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Adaira desapareció cuatro días después de aquello. Dean los paso encerrado en su habitación, aburrido y en algunas ocasiones se escabullía al despacho para seguir con sus obligaciones legales de su empresa.

¿Qué había pasado? ¿Por qué no daba señales de vida? Los únicos rostros que veía eran de Joel, el guardaespaldas y Bonnie que se había hechos amigos.

El primero cuando acudía a llevarle los reportes de cada cosa que sabía de Adaira y los lugares que visitaba, sin embargo en este viaje ningún guardaespaldas más que su jefe de seguridad la había acompañado al misterioso viaje que tenía intrigado a Dean. Y la segunda solo la veía cuando bajaban en el día a compartir mesa y algunas veces se juntaban a beber juntos.

Pero Adaira no iba hasta el en busca de placer. ¿Se había cansado?

La noticia que ambos estaban comprometidos había llegado a oídos de todos, alegrando a su pueblo por tener a sus reyes juntos.

Nuevamente desesperadamente quería buscar una esperanza en su ser, quizás con el tiempo las normas se relajarían e incluso acabaría siendo tarde. Pero se sentía enfadado no verla. Había empezado alimentar una creciente esperanza, absurda e injustificada, que le decía que ella no le era tan indiferente como quería aparentar.

¿Quizá había sido precisamente ese conocimiento lo que la había alejado? Podría ser. Adaira lo despreciaba, y sentirse atraído por ella no era algo fácil de asimilar.

Joel entro inesperadamente, y venia cargando varias cajas que dejo sobre la cama.

—la señora te envía esto para que te lo pongas –le anuncio el guardia –Parece ser que esta noche tendrán una fiesta, su hermana y su cuñado vienen de visita. –sonrió mientras lo miraba ladeando la cabeza.

Dean sintió que el estómago le daba vueltas. Se acercó con rapidez a las cajas y las destapo. Había un costoso traje negro y zapatos del mismo color.

—Te quiere listo en media hora. Debo irme, abajo hay muchas personas y dejo cubrir mi puesto.

Después de decir aquello con un tono que no admitía replica, Joel abandono la habitación y lo dejo solo.

Cuando Adaira llego media hora tarde a la habitación, estaba completamente preparado y admirándose en el espejo. El traje le quedaba como un guante, era de su medida. Dio media vuelta y allí estaba Adaira, tenía puesto un hermoso vestido rojo hasta arriba de sus rodillas aferrándose a sus piernas, el escote de corazón hacia resaltar sus pechos.

—Tenemos una fiesta privado de último momento, solo unos parientes cercanos vendrán para conocerte y recibir a mí hermana y debo ir acompañado de mi prometido y no podemos desainar a nuestros invitados.

Lo dijo con un rictus provocador que parecía simular una sonrisa. Estaba apoyada en el marco de la puerta, con los brazos cruzados.

Ambos salieron de la habitación y caminaron por el corredor en silencio.

— ¿Haremos como si nada paso entre nosotros? No soy un adolescente para jugar a esto de ignorarnos –comenzó a hablar Dean enfadado.

—No juego en nada, lo que paso pudo ser con cualquiera –contesto –. Tengo suficientes problemas como para recordar lo que paso en una noche.

— ¿Entonces nada cambio entre nosotros?

—la respuesta en no –contesto cortante –Nada ha cambiado, ni cambiara, estemos donde estemos. Aquí, solos, o en cualquier otro lugar lleno de gente, debes seguir respetándome como tu reina. Es lo que soy, ¿O lo has olvidado durante estos cuatro días?

Dean enrojeció hasta la raíz de la furia, en ese momento sus impulsos de querer ahorcarla le querían ganar más que el amor que sentía. A pesar de todo lo que él había creído ver en ella, nada había cambiado.

—No, no lo he olvidado. Solo creí que no le gustara que las personas supieran que tenemos problemas matrimoniales.

—Las personas me importan tanto como una piedra en mi camino, puede ser incomoda, pero fácil de solucionar –bajaron las escaleras bajo las miradas de todos los invitados –. ¿Sabes de donde viene el verdadero poder? No es del dinero, ni las propiedades. El verdadero poder está en la información y la astucia. Y yo poseo mucha. Sobre todo información sobre los sucios vicios de los hombres y de sus esposas. ¿Te extraña? Los maridos le son infieles a sus esposas, y hay esposas viciosas que hacen la vista gorda solo por no perder poder y fama. Matrimonios de conveniencia, la mayoría de las veces con hombres que le doblan la edad y que son incapaces de satisfacerlas en la cama. ¿Qué crees que hacen? ¿Soportarlos como puras mujeres?

Adaira camino hasta la pareja que los esperaba en el centro, Dean no entendió si lo que había dicho, lo dijo por su hermana que por lo que él podía ver, estaba junto a un hombre mucho más mayor que ella y lo comprobó cuando vio la mano en su cintura presionándola. Camino hasta ellos saludando a quienes lo felicitaban por su compromiso.

Adaira al ver a su hermana mirar hacia atrás ella también lo hizo y comprobó que Dean había captado su atención, provocando un malestar en su pecho.

—Megan, Marcus. Le presento a mi prometido Duncan Marshall.

Dean tendió su mano en saludo a la pareja.

—Felicidades a ambos, admito que fue un poco sorprendente este acontecimiento, no esperaba que del día a la mañana en menos de dos meses de la muerte de tus padres te vayas a casar –se burló su cuñado dejando al descubierto su desprecio al acontecimiento.

Sin embargo, Adaira siempre tenía una respuesta a todas las preguntas venenosas que le largaban.

—No quiero tu felicidad si no es verdadera –sonrió sínicamente –. La última vez que te vi fue en un altar. ¿Era tu quinto casamiento? Este es el primero en mi vida, sin embargo llevo tiempo con Dante. –Adaira miro a su hermana –. ¿Porque no llegaste al velorio? Mañana el abogado se encargara de leerte el testamento.

— ¿Y tú casamiento cuándo será? Supongo que harás lo que nuestros padres tanto anhelaron de ti, y es llegar casada a la coronación.

Adaira miro a Dean quien no dejaba de mirar a Megan y eso le molesto tanto que camino hasta él y sostuvo su mano, Dean bajo la mirada donde sus manos se unían y una agradable sensación se instaló en su pecho.

—En una semana nos casaremos. Ahora si me permiten, debo atender a los invitados. –anuncio fingiendo feliz antes de abandonarlos y seguir atendiendo a sus invitados sin soltar la mano de Dean todo el tiempo.

Un Rey para AdairaWhere stories live. Discover now