21⚡ Recuerda, en la cárcel no hay pizza.

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—Perdón, pero debo volver a preguntar —comenzó Percy, claramente ansioso—. ¿Estás seguro que este chico es completamente legal según el estado de Texas? Porque hombre, ¿sabes que esto nos meterá en problemas, verdad? ¿Y qué pasa si te descubren? Te llevarán a la cárcel, y tú eres nuestro abogado, ¿cómo te sacarás a ti mismo de la cárcel? ¡Sería nuestra ruina! La ruina de Leo, la ruina de Nico, la de Frank y también la ruina de mi perra la Señorita O'leary, ¿sabías que solo come pedigree? ¿Sabes cómo lo costeo? Déjame decirte cómo no podré costearlo, ¡con mi carrera arruinada y el segundo mejor guitarrista de su generación en la cárcel porque no pudo mantener su pene lejos de nalgas ilegales de un chico ilegal.

Detuve la camioneta de Leo en el estacionamiento, delante de un local de aspecto viejo pero bien cuidado, con la pintura ligeramente apagada por el polvo típico que arrastraba el caluroso viento de Texas. Instrumentos de todas las clases; de percusiones, viento y cuerdas, se exhibían detrás de las vitrinas de vidrio expuestas para los pueblerinos que pasaban cerca. Era la última tienda de una calle estrecha que se unía a otro camino de tierra, aún más angosto y largo que parecía no tener fin, mientras que en los alrededores, solo se veía extensos campos verdes en donde tranquilas vacas lecheras pastaban acompañadas de sus terneras.

Era un bonito lugar para vivir, contemplé la idea. Pacífico aunque caluroso, pero nada que un buen aire acondicionado y una cerveza bien fría no pudiera remediar. De todos modos, no estaba aquí para instalarme como una vieja estrella de rock retirada, sino que estaba en búsqueda de conseguir nuevamente uno de esos jubilosos y exultantes buenos ratos que... ¡No! No, no, recuerda Jason, ¡estás aquí para disculparte con el pequeño Archie! No para intentar profanarlo otra vez.

Aunque, sí él se deja...

¡No, no, no! ¡Basta! Percy tenía razón, no podía pensar con la segunda cabeza que me colgaba entre las piernas. Archie había sido tan buen chico, tan malditamente cautivado por mí, por su ídolo guitarrista favorito. Y yo me había aprovechado de eso. Había sido peor que un vil hombre degenerado. Lo había engañado diciéndole que le mostraría mi guitarra, y en su lugar, lo llevé para sacar placer de su cuerpo, como uno de esos tantos músicos que engañaban a sus fans para arrastrarlas y violarlas en sus camerinos. ¿Cómo me diferenciaba eso del resto de los rockeros abusivos que tanto repudiaba, si hacía lo mismo?

Me estremecí. Aunque no se lo había contado a nadie, ni siquiera a mi amigo más íntimo: Percy. La verdad era que sentía asco de mí mismo, y empeoraba con cada segundo que transcurría. Al principio pensé que se esfumaría como el resto de las cosas que había aprendido a dejar de lado en algún rincón de mi mente, pero solo había aumentado la mala sensación, tanto que apenas había podido dormir en la noche. Incluso después de una buena paja, no había podido conciliar el sueño hasta después de dos horas.

Tenía que mostrarme como un hombre maduro ahora, serio, recto; el hijo que mis padres habían querido que fuera... Un chispazo de rebeldía me embargó ante el pensamiento, una parte de mí se negaba a darles el gusto aunque fuera por unos míseros segundos y en su ignorancia, pero lo suprimí; esto no se trataba de ellos. Se trataba de Archie y la forma que había traicionado su confianza. Debía presentar mis disculpas, porque contrario a lo que creían los miembros de mi banda, aún quedaba algo de pudor en mí que rescatar. Y para eso estaba aquí.

—¿Jason? —Me nombró mi compañero de guitarra, con evidente exasperación en su voz—. ¿Estás escuchando algo de lo que te estoy diciendo? ¿O ya estás perdido en alguna clase de neblina de la lujuria que no me permite llegar a ti.

Me volteé a verlo. Percy estaba sentado lánguidamente en el asiento del copiloto, con las piernas sobre la cabina y el brazo derecho colgando fuera de la ventanilla. Traía una camiseta vieja de los Rolling Stones y shorts hawaianos que no combinaban absolutamente en nada, y que podría considerarse como el último asesinato a la moda, excepto que él no necesitaba seguir ningún estilo del glamour, puesto que con ese cuerpo y ese rostro, tallado por los mismísimos Dioses de la sensualidad, incluso vistiendo una bolsa de patatas, Mister Tides luciría de infarto.

Amo el Rock and Roll 💀🎸Tempat di mana cerita hidup. Terokai sekarang