𝟏𝟒 | El camino de vuelta a casa

9.6K 683 349
                                    

❝Ojos, mirad por última vez. Brazos, dad vuestro último abrazo. Y vosotros, labios, puertas del aliento, sellad con legítimo beso una concesión sin término a la muerte rapaz.❞
William Shakespeare, Romeo y Julieta.


━━━━━━༻❁༺━━━━━━


━━━━━━༻❁༺━━━━━━

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝟏𝟒. 𝐄𝐋 𝐂𝐀𝐌𝐈𝐍𝐎 𝐃𝐄 𝐕𝐔𝐄𝐋𝐓𝐀 𝐀 𝐂𝐀𝐒𝐀


     Solía adorar las tortitas de caramelo y nata cuando era una cría. Siempre había pecado de una terrible adicción a los dulces; una que, muy a mi pesar, mi hermana menor también había heredado. Al salir de clase, cuando todavía éramos unos inofensivos renacuajos, a los muchachos y a mí nos parecía una buena idea pasarnos la mitad de la tarde donde el viejo Timothy atiborrándonos de ellas hasta que nos dolía el estómago. Mi récord residía en cinco porciones enteras de tortitas, el mismo que el de John B; sin embargo, JJ podía superar las doce sin ningún tipo de inconveniente. Era uno de sus tantos talentos.

Aquella mañana, después del incómodo enfrentamiento con Rafe, el que solía ser mi mejor amigo apareció con cinco cajas de tortitas del mismísimo Timothy's. Aunque el anciano rollizo que se encargaba de confeccionarlas había fallecido años atrás, su venerada esposa seguía al frente del negocio junto con sus vástagos y los vástagos de estos.

Nada había cambiado. Sabían igual que cuando era una niña: a inocencia y despreocupación.  Mi emoción fue latente, y sin embargo no pude verbalizarla ni expresarla como me hubiera gustado. No me sentí capaz. Me limité a comer junto a JJ en un banquito del barrio. La nostalgia se quedó encerrada en las lágrimas que tampoco me permití arrojar, pero curiosamente me encontré mucho mejor después de aquellos dulces caramelizados que me había traído Maybank (seguramente con el propósito de hacerme sentir mejor, un gran paso en nuestra relación disfuncional). Fue como un viaje al pasado que me fortaleció y me debilitó al mismo tiempo. Últimamente mis emociones eran muy contradictorias.

A media tarde, cuando el sol empezaba a caer por el horizonte, llegamos finalmente al centro cívico de OBX donde un batiburrillo de gente se acumulaba en multitud. La plaza era un hervidero de murmullos y expectaciones. Un gran cartel escarlata decoraba el fondo del escenario, uno en el que se leía «Romeo y Julieta: Una obra de William Shakespeare».

—¡JJ!

Talitha, que vestía una túnica de manga de marfil ornamentada por un lazo y un par de dobladillos, se abalanzó sobre los brazos del rubio cuando nos vio aparecer juntos tras el telón del escenario. El espectáculo todavía no había dado comienzo, y yo no me sentía capaz de unirme al público sin antes abrazar a mi hermana... aunque ella parecía mucho más interesada en otra persona que en mí.

JJ le devolvió el apretón con ahínco. Fue una imagen conmovedora, si bien nada peculiar o nueva para mí. Se trató de un simple detonante que me hizo recordar el momento en el que mis dos mejores amigos sujetaron a los mellizos por primera vez en el Hospital Central de OBX. Para cuando Sammy y Litha nacieron, los chicos y yo éramos el trío más inseparable de la isla, por lo que ellos los habían visto crecer conmigo y, además, me habían echado una mano muchas más veces que incluso Piper y, por descontado, Alistair.

Soul Surfer ↺ outer banksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora