Victoria acompañó a su madre a un pueblo en medio de la nada sin saber que en el habita un asesino serial. Por razones inesperadas ahora se encuentra atrapada en Einfield y tendrá que adaptarse si quiere sobrevivir.
*Queda prohibida la copia o adapt...
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Victoria
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La primera cosa que mi madre me enseñó es no suponer nada de nadie y a la vez esperarlo todo.
Sasha decía que ésto significaba que alguien puede ayudarte y al segundo siguiente apuñalarte por la espalda.
Yo siempre lo interpreté a que cualquiera podría romperme el corazón, pasé mi adolescencia esperándolo de cualquier novio que tuve en preparatoria. No tuve muchos amigos por lo mismo y la mayoría de las relaciones que tuve no funcionaron, pero gracias a esperar lo peor de la gente salvaguarde mi corazón.
El hecho de que haya sido mi propia madre quien lo rompió solo vino a confirmar su lección. Su abandono me tomo por sorpresa y dejo un sabor amargo en mi.
Pero hay que reconocer que mamá cumple su palabra, hace una semana se marchó de aquí.
Tiene una semana de que la escuché salir por la puerta de la casa en plena madrugada. Quizas no quería que la detuviera, aunque la verdad no pensaba hacerlo, ella no se despidió, no cambió de idea ni se detuvo a pensarlo. Solo se fue.
Lo único que dejó atrás fue su auto, un sobre con dinero y un desgastado llavero con las llaves de la casa.
No conozco a mi padre, no tengo hermanos o familiares, siempre habíamos sido ella y yo, las dos contra lo que viniera.
Su traición dolía, si, pero no podía odiarla por ello ya que la mía le dolió mas, yo rompí el pacto que teníamos hace mucho tiempo atras. Por eso aunque por unos días mantuve la diminuta esperanza de que regresará no esperaba una disculpa, solo quería que volviéramos a ser ambas contra todo.
No sé el momento exacto en el que ella decidió que ya no funcionabamos, pero si sé el día en el que yo destruí su confianza en mi.
15 meses antes
El cuarto luce sucio y descuidado, no sé cuanto tiempo se ha quedado él aquí pero apuesto que no ha limpiado desde que llegó.
Hay botellas vacias de ron en el piso y cajas de pizza apiladas a lado de la cama. Las sábanas empiezan a tener un color amarillo por el uso, así que me siento tras la pequeña mesa de centro en la silla al lado de él.
Joseph mantiene un pedazo de su lengua afuera tratando de calcular la cantidad exacta de la jeringa que sostiene a contra luz.
—¿Seguro que funcionará? —pregunto sin poder contener mas la excitación.
