Capítulo 15

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-¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Por qué lo estás haciendo?!

Werner estaba furioso. Para él, Diane había excedido todos los límites morales que él intentaba inculcarle.

Diane le dio la espalda y se fue a su habitación en busca del gato. Él la siguió y agarrándola de un brazo la obligó a mirarlo.

-¡¿No dirás nada?!

-¿Qué quieres que te diga?

-¿Por qué mataste esa gente? -preguntó él bajando la voz.

-Tenía hambre.

-¿Y la sangre que te proveo?

-No es suficiente. No es fresca. No sabe igual que extraerla directamente de un cuerpo.

-Pensé que había comprendido.

-¿Comprender qué? ¿Que ya no soy la misma que antes? Liz Saunders se fue para siempre, y ésta que alguien como tú creó, es muy diferente.

-Eso no lo puedo cambiar, pero puedo enseñarte a ser diferente, a llevar una vida normal.

-¿Y si ya no me interesa?

-¿Eso quieres? ¿Ocultarte en la noche para ir detrás de esos pobres diablos?

-Nadie los extrañará.

-Tarde o temprano la policía entrará en sospechas.

-Cuando eso suceda, me marcharé.

-E irás por el mundo matando gente.

-No. Alimentándome.

-Quieres ser como Misha.

-Me siento más fuerte.

De pronto alguien aplaudió. Werner y Diane se sobresaltaron. Misha en persona los observaba desde el balcón.

-Entrar en esta casa es demasiado fácil -dijo.

Werner se puso de inmediato en posición de ataque, mientras, Diane instintivamente protegía a Night entre sus brazos.

Bueno, había sido demasiado bueno pensar que Misha no los encontraría donde quiera que fuesen. Estaba obsesionado con él y no lo dejaría nunca en paz, y menos ahora que sabía que le podía hacer daño a través de Diane.

-Por lo que escuché, estás lista para mí -prosiguió Misha.

-¡Para ti, nunca! -gritó Diane.

-¡Vete, o te mataré! -amenazó a su vez, Werner.

-¿Estás seguro que podrás? -En los labios de Misha se dibujó una sonrisa cínica. Acto seguido chasqueó los dedos, y por lo menos diez hombres aparecieron detrás de él.

-¿Crees que tus murciélagos me amedrentarán?

-Quizás no, pero te harán mucho daño.

Todos los hombres mostraron sus colmillos al mismo tiempo. Werner se preparó para la pelea, y Diane después de ocultar a Night debajo de la cama, se puso en guardia junto a él.

-No, Diane, quédate atrás.

-Puedo, Werner. No te preocupes por mí.

-Mirénlos, son tan tiernos, preocupados el uno por el otro -se mofó Misha, antes de chasquear los dedos nuevamente.

En ese instante comenzó una lucha encarnizada entre los vampiros de Misha y Werner.

Ninguno tocó a Diane. Ella intentó agredirlos, pero una mano firme de Misha la detuvo.

Ella tuvo que presenciar cómo el grupo de vampiros agredía a Werner sin piedad. Quiso gritarle que de ahora en adelante se portaría bien, conseguiría un empleo y llevaría una vida normal, pero era tarde.

Cuando Misha la sacó del departamento, los vampiros continuaban golpeando a Werner.

Lo último que alcanzó a ver antes de ser arrastrada por Misha hacia el exterior, fue el cuerpo inerte de Werner sobre el piso de su habitación.

***

Los coches se detuvieron en los jardines de una gran casa, que bien podría haber sido propiedad de alguien de la realeza con título y todo, pero que Diane no reconoció dado el poco tiempo que llevaba en Londres.

***

Uno de los hombres abrió la puerta del auto para que Misha descendiera, y este después de bajar le extendió la mano a Diane para que hiciera lo propio.

Ella lo miró, mientras sopesaba qué posibilidades tenía de escapar en ese instante: ninguna. Werner había dicho que en la realidad los vampiros por muy fuertes y rápidos que fueran, no tenían poderes especiales, sin embargo, ¿qué podría hacer ella sola contra tantos hombres? Muy poco, quizás perder su segunda vida, igual que Werner.

Al pensar en Werner, no logró evitar que varias lágrimas inundaran sus ojos y rodaran por sus mejillas. Le gustaba mucho, se podría haber enamorado de él con mucha facilidad, pero Werner estaba roto por dentro.

Diane bajó dócil del auto y siguió a Misha adentro de la casa.

***

-¿Qué quieres de mí? -preguntó ella.

Misha la había conducido hasta el salón, y se estaba sirviendo un whisky, mientras ella esperaba con actitud impasible su respuesta.

-Quiero que seas mi mujer.

-¿Por qué?

-Solo porque te pareces a ella.

-¿A quién?

-A Diane Riemelt. ¿Qué no te lo dijo? Eres igual a la mujer que me quitó.

Diane se sentó. Conocer esa verdad la hizo sentir mal.

-Ella no era un vampiro.

-No, pero yo la amaba.

-La mataste.

-No. La convertí. Él la mató.

-¿Él lo sabía?

-No sé.

-Y ella, ¿sabía que eras un vampiro?

-No, y cuando lo descubrió sintió repulsión y se marchó a otra ciudad. Conoció al doctorcito y se casó con él.

-¿Quieres que sienta lástima?

-No es necesario.

-Qué bueno que comprendas, porque nunca seré tu mujer. Si Werner aún vive, vendrá por mí.

-Puedes esperarlo todo lo que gustes, te aseguro que no vendrá.

Y como era costumbre, chasqueó los dedos y pareció uno de sus esbirros y condujo a Diane a su nueva celda: una lujosa habitación.

La resurrección de Liz (Cuento)Where stories live. Discover now