcta en tu camino.

Estaba segura de que John B no hubiera concebido nunca la idea de que el universo escogiera a Sarah Cameron como su persona. Ninguno lo sospechamos, en realidad. Solo cuando esa Kook rompió en llanto sobre el cuerpo inmóvil de mi amigo supe verdaderamente a qué nos enfrentábamos. Sarah se había enamorado de John B, y pude poner la mano en el fuego por que a este le había sucedido lo mismo.

Aquella noche, cuando JJ y yo regresamos a la furgoneta Pogue, encontramos a John B y a Pope (quien se suponía que se iba a casa pero se acobardó a mitad de camino al pensar que debía enfrentar a su padre) charlando en los asientos delanteros mientras que Kie permanecía en los traseros cruzada de brazos y con la vista clavada en la ventanilla. Seguía mosqueada por lo ocurrido; podía verse a leguas de distancia.

—Prométeme que no hay nada entre vosotros —seguía insistiendo la morena justo antes de que John B se reuniera con Sarah en el Nido del Halcón.

Las palabras del chico salían con indiferencia de sus labios. Siempre lo hacía cuando quería evitar una conversación. Así es cómo supe que estaba mintiendo. Permanecí en silencio ante ello, pues lo último que necesitábamos era más cizaña entre nosotros. No me pertenecía a mí poner las cartas sobre la mesa, sino a Routledge. Algún día tendría que hacerlo.

Aun si John B hubiera sido sincero desde el principio sobre lo suyo con Sarah, los Pogues no hubiéramos presagiado que Topper Thornson aparecería en el Nido aquella noche para enfrentarlo por su amor por la que era ahora su ex-novia. Ninguno de nosotros podría haber hecho nada por él, ni siquiera Sarah, quien se dejó el alma llorando sobre su pecho cuando Thornson le empujó de la torre. Fue en ese momento cuando me di cuenta de algo: John B no era al único al que le había tomado por sorpresa enamorarse de esa chica, sino que a esta le había sucedido lo mismo. El amor es impredecible. El amor es cambiante... y en ese momento pude jurar que Sarah Cameron estaba dispuesta a cambiar de bando por él.


(...)


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