Victoria acompañó a su madre a un pueblo en medio de la nada sin saber que en el habita un asesino serial. Por razones inesperadas ahora se encuentra atrapada en Einfield y tendrá que adaptarse si quiere sobrevivir.
*Queda prohibida la copia o adapt...
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Los ojos en Einfield
🥀
En el desgastado piso de un frio cuarto, un hombre se mantiene atormentado.
Su rosa roja.
Es todo lo que quiere. Es todo en lo que su perturbada mente le permite pensar.
El hombre considera que las rosas son las mas bellas y exquisitas de todas las flores, y como tal, su belleza es efímera, si no se cuida con recelo se marchita antes, si no riega con cuidado, muere.
Tan frágil, tan hermosa, una de las pocas flores que poseen espinas duras y oscuras que contrastan con la delicadeza de su esencia.
La rosa era su marca, su promesa, una rosa era su destino, una rosa fue lo que lo inicio y una rosa debe terminarlo todo.
Dos años y 23 flores, todas hermosas, todas únicas, pero no tiene la última.
Su mente lo envuelve en recuerdos que lo llevan días atrás.
Oh, su rosa. La anhelaba con una desesperación enfermiza.
Comenzaba a perder el juicio, porque, en un lugar enfermo y estancado como era Einfield ¿cómo podría llegar una flor inocente así sin mas?
¿Que clase de cruel dios permitiría que llegara la última pieza que necesitaba sabiendo el futuro que le esperaba?
Era imposible, insultante inclusive desearlo.
En ese tiempo bebía mas de la cuenta y dormía menos, su aroma natural había mutado a un tinte etilico que le emanaba de cada poro, se sentía el ser mas desafortunado del mundo.
Dia y noche pensaba en ella, en cómo sería tenerla, poseerla, secarla y conservarla para siempre, junto a él. Cuándo el extasis de un futuro incierto lo ahogaba en su oscura guarida, salía a dar una vuelta al pueblo, buscando, siempre buscando, intentando reconocer personas que hace mucho dejaron de tener un rostro que mostrar para él.
Caminaba hasta que sus pasos eventualmente lo llevaban a su conocida fuente de tranquilidad, donde ponía a dormir todas sus deseos mas profundos, la vieja licorería.
Si tenía suerte, encontraba un pasatiempo en el camino de regreso a casa, pero no era lo mismo. Y si, disfrutaba lastimarlas para asegurarse de que jamás fueran tan perfecta comos sus flores pero no le daba la misma satisfacción.
Cuidaba sus movimientos más que nunca, un paso en falso y alguno de los demonios que dirigían Einfield lo atraparia. Siempre era cauteloso, no salía de dia, no vivía cerca de los demás, procuraba no hacer contacto con otro habitante.
Vivía como una sombra, hasta que como si una cruel jugada de la suerte se tratase, la vio llegar.
Era nueva, jamás la había visto pero la adoró al instante.