Victoria acompañó a su madre a un pueblo en medio de la nada sin saber que en el habita un asesino serial. Por razones inesperadas ahora se encuentra atrapada en Einfield y tendrá que adaptarse si quiere sobrevivir.
*Queda prohibida la copia o adapt...
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Victoria
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Las calles cubiertas de nieve son lo primero que mis ojos notan conforme el auto de Sasha pasa el letrero que da la bienvenida al pueblo.
"Bienvenidos a Einfield, hogar de la eterna calma"
Mis ojos se mantienen sobre el desgastado pedazo de metal, me causa escalofríos, aunque no logro identificar si es por la extraña frase o por el clima helado que parece haber afuera.
El camino esta lleno de nieve, me gusta la nieve pero siempre y cuando está se encuentre cubriendo los rascacielos enormes de la ciudad, y no interrumpiendonos el paso por la carretera.
Adaptarme jamás me ha sido sencillo, me agrada lo constante, no sé lidiar con el cambio. Siempre que hay una mínima destorcion en mi rutina termino arruinandolo todo, eso lo sé por seguro.
El dejar San Francisco semanas antes de navidad para estar dos semanas en un pueblo en el medio de la nada me estresa. Pero no es como que tuviera voz en la elección de este pequeño viaje, Sasha, mi madre, casi me había arrastrado al auto con tal de no dejarme sola en la casa sin supervision adulta.
Mama dirige su negocio de bienes raíces desde la ciudad, pero según lo que escuche a través de las puertas mientras ella discutía por teléfono, ha habido complicaciones en la sucursal de Einfield.
Desde la ventana de copiloto observo lo común del lugar, a medida que el carro avanza por las calles alcanzo a apreciar a personas caminando, no hay nada detacable en ellos, se ven como uno imaginaria a residentes de un lugar que parece estar estancado en los 90's.
Pero para ellos, nosotras si somos algo fuera de lo común. Su reacción es inmediata conforme el auto se adentra por las calles, nos miran de forma extraña y mantienen sus ojos sobre nuestro auto lo que me hace sentir un poco de incomodidad.
Todos parecen cesar sus actividades para observarnos, como si fuéramos la nueva atracción local.
—Mamá, creo que deberías acelerar— expreso intentando llamar su atención, pero ella no se inmuta. Su vista está puesta al frente.
Muevo mi mirada para tratar de ver lo que ella, entonces lo noto, un hombre muy alto de traje negro se encuentra frente a la carretera, inmóvil.
Esta a una distancia lejana pero puedo percibir que es una persona mayor, quizas en su sesentas mi madre se encuentra inexpresiva pero la vena en su cuello y los vellos rojizos erizados de su nuca delatan que esta alterada.
Presiona el claxon varias veces para pedir que salga del camino pero él hombre no se inmuta.
Comienzo a asustarme y por reflejo me llevo las manos a las muñecas, apretando las marcas rosaceas, acto que no pasa desaparecibido a mi madre.
