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Dean camino con Adaira agarrada a su brazo, se sentía extraño. En realidad, hacia cinco días que se sentía así, desde que se había acostado con ella por última vez.

La estudio a escondidas, fijándose en la delicadeza de su perfil, en su sedoso cabello negro, en su cuerpo. Aunque Dean vio que no le gustaba estar allí, no pudo evitar sentir una mezcla de deseo y satisfacción. Aparto su mirada y vio donde Megan y Bonnie platicaban en susurros alejadas de todos. No quería tener una mala impresión pero en el momento que había visto a Megan comprendió que algo sucedía en ella.

Adaira miro a Dean de reojo, rindiéndose a su terrible fascinación que literalmente la consumía en su presencia. Sintió su preocupación y pensó en que estaría pensando. Luego se arrepintió al ver donde tenía su mirada. No quería su atención, nunca había querido el interés en un hombre para que la amara, se reprendió a sí misma. Pero ¿Cómo encajaba aquello con la traicionera satisfacción que le producía el hecho de que la encontrase tan atractiva? Había algo en su interior que aplaudía la atracción que ambos sentían, algo con lo que no podía terminar algo que la asustaba porque parecía estar fuera de su control.

—Iré a saludar –dijo Dean retirando su mano de su brazo y caminando hasta un grupo de hombres.

Adaira decidió apartar la mirada y seguir atendiendo a sus invitados, la noche pasó rápido entre tantas pláticas y planes de futuros.

—Su habitación ya está acondicionada, una doncella los acompañara –anuncio Adaira con una sonrisa alza ante su cuñado y hermana.

Suspirando Adaira entro a su habitación, en el momento que su móvil comenzó a sonar.

— ¿Qué sucede? –contesto al momento de atender la llamada, mientras se quitaba sus anillos.

—No me invitaste a la bienvenida de tu hermana –protesto su amiga –. Y hay algo importante, alguien llego hasta el lugar a investigar, era un hombre de buen vestir, supusieron que vinieron por la industria.

Después de escuchar esas palabras, el arete de la sucesora cayó al piso.

—Necesito que te encargues por mí, yo no he dado ninguna orden desde la industria para llegar a ese lugar –Adaira miro hacia la puerta donde Dean entro –. Debo colgarte, mañana te llamare.

Adaira dejo de lado su móvil y dio media vuelta mirando a Dante.

— ¿Qué sucede? –Inquirió, nerviosa.

—Voy a besarte –murmuro el con voz ronca.

Aquello la tomo completamente desprevenida.

—Pero...

—No necesito que me des permiso para darte un beso –argumento Dean –Solo lo necesito para llevarte a la cama. Y eso me da bastante margen.

Adaira se estremeció ante una interpretación tan catastrófica de su acuerdo. Ella había dado por hecho que si Dean había aceptado acostarse con ella cuatro días atrás, no volverían a repetir pero ella lo quería y eso era algo nuevo en ella. Pero no quería que él se llevara una mala impresión de ella, aunque lo deseara.

—No quiero –le dijo ella con vehemencia, con el cuerpo rígido.

—Permite que te demuestre que es lo que quieres –le respondió el, hundiendo su mano en la melena negra.

Y entonces la beso apasionadamente, sus labios la devoraron y su lengua entro en su boca a entrelazarse con la de ella, haciendo que Adaira se pusiera a temblar. De repente noto que el sostén le oprimió los pechos. Tenía los pezones tan duros que casi le dolían y agradable cosquilleo entre sus piernas.

Lo despeino y Dean levanto la cabeza para mirarla.

—Lo ves... -murmuró con la respiración entrecortada, controlando el deseo con su enorme fuerza de voluntad, decidido a no estropear el momento –. Tú también lo quieres.

Sin respiración, Adaira se apartó de él, destrozada por el efecto que Dean tenía en ella y porque su cuerpo protestaba al verse desconectado de la fuente de energía y excitación que Dean le había enseñado a ansiar desde la primera noche juntos. Pero como podía permitirse aquello después de esa llamada. Su cuerpo estaba allí pero sus pensamientos no eran lo mismo.

—Respeta mi decisión, esta noche no quiero. Soluciona tu problema de otra forma –dijo fría antes de entrar al cuarto de baño presa del nerviosismo.

¡Era su decisión! Temblando de ira y frustración, salió de allí dando un portazo para ir al mini bar del despacho. Apretó los dientes y contuvo unas palabras que solo servirían para que odiara más a la joven mujer.

Dean tomo una botella y se sirvió el vaso completo de vodka tan contento, sin preocuparse por el furioso silencio que lo abarcaba, extrañaba el sabor fuerte y el cosquilleo en su garganta. Adaira era una mujer fogosa e independiente, que estaba acostumbrada a hacer siempre lo que quería, pero él no iba a retroceder como un niño pequeño al que le hubiesen pegado unas nalgadas por hacer algo mal, y era mejor que Adaira conociera la jugada desde el principio. Aquello no era su estilo y había llegado el momento de ser el.

Bebió todo el contenido en su vaso y procedió a servirse otro tras otro hasta terminar la botella y proseguir con otra hasta el punto de estar en un estado medio inconsciente.

No recordó hasta que hora estuvo bebiendo, al momento que vio una figura en la habitación.

— ¿Adaira? –murmuró al ver el cuerpo femenino.

—Deberías estar en la cama y no aquí bebiendo, das un mal ejemplo como futuro rey –dijo la mujer quitando el vaso de su mano y tomarlo de golpe.

—No pude despegar la vista de ti toda la noche –ella camino hasta estar detrás de él y posar sus manos en sus hombros hasta bajarlas a su pecho –. Y tú también lo hiciste.

Dean miro fijamente a la mujer hasta comprender quien era.

— ¿Megan? ¿Qué haces aquí? –la miro confundido tratando de alejarse de ella.

—Me coqueteaste toda la noche, vi cómo me mirabas. –Murmuró acercándose a sus labios, pero Dean no pudo apartarla mucho por su estado de ebriedad –. Nunca he deseado a alguien como lo hice desde que te vi.

Susurro antes de pegar sus labios con los de Dean, poso una mano en su cuello mientras que la otra fue bajando hasta hebilla de su cinturón y tocar su miembro.

Ambos se dejaron llevar por el momento tan íntimo en el que estaban viviendo, sin saber que desde el umbral de la puerta alguien lo veía furioso a ambos. 

Un Rey para AdairaWhere stories live. Discover now