"Capitulo 28"

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Gulf había desayunado, había saciado el hambre que poseía. Sin embargo, su apetito por recolectar respuestas continuaba allí, intacto, puesto que no había tenido la suerte de toparse con Mew por ningún lado.

Una de las empleadas, poco después, le informó que el alfa se  encontraba en su despacho, aparentemente, ocupado. Gulf no quiso entrometerse, por lo que decidió esperarlo en la habitación.

No creía que se tardaría mucho, pues aquella misma empleada le había mencionado también lo cansado que este se veía, como si no hubiese dormido nada y muriese por echarse a la cama. Así que el omega se imaginó que en cualquier segundo, guiado por el sueño, Mew atravesaría la puerta para intentar dormir.

Lo esperó por un largo y aburrido rato, pero nada. Sus ojos querían cerrarse del cansancio que habían adquirido. Estaba claro, terminaría durmiéndose si no hacía algo entretenido hasta que, al fin, su alfa llegara.

Y, visto que no tenía nada más que hacer, se dispuso a jugar con su cuerpo. Comenzó a tocarse sensualmente, permitiendo que sus propios dedos, atrevidos y vigorosos, se infiltraran por debajo de su ropa. Se desnudó de a poco, imaginándose de un modo tan vívido que se encontraba en compañía del alfa.

Recostó su espalda en la cama, cerró los ojos y gimió, echando su cabeza hacia atrás, excitándose con la imaginaria imagen del alfa desnudo sobre su cuerpo. Su mente, en aquel íntimo momento, solo podía ser capaz de pensar en Mew acomodado entre sus piernas abiertas, arrastrando su lengua por su cuello, mordisqueándole la sensible zona hasta dejársela marcada, luego bajando por su pecho y abdomen regalándolo de besos y mordidas. Lo imaginó succionando la piel de sus muslos internos, mientras le separaba más las piernas para poco después llevar su boca al humedecido agujero de su trasero.

El omega gimió en voz alta cuando su propio dedo rozó su entrada. En su mente, aquel tacto había sido el de la insaciable lengua del alfa, la cual había empezado a lamerlo. Su dedo entró apenas un poco. Jadeó, arqueándose, mordiéndose el labio inferior, sintiendo como las vibraciones de anticipación lo llenaban.

La habitación rebosaba de sus feromonas de excitación.

Su dedo entró por completo y empezó a moverlo en su interior, estimulándose. No tardó en ingresar un segundo dedo, haciendo los movimientos un poco más profundos y acelerados. Dejó pasar a un tercero, intensificando el placer.

Sus dedos lo penetraban con fuerza, mas no era suficiente. Ni siquiera añadiendo el cuarto fue suficiente. No alcanzaba su punto más sensible, aquel que el alfa siempre lograba empujar con su miembro, enloqueciéndolo, extasiándolo, llevándolo a la mismísima gloria.

El menor no podía satisfacerse. Y aquel fue el duro golpe que lo bajó de su nube de ilusión. Gimoteó lastimeramente cuando, su mano cansada, ya no podía más. Quitó sus dedos, frustrado, haciendo un puchero con sus labios al sentirse tan urgido. Su cuerpo ansiaba más, suplicaba más.

Necesitaba a su alfa. Necesitaba tener sus apasionados besos, sus encantadores toques, su placidas succiones. Necesitaba olfatear su potente aroma, oír sus gemidos mezclados con gruñidos. Necesitaba sentirlo dentro suyo.

Pensó que al alfa llegaría en el momento justo. Pero allí estaba, solo, desnudo, desilusionado, sexualmente frustrado.

Fue al baño a lavarse las manos. Al volver, rebuscó en su armario alguna prenda de lencería que no haya utilizado antes con el alfa. Pensaba en irse a dormir, mas no se pondría su pijama. Se pondría solo unas de sus bragas.

Aseguraba que sería totalmente sexy que el alfa lo descubriera durmiendo en lencería. No, por supuesto que no se daría por vencido. El quería tener sexo. Y no habría mejor manera de despertarse que teniendo al alfa entre sus piernas.

Sūblîme Dōmînacîón ꕥ MewGūlf [Adąpt.]Where stories live. Discover now