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—Alfredito, quítate—pidió URSS, con toda la paciencia que tenía, pues el oso ya llevaba cinco minutos agarrado a su pecho y no parecía querer soltarse. El ruso caminó hasta la mesa de la cocina y se sentó en una de las sillas, pero Alfredito no movió ni un solo músculo.—¡Alfredito!

En ese momento, el animal levantó la cabeza y le miró con cara de pena, para después volver a hundirla en el pecho del más mayor y agarrarse con más fuerza a él. URSS suspiró y no hizo nada para que el oso se soltara, pues estaba claro que no lo iba a conseguir.

Comenzaron a desayunar en silencio, y, en cierto momento, Alfredito levantó la cabeza y miró hacia la mesa, para después soltarse de URSS y quedarse sentado en su regazo varios segundos. El ruso hizo una mueca de dolor pero no dijo nada. 

El animal observó la comida y la olisqueó, con curiosidad. Después, con algo de dificultad, consiguió subirse a la mesa, mientras Rusia le acariciaba, con una sonrisa. El oso olió de nuevo cada uno de los platos, pero acabó sentándose en medio de la mesa, tranquilamente.

Pasaron unos minutos, y Alfredito todavía seguía encima de la mesa. Hasta que, en cierto momento, se acercó al plato de URSS y, antes de que este pudiera darse cuenta, el animal había estirado su brazo y había agarrado una de las tortitas del ruso con la uña.

—¡Alfredito!—Gritó el más mayor, con el ceño fruncido, como si estuviera regañando a alguno de sus hijos. El oso le miró durante varios segundos, pero después le ignoró y se alejó un poco.—¡Rusia, quítasela!

—Pero, papá, ¡Alfredito también tiene que desayunar!—Protestó Rusia, divertido ante aquella escena. URSS resopló y comprendió que se había quedado sin la última tortita que tenía.

Alfredito se sentó en la mesa de nuevo y soltó la tortita frente a él, para después empezar a darle lametones.

—Rusia, tienes que educar a Alfredito—resopló URSS, harto de que siempre pasaran las mismas cosas. El menor le ignoró. Alfredito era maravilloso así y no lo iba a educar por muchas cosas que hiciera.

(...)

Recientemente, Rusia había confirmado su asistencia a la playa junto con otros muchos países. Se  preguntó si Alemania asistiría también o se quedaría en su casa, pues no tenía la sensación de que estuviera en sus mejores momentos.

Pensó en volver a hablarle para preguntarle si iba a ir a la playa o si estaba bien, pero al final decidió dejarle, aunque deseaba saber qué le ocurría y si podía ayudarle.

En una hora debía estar allí. Pero una hora le bastaba. Se preparó, agarrando todo lo que en el grupo de países ponía que iba a necesitar, y tras ponerse el bañador y una camiseta encima, salió de su habitación. Casi parecía que se fuera de mudanza, si es que necesitaba llevar montones de cosas, según decían en el chat.

—Papá, me voy—anunció Rusia, cruzando el salón, donde se hallaba su padre sentado en el sofá. URSS se levantó de inmediato y le miró.

—¿A dónde?—Preguntó, mirando a su hijo de forma rara. Rusia le miró como si acabara de hacer la pregunta más tonta del mundo.

—A la playa, obviamente—Respondió, dirigiéndose a la puerta, tratando de evitar que su padre hiciera más preguntas. El mayor se quedó callado, mientras observaba cómo Rusia abría la puerta y desaparecía después de hacerle un gesto con la mano.

Durante su camino, Rusia no se encontró con ningún otro país con aspecto de ir a la playa, por lo que se comenzó a preguntar si iba a acudir alguien o iba a quedar como un tonto, plantándose en la playa, mientras esperaba a personas que no iban a acudir.

Aunque decidió seguir caminando y diez minutos después llegó hasta la playa donde iban a estar durante un buen rato. De inmediato, Rusia comenzó a buscar con la mirada a algún país para confirmar que de verdad alguien iba a ir a la playa. No le costó demasiado encontrar al grupo de países que esperaba y quería ver. Se dio cuenta de que todavía faltaban algunos por llegar, pero el grupo en realidad era ligeramente grande.

Caminó hasta él y cuando sus integrantes le vieron, le saludaron con un gesto y una sonrisa. Rusia les devolvió el saludo, mientras dejaba las bolsas en la arena, resoplando un poco. Maldito el momento en el que se le había ocurrido llevarse tantas cosas.

Buscó a Alemania con la mirada, y lo encontró tumbado sobre una de las toallas extendidas en la arena, hablando con Polonia. O no se había enterado de que había llegado, o sí que se había dado cuenta pero trataba de fingir que no. A Rusia le pareció que se trataba más de la segunda, pero se quedó callado y no se atrevió a acercarse al alemán. 

Italia se le acercó, con una sonrisa, y le propuso sentarse con él y con España, quien le sonrió tiernamente, sentado en la arena, sobre una toalla. Rusia miró al italiano con una sonrisa burlona y se acercó a su oído.

—No quiero molestar a la parejita.—Hizo una pausa.—Es todo tuyo, Italia.

Italia le apartó de un empujón, muy rojo y avergonzado por el comentario del ruso.  Menos mal que España seguramente no lo habría llegado a escuchar. Rusia le dedicó una mirada burlona, mientras se alejaba para ir a hablar con otra persona. Observó a los muchos países que había allí. Le sorprendió ver a USA entre ellos, quien le dirigió una mirada... ¿Enfadada? ¿Culpable? ¿Triste? ¿Rencorosa?

No se quedó allí para averiguarlo. Oyó que una voz le llamaba, y casi de inmediato descubrió que se trataba de Polonia. El polaco le hizo una gesto para que se acercara. Le hizo caso y acabó a los pies de la toalla, mirando a Polonia. 

Justo en ese momento, Alemania giró su cabeza y sus miradas se encontraron. De nuevo, no supo qué expresaba la mirada del alemán, aunque se acercaba más a tristeza que a otra cosa. Ninguno de los dos dijo nada. La voz de Polonia le sorprendió.

—Eh... ¿Prusia está c-contigo?—Preguntó, con vergüenza. Rusia juraría que el polaco se sonrojó un poco cuando preguntó eso. Rusia se mantuvo serio y negó con la cabeza, sin decir nada.—E-está bien...

Polonia no volvió a decir nada más. Rusia, entonces, se dio cuenta de que Alemania seguía mirándole. El ruso también hizo eso mismo, y, una vez más, trató de descubrir qué decía su mirada, sin éxito. Sólo sabía que le pasaba algo, porque no hablaba, no sonreía y no se mostraba alegre, como ocurría de costumbre,

Necesitaba descubrir qué le pasaba a Alemania.

Rusia y sus cinco pretendientes ❀ ~ Rusia x Alemania ✔︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora