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—Alemania—llamó Third Reich entrando de repente en casa de nuevo, sorprendiendo al menor, quien se giró hacia él sobresaltado. Le miró, mientras su padre se detenía frente a él, cruzado de brazos y serio.—¿Con quién has salido? Dime la verdad.

Alemania ocultó su nerviosismo excelentemente, mientras mantenía su vista fija en su padre, como si fuera un duelo de  miradas. Respondió de inmediato.

—Con Italia, ya te lo dije antes—explicó. Pero Third Reich alzó una ceja, y entonces Alemania se dio cuenta de que la misma mentira ya no funcionaba dos veces. Su padre no parecía creerle en absoluto.

—Eso no es lo que dice él. Según Italia, hace una o dos semanas que no sales con él.—Entonces, pudo notar en la cara de su hijo el miedo. Le había pillado, ahora sí que sí. Hizo una pausa.—Dime la verdad, ¿Con quién saliste?

Alemania se mantuvo callado varios segundos, dudando si decirle la verdad o no. Finalmente suspiró y habló.

—Con Rusia—confesó, bajando un poco la vista, avergonzado y con miedo por lo que su padre fuera a decirle o hacerle. Third Reich sólo se quedó callado. Luego frunció el ceño aún más, mientras su enfado aumentaba.

—¿Con el hijo del comunista?—Gruñó el más mayor, sin apartar su vista de Alemania, quien no hizo ni dijo nada. Alemania no dijo nada, pues era obvio de quién era hijo Rusia.—¿Por qué me mientes?

Alemania levantó la cabeza y alzó una ceja.

—No te estoy mintiendo.

—Me refiero antes. ¿Por qué me dijiste que habías salido con Italia?—Preguntó Third Reich, mientras mantenía su ceño fruncido y su postura de brazos cruzados. Alemania no supo qué responder a eso, pero, finalmente, habló sin saber muy bien qué decir.

—Bueno... Pensé que te enfadarías conmigo por haber salido con el hijo de tu enemigo...

Third Reich suspiró, y, sin decir nada más, caminó hasta otro sitio, dejando a Alemania solo en el salón.

(...)

Rusia se estaba empezando a plantear el hecho de acudir a casa de Alemania para disculparse por lo ocurrido. Seguro que lo entendería.

—¿Estás bien?—Preguntó URSS, observando a su hijo sentado en el sofá. No se le notaba muy alegre. Rusia se giró hacia él.

—Sí—respondió, aunque sabía que su padre no le iba a creer aunque tratara de convencerle de que estaba bien. El más mayor frunció el ceño, obviamente sin creerle.

—No es verdad. ¿Qué te pasa?—Preguntó URSS, sentándose junto a él. Rusia se molestó. ¿Que no le había quedado claro que estaba bien?

—Nada—gruñó el ruso, de brazos cruzados. URSS le miró seriamente. No le gustaban las mentiras y por mucho que su hijo se lo negara sabía que le pasaba algo. Y necesitaba saber qué.

—¿Te molestó alguno de tus hermanos? ¿Alguno de tus amigos?—Siguió preguntando URSS. Oyó el suspiro de su hijo. Rusia estaba comenzando a hartarse.

—No—respondió el menor. Luego giró la cara hacia otro lado, ignorándole. No quería que siguiera preguntando y como fuera el caso, él no iba a responder.

URSS se cruzó de brazos, descontento con el gesto de su hijo. Finalmente, se levantó y se alejó de allí. Si Rusia no se lo quería contar, nada, absolutamente nada, le haría cambiar de opinión.

Pasaron varios minutos.

Rusia no podía estar así. Tenía que hablar con Alemania y aclararlo todo. Así que agarró su móvil y, tras varios minutos preguntándose cómo iniciar la conversación, por fin le mandó un mensaje.

Rusia: Ey, podemos hablar?

Sí, tanto tiempo para luego escribir eso.

Pasaron los minutos y por fin vio que Alemania estaba en línea, pero no escribía. Hubo un silencio incómodo a pesar de estar hablando por mensajes. Rusia no sabía si Alemania le estaba ignorando, fastidiando o pensando algo para responder.

Le dio un vuelco el corazón cuando vio que Alemania estaba escribiendo. En tensión, esperó a que el alemán mandara el mensaje.

Alemania: Sobre lo ocurrido hoy?

Rusia: Si...

Alemania: Mejor en persona que por mensaje.

Rusia: ?

Alemania: Quedamos en quince minutos en el centro comercial.

Conforme dijo eso, Rusia vio cómo Alemania se desconectaba. El corazón le iba a mil. ¿Quedar otra vez con Alemania? Aquello era simplemente maravilloso. Aunque fuera para hablar del malentendido, le parecía un plan genial.

Corrió hasta su habitación y agarró la primera ropa que encontró en el armario. Se vistió todo lo rápido que pudo y luego corrió hasta la habitación de su padre.

El mayor le miró con una ceja alzada. De un momento a otro había pasado de estar triste a estar feliz, aquello era demasiado raro.

Pero claro, a él el hecho de quedar con Alemania fuera para lo que fuera le quitaba cualquier tipo de tristeza o enfado.

—¡Papá, me voy!—Anunció Rusia, apresurado, dándole un beso en la mejilla a su padre. URSS se quedó desconcertado.

—Pero...

—¡Adiós!

Oyó la puerta principal cerrarse con un gran estruendo, dejando a URSS sin la oportunidad de continuar con la frase.

Rusia y sus cinco pretendientes ❀ ~ Rusia x Alemania ✔︎Where stories live. Discover now