23💀 Bienvenido a Piercinglandia.

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De vuelta en el restaurante donde escuché por primera vez a Will Solace cantar en el escenario como los dioses del country. Me hallaba sentado en la misma mesa que había compartido con los miembros de mi banda la vez anterior. Pero ahora, los dioses me habían liberado de esas sanguijuelas castrosas, y en su lugar, me habían bendecido con la presencia del sexy cantante de country delante de mí, disfrutando de su almuerzo que constaba de pollo y puré, mientras yo había caído en el cliché italiano de comer espagueti.

En mi defensa, como yanqui naturalizado, reemplacé las albóndigas por rodajas de salchichas. Muy gringo de mi parte, ¿eh? Como sea.

No había dejado de mirar a Will ni un solo segundo, desde que habíamos salido de su casa, en todo el camino, hasta aquí. Y no era solo porque la camisa a cuadros color rojo que llevaba encima le sentaba de maravilla. Especialmente en la parte de los hombros, y los bíceps, y Madre di Dio, alguien tenía que hacer algo con ese botón desabrochado que estaba mostrando más piel bronceada de lo que era saludable. En serio, ese musculoso pecho debería llevar cinta policíaca de "Peligro, Extra Precaución".

Pero no era eso. En mayor parte. Estaba esperando que la presión visual hiciera algún efecto en él, para que finalmente me diera una respuesta, sobre la propuesta de escribir canciones juntos; sin embargo, no estaba funcionando. Estaba siendo espectacularmente ignorado. Si bien eso me regalaba un montón de tiempo jugoso para admirar todo su hermoso rostro, tanto como quisiera. Realmente necesitaba un veredicto, sin importar lo mucho que me gustaba que intentara distraerme,con una sexy sonrisita de medio lado y unos ojos tiernos como los de un cachorrito.

Como lo estaba siendo, justo ahora.

—Tenemos que hablar —dije, alzándole una ceja significativa.

Will soltó un largo suspiro cansino. Y la acción provocó que su impresionante pecho se hinchara ligeramente, haciendo destacar aún más, sus bien trabajados pectorales. ¿Pero qué diablos comían los vaqueros en Texas para lucir así? Ni siquiera yo, pasando tantos días en el gimnasio, y atiborrándome de proteínas para desaparecer mi genética esbelta, podía alcanzar ese nivel de músculos perfectamente marcados.

Lo odiaba tanto como me excitaba. Quería golpearlo tanto como pasar mi boca por todo su cuerpo. A veces recordaba a aquel chico de once años de la escuela; larguirucho, pequeño, casi anémico y sin los primeros dos dientes incisivos de su boca. Luego lo comparaba con esa versión adulta de él, y mi cabeza simplemente parecía abrirse a la incredulidad por los resultados de una pubertad muy favorecida.

—Ninguna conversación termina bien con esa frase —soltó Will, y por un segundo no comprendí de qué estaba hablando, hasta que recordé mis primeras palabras.

—De acuerdo —inicié, reprimiendo una sonrisa—. Entonces, debemos de seguir con la conversación de antes, señor Solace.

—¿Ahora soy el señor Solace? Me gusta como suena eso.

—Solo cuando hablemos de negocios y posibles concesiones comerciales —continué con voz divertida, a la par que agarraba el vaso con el jugo de mandarina sobre la mesa, y le daba un largo sorbo, sin dejar de mirarlo.

Los ojos azules de Will se veían firmes y deslumbrantes mientras intentaba, con todas sus fuerzas, sostenerme la mirada tanto como pudiera, hasta que, ya no pudo más. Sus pestañas descendieron sobre sus pómulos llenas de pecas y por unos segundos, sentí el impulso incontrolable de pasar mis dedos por aquellas finas y brillantes hebras, que se asemejaban a las delgadas siluetas que dejaban las luciérnagas a su paso. ¡Dios! ¿Hace cuánto que me gustaba tanto alguien para fijarme hasta el contorno de sus pestañas?

Will había terminado su almuerzo. Así que dejó los cubiertos sobre su plato, al lado de los restos del pollo. Lucía contento y satisfecho, y algo tímido, mientras se limpiaba los dedos engrasados con el mantel.

Amo el Rock and Roll 💀🎸Where stories live. Discover now